Vox se refugia en su cumbre radical para tapar sus heridas

Las corrientes internas de Vox continúan boicoteando todo intento de estabilidad en un partido que está en auge a tenor de las últimas encuestas. A falta de ver cómo impacta demoscópicamente la crisis de Castilla y León, Santiago Abascal se aferra al gran acto de Patriots que tendrá lugar el próximo fin de semana.

Un cónclave que liderará en Madrid y con el que pretende mostrar su proyección internacional dentro de la derecha radical. Qué mejor forma para poner sordina a la debilidad territorial que hacerse la foto con los líderes de esta entente. Se espera la presencia de la francesa Marine Le Pen; el húngaro Viktor Orban o del italiano Matteo Salvini. Un acto que tendrá lugar, además, en pleno auge de las formaciones ultras europeas.

Del ala liberal a los grupúsculos del ala conservadora, la tensión interna en Vox tiene diferentes perspectivas. Todavía siguen perviviendo críticos en el partido y es muy posible que vuelva a producirse un nuevo estallido en las filas, aunque, internamente, desde la dirección le resten importancia, con la excusa de que «todos los partidos son así y en todos hay discrepancias». A lo que añaden que el liderazgo de Santiago Abascal no está en peligro.

De hecho, el líder de Vox sobrevive a cualquier terremoto y en el partido subrayan, parafraseando las palabras de la carta de despedida de Juan García-Gallardo, último líder de Vox en dimitir, que es cierto que en la formación «nadie es imprescindible» y que el proyecto trasciende más allá de las personas, con la excepción de «Santiago Abascal».

En la cumbre de este fin de semana el partido exhibirá su alineamiento con todos esos partidos de la derecha radical para seguir empujando al PP desde la libertad que les da estar fuera del gobierno para gestionar dos temas clave, la inmigración y la seguridad.

Esos dos puntos son ahora mismo capitales en todas las sociedades occidentales y, salvando mucho las distancias, el referente es sin duda el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. No obstante, también está por ver cómo evoluciona el experimento económico de Donald Trump con los aranceles porque el proteccionismo es una guerra de desenlace incierto y ese puede ser el punto débil de Vox para los próximos meses.

Vox todavía no ha conseguido el impacto a nivel nacional, ni ha estado al borde de la victoria, como sí ha ocurrido con fuerzas de parecido programa ideológico en el Reino Unido, en Francia (el Frente Nacional está cada vez más cerca de la presidencia) o en Italia (donde ya gobierna Giorgia Meloni). En Alemania, Alternativa por Alemania puede acabar siendo clave tras las elecciones que se celebrarán el próximo 23 de febrero.