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Adiós a Antonio Jiménez Millán, poeta del compromiso y “hombre tranquilo” de las letras andaluzas

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El escritor granadino, catedrático de Literaturas Románicas en la Universidad de Málaga, fallece a los 70 años a causa del cáncer que padecía

“Ayer cumplí sesenta años/ Hace ya tanto tiempo que me ronda la muerte,/ como una vieja enamorada y sola”. Con estos versos, escritos hace una década, culminaba uno de sus poemas Antonio Jiménez Millán, poeta e infatigable estudioso de la Literatura, que acaba de fallecer a consecuencia del cáncer que venía padeciendo desde hacía varios años.

Apenas un mes atrás brindaba su última comparecencia pública en Málaga, en el marco de unas jornadas de homenaje a su colega gaditano Rafael Soto Vergés. En ella, volvió a demostrar su fina sensibilidad y agudeza como lector, la misma que lo convirtió en uno de los mejores divulgadores españoles de la Literatura, además de ser un reconocido poeta. 

Nacido en Granada en 1954, Jiménez Millán cursó la Licenciatura de Filología Románica en la Universidad de Granada en su ciudad natal, para marcharse en 1976 a la Universidad de Málaga, donde llegó a ser catedrático de dicha materia en 2009. El tema de su tesis doctoral fue el concepto de compromiso en la poesía española. 

“Antonio llevaba un tiempo con una salud frágil y delicada, pero se fue manteniendo muy bien, e incluso tuvo participación activa en diversos actos recientemente, por lo que la noticia de su muerte ha sido una triste sorpresa para todos”, explica a elDiario.es otro poeta, el malagueño Francisco Ruiz Noguera. “Antonio era muy querido en Málaga desde que llegó a la Universidad en la segunda mitad de los 70. Hemos sido colegas en la facultad y amigos durante más de 40 años. Era una persona nada conflictiva en el trato personal, un poeta del compromiso desde el principio, con una línea muy mantenida a lo largo del tiempo”, añade Ruiz Noguera.

Ejemplo de dignidad

“Su compromiso, además, evitaba caer en el lenguaje plano de lo que antaño fue la poesía social, con una expresión más elaborada”, prosigue Ruiz Noguera. “Es una poesía de ámbito urbano, apegada al poema en prosa siguiendo la tradición de la poesía de vanguardia, que estudió a fondo. Su línea de investigación iba paralela a su creación poética. Era una persona muy querida entre sus alumnos, ha dejado huella entre varias generaciones de estudiantes. Es una gran pérdida. Se nos ha ido, pero no estaba en silencio, hasta el último momento seguía escribiendo y participando de la vida cultural malagueña”, abunda el poeta malagueño recordando a Jiménez Millán. 

En palabras de otro amigo suyo, el escritor roteño Felipe Benítez Reyes, “aparte de su excelencia como poeta, como profesor universitario, como investigador y como ensayista, de Antonio recordaremos siempre su bondad, su generosidad y su sentido profundo de la amistad”, afirma. “Era el hombre tranquilo que disfrutaba de la vida con sabiduría y que disfrutaba de la literatura con entusiasmo. En sus poemas se oye su voz templada, se percibe su tono reflexivo y cercano, como lo era él. Un ejemplo de dignidad humana y de dignidad literaria”, sentencia.

“Antonio Jiménez Millán se nos ha ido, sin hacer ruido, amable y con la vieja pitillera de tabaco prohibido en el bolsillo. Y en otro un libro de poemas dedicado”, dice por su parte Guillermo Busutil, otro granadino trasplantado a Málaga. “Esta vez no he compartido taxi nocturno, como tantas veces, ni ese abrazo de tantos años en mitad del camino de la despedida, y los propósitos. Sus amigos de juventud en Granada, de cuando le gustaba ser un dandi de plazas, de calles, de librerías y de bares donde nunca había fin de la noche, y las palabras se quedaban hasta la última copa de un verso, nos quedamos en blanco y negro. Lo mismo que los de Granada, de Barcelona, de Rennes, de cualquier clandestinidad de la vida que nos hizo cómplices. Siempre le gustó leer las ciudades, su música secreta, los fantasmas de los escaparates, la soledad de la estación cuando se iban los trenes, y el silencio le mostraba sus fotografías de amantes en los andenes”, recuerda su amigo.

La alegría de sus versos

Entre sus libros, destacan Los poemas de Picasso (1983), La poesía de Rafael Alberti (1984), Vanguardia e ideología (1984), Poesía catalana contemporánea (1993), Entre dos siglos. Estudios de literatura comparada (1995), Poesía gallega contemporánea (1996, en colaboración con Luciano Rodríguez), Madrid fin de siglo. Modernismo, bohemia y paisaje urbano (1998), Promesa y desolación. El compromiso en los escritores de la generación del 27 (2001) y Amor y tiempo. La poesía de Joan Margarit (2005), junto a otros.

Asimismo, realizó ediciones críticas de la obra literaria de Pablo Picasso (Poemas y declaraciones, 1990), de la novela de Louis Aragon, Aniceto o el panorama (1989) y del libro de Luis Cernuda Donde habite el olvido (2003). Una selección de sus primeros libros de poemas se encuentra en La mirada infiel Antología 1975-1985 (1987).

Entre sus galardones, cabe citar el premio internacional de poesía Rey Juan Carlos por Ventanas sobre el bosque (1987), el premio internacional de poesía Ciudad de Melilla por Inventario del desorden (2003) y el Hermanos Machado del Ayuntamiento de Sevilla por Noche en París (2022). En 2009 fue comisario de la exposición y autor del catálogo de homenaje a Antonio Machado que organizó la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía a través del Centro Andaluz de las Letras.

Jacobo Cortines, también poeta y su último editor como responsable de la colección Vandalia, se muestra igualmente triste ante el deceso. “Me ha cogido de improviso, pero me parece uno de los poetas más serios de nuestra generación, de los más profundos e intensos de la poesía que podríamos llamar de la claridad. Se ha perdido un poeta muy auténtico, que poseía en alto grado lo fundamental de la poesía, la emoción y la belleza, hasta el punto de convertirse en un auténtico maestro de la lírica española contemporánea. Nos queda la alegría de sus versos”, concluye.