El regreso de Melania
No es que la mujer del presidente de los Estados Unidos tenga tanto protagonismo como él, pero casi. Quiero decir que la mujer de un importante ha de tener identidad propia, carisma y un inevitable atractivo que ensalce la figura de su esposo, y esto podría trasladarse también a la gente de a pie, aunque es difícil, muy difícil.
Cuantas veces rechazamos amistades porque uno de los dos miembros de la pareja nos resulta incómodo, poco agradable, con poca atracción en lo personal o sin interés.
Trump ha regresado y, con él, la discreta, la bella Melania que no hace más que sumar beneficiosamente al Presidente. Ella lo mismo sonríe que le da un manotazo al marido, y eso gusta. Lo mismo está en la Casa Blanca que en su rascacielos de la neoyorquina quinta avenida porque las obligaciones de madre así lo requerían a veces. Ahora Barron, su hijo, está ya en la universidad y ella está más disponible para atender a sus obligaciones de Primera Dama, «puesto» que en América tiene mucha importancia porque implica de alguna forma ser el referente femenino para la ciudadanía. Siempre está en el punto de mira por su imagen, su comportamiento, hasta por el último detalle, el último botón de su vestido, los colores que utiliza, la inspiración que la lleva a dar esta u otra apariencia. Los sitios que frecuenta, los libros que lee, sus obras sociales, sus hobbies o la dieta que sigue.
No competirá en absoluto con ella pero habrá otra dama que nos dará mucho que hablar y es la que desempeñará el cargo de jefa de gabinete de Trump, Susie Wiles, con muchísimo poder e influencia –ésta sí que es una influencer–, que no se atiene a los cánones que dictan la esclavitud de un cuerpo esbelto sino que su belleza no se adentra en las medidas preestablecidas de cintura y cadera: eso lo lleva por otro camino, porque, su belleza, aunque también física, está en lo intelectual y en lo eficaz que resultará para un hombre difícil, como lo es el recién estrenado Presidente. Nos dará mucho que hablar, lo iremos viendo.