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Fidel Moreno, escritor: “Las drogas son hallazgos de la civilización que hacen nuestra existencia más feliz”

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El autor, periodista y director de la revista Cáñamo publica 'Mejor que muerto', una novela en la que indaga en el consumo de sustancias, la precariedad laboral y la especulación inmobiliaria para reflejar el mundo confuso al que pertenecemos

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“No puedo arriesgarme a que nos acusen de apología de drogas”, dice Marcos a Julio en uno de los pasajes más llamativos de Mejor que muerto (Random House, 2024). La declaración, que emerge en medio de una discusión sobre un artículo que Julio pretende publicar, captura una de las cuestiones centrales de la novela: la del tabú social frente al consumo de sustancias. “Pero si tú eres el primero que se droga”, replica Julio, mostrando las contradicciones de una sociedad atrapada entre el discurso moral y la búsqueda de escape. Bajo este desafío hacia los pensamientos poco convencionales y la cotidianidad que realmente los envuelve, Fidel Moreno (Huelva, 1976) se lanza de lleno al mundo de la ficción.

Moreno es periodista, escritor y director de la revista Cáñamo, una de las más importantes en el ámbito de las drogas no solo en España, sino también en Latinoamérica, cuyo objetivo es defender la posibilidad de que todas se puedan usar de manera responsable, buscando alternativas pacíficas y contestatarias a las políticas prohibicionistas. Es por esto que no sorprende en absoluto que, para su debut en la literatura de ficción, Fidel Moreno haya optado por tomar a Julio como protagonista, un hombre que se enfrenta a la crisis de los 40 consumiendo marihuana y probando el Cialis, una sustancia que espera que resucite su deseo sexual y lo ayude a concebir un hijo con su esposa Casilda.

De la mano de Julio, Mejor que muerto está compuesto por unos personajes que, como tanta gente que pueda haber en España, han normalizado el consumo de drogas y recurren a ellas cuando necesitan escapar de la apatía del dolor o potenciar el placer. Según Fidel Moreno, “la prohibición de las drogas genera estados criminales”, corrompiendo y amenazando “la democracia” y suponiendo una “vulneración absoluta de los derechos de los consumidores”. “Lo que mata no son las drogas, sino la ignorancia con respecto a lo que te estás tomando”, dice el autor a elDiario.es. “Y prohibir una sustancia no hace que esta desaparezca, solo cambia el acceso a la misma”, apunta.

Diferenciándose de otras obras artísticas en las que el tema de las drogas se enfoca como un desencadenante de situaciones dramáticas, Mejor que muerto trata el tema con neutralidad. “Hay que entender que las drogas nos ayudan en nuestros desafíos y que la experiencia humana incluye la embriaguez”, comenta Fidel Moreno. “Son hallazgos de la civilización que hacen nuestra existencia más feliz, menos traumática y menos complicada”, añade. El autor considera que se debe “hablar con normalidad” de ello para lograr una “transmisión del conocimiento” entre quienes conocen “las drogas” y los que se van a “iniciar en su consumo”. 

La franqueza y naturalidad con la que se ahondan determinados temas en la novela permiten al lector alejarse de aquellos mitos que, como el escritor cuenta a este periódico, “toda sociedad crea” para “alertar de determinados peligros”. “Desde el pensamiento crítico se deben cuestionar estos mitos, puesto que no nos permiten entender bien lo que somos ni entender bien la realidad”, subraya Fidel Moreno. Para conseguirlo, el autor de Mejor que muerto abraza el humor, que considera fundamental en “tiempos de polarización”. “Permite enfrentar la vida y la existencia de una manera más digna y holgada”, afirma.

La obra también viaja a través del erotismo, esencial en una de sus tramas principales, que acompaña a Julio en la infidelidad que comete con la okupa Sara, quien habita uno de los apartamentos vacíos del bloque donde viven él y Casilda. “Es el motor que nos mueve y, aunque la sociedad está completamente sexualizada, lo erótico queda diluido cuando nos ponemos a escribir”, dice Moreno, destacando que “el erotismo tiene que estar en una novela realista de hoy en día”. “Si quieres representar la vida, es necesario representar también la sexualidad”, añade.

Lo cierto es que Julio es un personaje marcado por la desilusión. “¡Qué equivocación tan grande aspirar a un trabajo vocacional! ¡Qué error querer ganarse la vida con tareas artísticas! ¡Qué disparate pretender realizarse a través del trabajo!”, llega a decir en la obra. Tras pasar nueve años como dependiente en la FNAC y encargarse de recomendar discos en la web de la empresa, sus expectativas se reducen a dejar que el tiempo pase sin sobresaltos, asumiendo su rol de amo de casa y presidente de la comunidad. “La precariedad laboral nos obliga a estar constantemente reinventándonos, nos convierte en adolescentes perpetuos”, comenta al respecto el autor. “Lo que antes duraba hasta los 25, hoy se alarga casi hasta más allá de los 40”, cuenta.

La crisis del protagonista es, en realidad, la crisis de una persona que, tras perder su anterior trabajo, ve cómo su modelo de vida soñado se derrumba, acabando con unas aspiraciones que lo llevaban a no querer asumir la responsabilidad que le corresponde por edad. “La crisis de los 40 es hoy la crisis del fin de la adolescencia”, declara Fidel Moreno. “Estamos flotando en el aire, y esa inestabilidad nos lleva a estar constantemente indefensos, sin saber cuál es la tierra que tenemos bajo los pies”, continúa. A lo largo de toda la novela se percibe la nostalgia de la pasión que va declinando, de ese estar mejor que muerto donde no se está ni vivo ni muerto, sino en suspensión.

Hay que guardar las banderas y tratar de construir un diálogo fructífero que permita entender el mundo. ¿Tenemos que abandonar la lucha por el cambio? No, debemos seguir luchando, pero desde otro lugar, porque los espacios de lucha que se han creado nos han llevado a un callejón sin salida.

Fidel Moreno Escritor

El ensalzamiento de esta nostalgia nos lleva irremediablemente a la pandemia, sobre todo porque sirve como telón de fondo de Mejor que muerto. La novela, que comienza en el año 2019, retrocede puntualmente a sucesos relevantes del pasado del protagonista, y finaliza coincidiendo con el inicio de la guerra de Ucrania, en 2022, ofreciendo una interesantísima visión de nuestro pasado reciente. “La pandemia es inspiradora porque hace realidad una distopía, que es la posibilidad de que una pequeña molécula ponga en crisis un sistema político entero”, confiesa el autor, lamentando que, aunque “las crisis reavivan la esperanza de un cambio”, la pandemia no ha conseguido que ese cambio suceda.

“Hay que guardar las banderas y tratar de construir un diálogo fructífero que permita entender el mundo”, dice Fidel Moreno. “¿Tenemos que abandonar la lucha por el cambio? No, debemos seguir luchando, pero desde otro lugar, porque los espacios de lucha que se han creado nos han llevado a un callejón sin salida”, comenta con respecto a las principales problemáticas del país. Para abordarlas, el autor ambienta Mejor que muerto en el barrio de Lavapiés de Madrid, aparte de porque vive allí y lo conoce, porque lo considera “una encrucijada de todos los problemas pasados, presentes y futuros de España”, desde la “emigración” hasta el “tema de la vivienda”. “Lavapiés es un laboratorio de vida”, afirma.

Por ello, en la obra también está muy presente la especulación inmobiliaria y sus consecuencias. De hecho, Julio conoce a Sara después de que los pisos vacíos propiedad de la Tesorería de la Seguridad Social sean okupados por emigrantes sin papeles. Cuando Julio intenta hablar con ellos como presidente de la comunidad, ve la situación que atraviesan desde una perspectiva distinta. “El problema de la vivienda nos retrata a España entera porque en la población se ha inoculado el virus de la especulación”, dice el autor, puntualizando que todavía “no hay una política de vivienda seria”. “La gente que está en la calle no tiene una alternativa habitacional. Hay pisos vacíos y lo normal es que se ocupen”, añade.

El problema de hoy no es un tema de visibilidad, es un problema de ruido. Todos los problemas están visibles, pero estamos cegados por las tantas luces que nos reclaman interés. Hay que volver a la idea de que el gran logro humano es el cultivo de la atención.

Fidel Moreno Escritor

Fidel Moreno quería que Mejor que muerto rindiera “cuentas con la realidad” y no falseara “los problemas que puede haber” en la vida. “Si haces ficción realista, tienes que ser capaz de mostrar la realidad sin trampas”, dice en alusión a la especulación inmobiliaria o las drogas. “El problema de hoy no es un tema de visibilidad, es un problema de ruido. Todos los problemas están visibles, pero estamos cegados por las tantas luces que nos reclaman interés”, declara. El autor piensa que “hay que volver a la idea de que el gran logro humano es el cultivo de la atención”, afirmando que, sin ese cultivo, la sociedad no puede enfrentarse “a la vida y al mundo de una manera digna”.

La obra lleva a sus personajes a buscar respuesta a una de las grandes preguntas del ser humano: qué es realmente la vida. Y, aunque lo que realmente buscan estos personajes es escapar, el mundo y todas sus contradicciones los empuja a intentar seguir viviendo lo mejor que pueden. Pese a que la tentación de muchos escritores sea, frente al caos generalizado, hacer libros con estructuras narrativas muy simples reducidas a lo esencial, Fidel Moreno se propone todo lo contrario: utilizar el ruido, la confusión y el desorden para representar, además de la exuberancia vital, el ridículo que supone levantarse cada día sin saber cuál es la clave para encontrar una vida extraordinaria.