Mon Laferte: “En realidad, soy una poeta frustrada”
La conversación dura lo que un par de cigarros y una Coca-Cola con hielo. Está nerviosa, pues al día siguiente deberá exponerse delante de grupos de quince personas que, al igual que ella, se despojarán de sus ropas. Cantará para ellos desnuda como parte de los procesos de sanación individual y colectiva que involucra su último trabajo. Las colaboraciones cruzan su obra y las artes visuales no son la excepción. Primero invitó a sus seguidoras en redes sociales a compartirle secretos, luego los leyó junto a la curadora de la muestra, la chilena Beatriz Bustos, para realizar la selección, ilustrarlos y escribirlos con su puño y letra. Todo eso puede verse en pantallas con animaciones al comienzo de la muestra multimedial que exhibe en Matucana 100 hasta el 19 de enero y que incluye video, ilustración, música, performance, instalación, pintura, escultura y bordados.Esta conversación tiene lugar en pleno centro de Santiago, a pocos días de haber recibido el Latin Grammy 2024 al mejor álbum de música alternativa por Autopoiética. En el discurso para recibir el premio mencionó a sus inspiraciones y referentes. Junto a Gabriela Mistral, Violeta Parra, Chavela Vargas y el biólogo chileno Humberto Maturana —quien junto a Francisco Varela creó la teoría de la autopoiesis que describe la capacidad de los sistemas vivos para mantenerse a sí mismos y regenerarse continuamente—, mencionó también a su abuela. Has dicho que tu abuela te enseñó a cantar, que tuvo que renunciar a la música por un mandato, me imagino que patriarcal. ¿Qué significa ella para ti? Mi abuela, mi mamá y mi hermana —las tres mujeres con las que me crie— son mis referentes. Mi abuela era cantante y compositora y dejó de cantar, no por mandato de su marido, porque ella era muy adelantada a su época y se casó con alguien que la apoyaba. Sintió la presión social de tener que ser esposa y mamá, y dejó la música para estar en casa. Mi abuelo era marino, era el que salía a trabajar y alguien tenía que cuidar a los niños. Pero mi recuerdo de ella es con la guitarra en la mano, cantaba todo el día. De hecho, cantaba mucho más que yo ahora. Yo no soy de esas que agarra la guitarra a diario, y ella sí; todos los días se sentaba a cantar¿Tuvo un momento de ganarse la vida cantando? ¿Te sabes sus canciones? Muy jovencita tocaba en un trío con su hermano que era guitarrista y viajaban por todo el país haciendo música. Me acuerdo de algunas canciones suyas, no las canto, pero me acuerdo de un par de ellas. Cantaba mucho bolero.Y te llamas igual que ella. Odiaba llamarme Norma porque mi mamá también se llama Norma. Siento que los nombres influyen mucho en las personalidades y el nombre era muy duro, Norma…, yo no quería ser así. Luché toda mi vida por no ser estricta y por eso decidí llamarme Montserrat. Ahora ya acepté que soy Norma.Trabajaste más de un año en esta exposición que se relaciona con el disco a través del concepto que los une, la autopoiesis. ¿De dónde viene tu conexión con Maturana y Varela, y qué te llevó a este concepto, hacerlo tuyo e integrarlo con tu música y con las artes visuales? Conocí a Maturana en las entrevistas de La belleza de pensar, que vi en YouTube por ahí del año 2000, y me hice fan del programa. Me gustó la cabeza de Maturana, todo lo que tiene que decir como pensador; es muy amoroso, invita siempre a la reflexión. Habla de la matrística porque fue criado por su mamá. Y cuando estaba planeando el álbum me vino la idea de la autopoiesis porque me encontré entrando en mis cuarenta, después de ser mamá. Es un momento importante en la vida de las mujeres. Uno, la maternidad, y dos, los cuarenta, porque de alguna manera la sociedad te dice que es el comienzo del fin. Entonces dije, bueno, cómo me reconstruyo, cómo empiezo de nuevo, y pensé en la autopoiesis. Es como hacer una sanación, una reparación profunda desde todos los ámbitos.En los Grammy dijeron autopoética, en otra parte leí antipoética y me pareció interesante cómo va mutando el término hasta transformarse en otras cosas. Además, quedé con la idea de que el medio no determina lo que sucede con los organismos ni con los sistemas sociales, sino que en el fondo el ser, o individuo, tiene características propias que lo hacen resistir. No es, por ejemplo, que si tienes un padre drogadicto vas a ser drogadicto; no es algo determinista, sino un concepto liberador.Se supone que, en griego, poiesis es lo mismo que poesía. Tú tienes posibilidad de sanarte, pero también depende del contexto en el que vivas. En mi caso, vengo de una pobla (barrio pobre) y mi situación era muy precaria y tuve la fortuna de tener la música, que me fue llevando por caminos distintos, pero soy consciente de que hay muchas personas que no tienen la música y es bien difícil salir de ese círculo. No creo para nada en la frase de que el pobre es pobre porque quiere.¿Cuándo fue la primera vez que, como artista, dijiste: esto es una obra? Toda la vida he pintado, pero nunca he dicho: esto es una obra, o sea, eso nunca me ha pasado. Dibujar, pintar, es el primer acercamiento que uno tiene desde niño. También la música; todos los niños quieren ser músicos. Siempre ha estado en mí, pero tiene poco más de diez años que siento que pinto más consciente de lo que quiero decir. Muchas veces hice ejercicios de retrato y cosas así solo para tener las técnicas, pero tampoco me interesa plasmar un retrato porque eso ya está muy hecho. Lo que me interesa es lo que quiero decir a través de una imagen.¿La pintura es lo que has desarrollado durante más tiempo? Sí, pero me interesan también otros medios. En la exposición tenemos instalación, algo que me interesa mucho. En los últimos diez años he viajado y he ido a muchos museos; me fascino y encuentro mucha poesía en las instalaciones. Yo digo que en realidad soy una poeta frustrada porque intento, a través de otros medios, contar una historia poética.Las letras de las canciones también son consideradas poesía. Bob Dylan ganó el Premio Nobel de Literatura. La poesía en mis canciones es poesía popular. Ahora bien, el bolero está considerado como patrimonio y pienso que el mundo ha ido cambiando respecto a las visiones estrictas sobre el arte: lo que es, lo que no es. Me encanta que a Bob Dylan le hayan dado el Premio Nobel. Para mí es lo mismo si hago una canción o una pintura o una instalación, o lo que sea: es una necesidad de expresión.Tus videoclips tienen harto de plástica, son como cuadros, y hay algunos de este último disco que tienen bastante relación con la pintura, también está la mujer crucificada. Esto de la autopoiesis tiene mucho del imaginario religioso porque haciendo mi análisis de qué era lo que tenía qué reparar me di cuenta que el tema religioso me había afectado a lo largo de mi vida. Fui criada religiosamente, mi abuela rezaba todos los días a Santa Gemita; es una mujer maravillosa que amo, pero, claro, crecí con estas ideas de las culpabilidades, de lo que está permitido y no. Es algo que he ido reparando a lo largo de los años.¿Y cómo se te ocurrió la idea de convocar a otras mujeres a dar cuenta de situaciones, secretos, culpas y sanarse en colaboración contigo a través del arte?Siempre he trabajado en colaboración. Pintar mis monos me parece un poco egoísta y ficticio. Me interesa que haya más mujeres contando sus experiencias, su testimonio, porque es más real; no es solo mi idea del mundo, mi visión. Y lo hago constantemente. También en la música invito a participar a otras personas, porque crezco, aprendo y siento que, si estoy en el camino de repararme, me sirve muchísimo compartir con otras mujeres. Además, ahora que soy mamá, me di cuenta que maternar también es algo colectivo. Antes los humanos criábamos a las guaguas (bebés) en comunidad. Ahora se ha vuelto algo solitario, pero antes era mucho más en comunidad. Eso es una enseñanza de que lo colaborativo siempre va a sumar.Me imagino que llegó mucha gente a participar y fue bastante trabajo hacer la selección.Fue harto trabajo y tengo que decir que tuve mis momentos de oscuridad durante esta exposición. Tuvimos horas duras leyendo todo, de ver la realidad; el trabajo con las arpilleristas también fue pesado. No pensé que me iba a afectar tanto y tuve unos meses intensos, me deprimí. Le decía a mi psicóloga: estoy triste, es muy pesado. Porque, claro, a ti te cuenta un amigo que le pasó un problema y te vas triste. Imagínate que te llegan cientos y cientos y cientos de mensajes súper duros. Uno de los que más me impactó fue el de una chica menor que abusó de otra niña más chiquitita. ¿Cómo llega una niña a este punto?, ¿por qué?, y ahí empieza un montón de cuestionamientos.Mon Laferte, ¡presente!Hace algún tiempo, Mon se enlistó en uno de los talleres del Instituto Marina Abramović. Aunque la legendaria artista de performance no los dicta personalmente, la formación que se imparte durante cinco días se basa en los postulados de Abramović y prepara para emprender performances de carácter duracional. Quizás eso envalentonó a Mon, chilena nacionalizada mexicana, para volver a su país natal y, no contenta con llevar a cabo una tremenda exhibición, está “presente” ella misma junto al público en varias intervenciones de una hora, tres veces al día durante cuatro días.¿Cómo te relacionas con el performance? Imagino que siempre está presente en la vida de una música, desde la forma de pararse en el escenario hasta el vestuario y los movimientos. Como artista escénica, cuando me subo al escenario siento que ya no soy música, soy actriz. Me cuelgo la guitarra, pero me meto en un personaje para defender las historias que yo misma escribí pero que finalmente tengo que reinterpretar. Pero el tema del performance como tal, que va a suceder aquí, es totalmente distinto porque me salgo de ese personaje, y aquí me enfrento yo, Montserrat, la mujer, y mis miedos. Una de las cosas que más me aterran es el desnudo. No conozco mucha gente que se sienta cómoda con su cuerpo en desnudez, menos frente a extraños. Marina Abramovićha sido un referente en cómo usa su cuerpo al servicio del arte. Es una inspiración y me da valor. Es como decir: Marina está aquí con su cuerpo al servicio del arte y si yo me considero una artista multidisciplinaria, por así decirlo, tiene que estar el performance presente. Estoy muy nerviosa por esta experiencia, pero creo que es parte del sanar, de la reparación a nivel profundo, emocional, intelectual y físico. El cuerpo es parte de esa sanación.Hablemos de la presidenta de México, de la ceremonia con las mujeres de pueblos originarios haciéndole un ritual, y ella llevaba un vestido bordado por todas ellas. Me recordó cuando viniste al Festival de Viña la primera vez y usaste un vestido bordado de Oaxaca.Hablando de Claudia Sheinbaum estoy muy feliz de que México tenga una presidenta. Hace 17 años, cuando llegué a vivir a México, era impensado. México era un país machista y siento que ha cambiado muy rápido. Son 17 años. Veo un avance gigante y no solo por una mujer presidenta, sino por una mujer que reconoce el valor cultural de las comunidades indígenas y el patrimonio que son las mujeres bordadoras. Siempre he intentado hacer una conversación entre el pasado y el futuro. No me interesa romantizar la idea de las mujeres indígenas bordadoras, como que eso está bien y el futuro está mal. Siento que pueden conversar ambas cosas, por eso me atrevo a usar un vestido de Oaxaca en una alfombra roja, siento que eso es el mundo ahora. Yo trabajo con Viento Florido, una orquesta de mujeres de Oaxaca, y ellas viven en la sierra, cocinan y usan su traje típico, pero también estudian, van a la ciudad y tienen celular. Así funciona el mundo de hoy.AQ