Por qué Trump quiere quedarse con Groenlandia
El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, se ha negado a descartar el uso de la fuerza militar para tomar Groenlandia. Pero la presencia militar de EE.UU. allí ha eclipsado durante mucho tiempo el puñado de buques, patrullas de trineos tirados por perros y un único avión de vigilancia operado por el garante de la seguridad de la isla ártica, Dinamarca.
La Base Espacial de Pituffik, situada en el extremo norte de Groenlandia desde el final de la Segunda Guerra Mundial, alberga a 200 militares estadounidenses y a otras 450 fuerzas y contratistas de aliados, y forma parte del sistema de alerta temprana de misiles de Washington, además de ofrecer vigilancia espacial y mando de satélites.
La base estadounidense más septentrional, a sólo unos 1500 km del Polo Norte, es el símbolo más potente de lo vital que es Groenlandia para la seguridad estadounidense. Pero es probable que su importancia geoestratégica aumente a medida que el cambio climático reconfigure el Ártico, abriendo nuevas rutas comerciales cerca de Norteamérica y situando a Groenlandia en el centro de la creciente pugna polar entre EE.UU., China y Rusia.
Según Mikkel Runge Olesen, investigador principal del Instituto Danés de Estudios Internacionales (DIIS): "Para EE.UU., el problema es el interés chino y ruso por el Ártico. EE.UU. ha empezado a ver el Ártico como una región de competencia geopolítica. Para EE.UU. es muy importante mantener a las otras grandes potencias fuera de Groenlandia."
Cuando Trump expresó por primera vez su interés en comprar Groenlandia en 2019, lo enmarcó como "un gran negocio inmobiliario" y enfatizó los aspectos económicos de arrebatársela a Dinamarca. Esta vez, su enfoque ha cambiado. "Necesitamos Groenlandia por motivos de seguridad nacional", dijo el martes, al tiempo que mencionaba la necesidad de disuadir a los buques rusos y chinos.
La mayor isla no continental del mundo sólo tiene 57.000 habitantes, pero juega un enorme papel en materia de seguridad. Se encuentra al principio de los pasos noroeste y noreste del Ártico, que probablemente se abrirán más a la navegación comercial con el deshielo, y está cerca de rutas cruciales para los submarinos rusos y de otros países.
Considerada parte de la masa continental norteamericana, Groenlandia es un territorio autónomo de Dinamarca cuya capital está más cerca de Washington DC que de Copenhague.
"Groenlandia está íntimamente relacionada con nuestra seguridad por muchas razones y lo ha estado visiblemente desde la Segunda Guerra Mundial", declaró recientemente a The Free Press John Bolton, el ex asesor de seguridad nacional de Trump cuando planteó por primera vez la idea de comprar Groenlandia.
Bolton añadió: "Sabemos por los repetidos esfuerzos de los chinos por extender su influencia, que quieren convertirse en una potencia en el Ártico... Así que dada la proximidad geográfica de Groenlandia a EE.UU.... Obviamente es un interés estratégico".
La cuestión es si la postura agresiva de Trump, que amenaza con una acción militar contra un aliado de la OTAN, ayuda o dificulta los intentos de EE.UU. de reforzar su seguridad en Groenlandia.
El tono de la respuesta de Dinamarca ha sido notablemente blando, aunque ha insistido en que Groenlandia no está en venta. Lars Løkke Rasmussen, ministro de Asuntos Exteriores danés, declaró el miércoles que estaba dispuesto a discutir con EE.UU. "cómo podemos cooperar aún más estrechamente de lo que ya lo hacemos para garantizar que se cumplan las ambiciones estadounidenses [en el Ártico]".
Dinamarca, cuya presencia de tropas en Groenlandia se limita a un Mando Ártico de sólo 75 personas, ha intentado demostrar a EE.UU. que está dispuesta a mejorar su presencia de seguridad en la isla.
Anunció un aumento de u$s250 millones en capacidades de vigilancia en Groenlandia y las Islas Feroe, otro territorio autónomo danés, en 2021. Y en la víspera de Navidad del año pasado, justo después de que Trump volviera a expresar su deseo de controlar Groenlandia, el ministro de Defensa danés, Troels Lund Poulsen, declaró que el país nórdico invertiría hasta u$s2000 millones en nuevos buques, aviones no tripulados y equipos de trineos tirados por perros, reforzaría su Mando Ártico y ampliaría la pista de un aeropuerto para acoger aviones F-35 en la isla.
Sin embargo, los retos que plantea la defensa de la inmensa isla quedaron patentes en 2023, cuando un crucero encalló en la costa oriental de Groenlandia y el primer buque de rescate del ejército danés tardó cuatro días en llegar.
Olesen, del DIIS, señala: "Es una situación muy delicada para Dinamarca... Pero Dinamarca ha sido muy complaciente con EE.UU. en Groenlandia. Así que es desconcertante que EE.UU. necesite hacer esto porque ya tiene vía libre".
Expertos y funcionarios groenlandeses afirman que se ha hablado de aumentar la presencia militar estadounidense en la isla ártica, posiblemente incluso mediante una segunda base. Hace varios años, un actual ministro groenlandés declaró que estarían "encantados de ver más" fuerzas de defensa estadounidenses en la isla, describiéndolas como "tranquilizadoras".
El impulso para que Groenlandia se independice de Dinamarca, que probablemente tendrá un gran protagonismo en las elecciones de abril pero para el que aún falta mucho debido a
los problemas económicos, no haría sino aumentar la necesidad de un garante de seguridad exterior que ayude a defender la isla, así como la necesidad de inversores extranjeros.
"No queremos una nueva potencia colonial. Pero está claro que no podemos ocuparnos nosotros mismos de la defensa, ni en dinero ni en personas", afirma un funcionario groenlandés.
Bolton sugiere que Trump haría bien en "cerrar la boca" y permitir que los funcionarios de Washington, Copenhague y Nuuk elaboren una nueva relación. Pero parece poco probable que el presidente electo siga ese consejo, subrayando que Dinamarca debería renunciar a Groenlandia "porque la necesitamos para la seguridad nacional".
Olesen señala que, en última instancia, serán los groenlandeses quienes tendrán que decidir, y que Trump necesitará no sólo amenazar, sino demostrar lo que puede ofrecerles en términos de seguridad. "¿Qué está dispuesto a ofrecer EE.UU. a Groenlandia? Antes de verlo, es difícil saber cómo actuará Groenlandia", añade.