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Deborah Colker, coreógrafa: “Frida y Diego no son sólo mexicanos, son del planeta”

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La noche del jueves 30 de octubre fue mágica, llena de poesía, para la directora de escena, coreógrafa y bailarina brasileña Deborah Colker, histórica quizás para las artes escénicas y la poesía iberoamericana.Mientras en Ciudad de México, en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la UNAM, presentaba su coreografía Perro sin plumas (O cão sem plumas), inspirada en el poema homónimo de su compatriota João Cabral de Melo, en la Metropolitan Opera House de Nueva York corría la última función de su puesta en escena de Ainadamar, la ópera compuesta por el argentino Osvaldo Golijov, inspirada en la relación de la actriz Margarita Xirgu y el poeta Federico García Lorca.Colker (Río de Janeiro, 1960) recibe a Laberinto en un camerino del escenario universitario y muestra feliz el chat que tiene con la soprano Gabriella Reyes, protagonista esa noche histórica de Ainadamar, cuya puesta en escena de la carioca se había estrenado en 2022 en Glasgow con la Scottish Opera.“Ya le mandé mucha mierda, suerte y todo eso”, comenta la artista, contenta, fiel a esa tradición teatral.La entrevista se desarrolla como el río al que alude el poema de Cabral de Melo, caudaloso en las respuestas de Colker, a quien no parece preocuparle la inminente función. Ríe y llora, muy apasionada.Vino a México para presentar Perro sin plumas también en el Festival Internacional Cervantinos, no sin contratiempos en la aduana del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles para recuperar la escenografía. Y dio a conocer que, después del éxito con Ainadamar, la MetOpera decidió encargar a Colker la producción para 2026 de El último sueño de Diego y Frida, de la compositora de origen guatemalteco Gabriela Lena Frank, con libreto del ganador del Pulitzer, el cubano Nilo Cruz, que un elenco y equipo casi por completo mexicano, encabezado por Lorena Maza, estrenó en 2022 en la Ópera de San Diego.“Ahora no tendremos en el estreno en la MetOpera a ninguno de México”, adelanta Colker, quien trajo su compañía por primera vez en 2007 para presentar su espectáculo Rota en el Cervantino y la UNAM.Perro sin plumas es un espectáculo coreográfico diferente al de Rota, se nota el paso de Colker por el Cirque du Soleil, con el que montó Ovo (Huevo), con un escenario y escenografía también diseñados por Gringo Cardia en el que danza y movimiento no sólo son protagonistas, también los audiovisuales.“Empezamos a desarrollar y experimentar con el vocabulario de los movimientos de lo que sería Perro sin plumas: ¿Qué vamos a hacer? ¿Cuál es el significado? ‘¿Qué quiero? Es muy importante el foco y encontrar el camino. Mi pensamiento viene junto. La idea, el movimiento, el cuerpo, el espacio, para mí son muy importantes. ¿Dónde es Perro sin plumas? ¿Es un río? ¿En qué lugar de Brasil? ¿Es caliente? ¿Cuál es el color? ¿Cuál es la densidad, la textura? O como son las casas en la favela. ¿Cómo es una favela? ¿Cuál es la vivencia de alguien dentro de la favela?”, expone Colker sobre su creación. “Yo trato de traer para adentro y buscar de adentro para afuera. Masticar la idea, el significado, experimentar en el cuerpo. Y, muchas veces, yo no sé lo que es, pero sé lo que no es. Porque es muy importante no perder el foco, el camino. Y cuando experimento con arte, con arte contemporáneo, que al principio puede todo, está errado. No se puede todo. Siempre tiene un tema, tiene un poema”, agrega. Hoy se siente más directora de escena que coreógrafa o bailarina y cuenta que en la MetOpera, el compositor de Ainadamar, Osvaldo Golijov, le comentó que nunca pensó que su obra sería bailada.“Y es eso: todos bailan, todos cantan. Es algo impresionante. No es porque sea yo coreógrafa, sino porque cuando escuché la música, la música me pedía que yo hiciera eso. No es porque yo sea coreógrafa y sea más fácil coreografiar todo. No, la obra, la música, el flamenco, las palmas, la manera de cantar, necesitaba ser el cuerpo, no podría estar como en la ópera”, justifica la artista brasileña.¿Qué es un escenario para Deborah Colker?El espacio, ahora cada vez más, tiene que ir junto con el significado de la obra. Por ejemplo, en Ainadamar son sólo cuatro mesas, que son como los tablaos de flamenco, de la calle, de los bares, que voy juntando, cambiando, porque tengo esa locura de cambiar, de investigar cosas diferentes. Hago una barricada con ellos y junto todos en una línea y los muevo como un reloj, hablando un poco del tiempo, de la vida, de la muerte. El escenario tiene que bailar con el movimiento y tiene que hablar con las palabras, con la música, todo debe estar interconectado. Para mí, el escenario no es ilustrativo, decorativo. Es algo que te pertenece, como la extensión del cuerpo, entonces tiene que estar adentro.Hay otra coincidencia en Ainadamar y Perro sin plumas: tratan de poetas, García Lorca y Cabral de Melo.A Cabral de Melo (1920-1999) le gustaba mucho García Lorca (1998-1936). Él era de Pernambuco, de donde era el padre de mis hijos, un fotógrafo increíble de quien son las fotos de este espectáculo de Perro sin plumas. Y el río del que habla en el poema es el Capibaribe, que atraviesa ese estado. Hace unos 42 años estaba con el padre de mis hijos y me hablaba de João Cabral de Melo, de este poema, de ese verso que dice que la sangre de un hombre es más espesa que el sueño de un hombre. Él me hablaba de la palabra espesa, de la vida que es espesa, de la fuerza que es espesa. Pasó el tiempo y un día estábamos en un tráfico horrible y él me dio el libro que empecé a leer en el coche. “Como un río que atraviesa una ciudad”. Y atravesó mi ser, mi cuerpo. Y dije: tengo que hacer esto. Estaba en ese momento mío de la tragedia y la riqueza, de gritos y silencio, de la vida y la muerte.¿Cómo llevó ese río a su espectáculo coreográfico de Perro sin plumas?Es muy importante, para seguir a João Cabral, entender que el río es el río. Hice una tarea, un estudio de transformar el cuerpo en agua, como el hielo en el whisky, que se tiene que transformar, desaparecer y fluir. Entonces es la idea del líquido, del agua que atraviesa por debajo, por arriba, el agua de los peces, los hombres, los cangrejos, la memoria de lo que viene y de a dónde va. El río también trae la historia de la gente que vive en el interior de Pernambuco; empieza chiquito y va creciendo, alargándose hasta llegar a la ciudad. Y cada vez está más descuidado con basura, basura, basura, basura. Y la gente que tiene plata construye edificios al lado de las riberas. El río es agua para la vida, da vida. Lo seco es la miseria, la tierra sin agua es el desierto. Escribió su poema en 1950 cuando leyó en Barcelona una noticia sobre la natalidad y mortalidad en Brasil comparada con la de India.¿Y cómo llegó a García Lorca?Ya lo conocía, pero no tenía relación. Cuando me invitaron a hacer Ainadamar a la Scottish Opera, leí el libreto y empecé a ir detrás de García Lorca, más y más. Y así me casé con García Lorca. Me casé también con João Cabral de Melo. Y ahora estoy casada con Diego Rivera y Frida Kahlo, con ambos.¿Qué problemas enfrenta al llevar a un espectáculo de artes escénicas historias de personas reales como García Lorca, Margarita Xirgu o próximamente de Diego Rivera y Frida Kahlo?Tenemos que tener mucho cuidado. Porque son personas a las que muchos conocen. Fuimos con la compañía a Uruguay y, en el Teatro Solís de Montevideo, había una amiga de Xirgu. ¿Cómo construir una Xirgu, un García Lorca, que tienen biografías y todo eso? Es difícil. Tenemos que leer, estudiar, hablar con gente que te dé consistencia. ¿Qué se hace? Hay cosas que por poética; si uno hace un poco, no tiene problema, porque no es documental, ni folclor, sino obra de ficción. Por ejemplo, vi la película de Frida, que hizo Julie Taymor en 2002; después, una serie de cuatro capítulos sobre Frida. Y acabo de ver un documental (de Carla Gutiérrez). Son precisos, pero con pequeñas diferencias. Por ejemplo, dicen que Frida estaba enojada con Diego porque éste la traicionó con su hermana. Era un mujeriego. Y mucha gente dice que ella no lo quería más. Yo no pienso así. Creo que nunca dejó de amarlo.¿Cómo va a lidiar con esos contextos, prejuicios, valoraciones a la hora de proyectar con la poética de Deborah Colker la ópera El último sueño de Diego y Frida en la MetOpera?Sí, es muy difícil, porque Frida es como Marilyn Monroe: un ícono. Diego también es un muralista, un artista con una extensión de personalidad. Todo el mundo sabe quiénes son Diego y Frida. Yo no voy a hacer una biografía; voy a dar mi mirada en esta ópera tratando de encontrar sentimientos o parte de la vida de los dos. Y también en conexión con la idea del amor y de la vida que tiene México, porque la obra transcurre el día 2 de noviembre, Día de los Muertos. La idea es que Frida había muerto tres años atrás y Diego no quiere estar más acá, está clamando por Frida, por Catrina, por el Mictlán. Se trata de hacer algo mío. Frida y Diego no son solo mexicanos, son del planeta, del mundo, de la Tierra. Esa dimensión tiene que ser importante: son universales. Por supuesto, que estaré buscando las cosas de México, trayendo los colores, los sabores de México, intentando traer esto hacia adentro de Frida. Pero, Frida y Diego son mayores, son del planeta. ¿Eso influyó para que el elenco en la MetOpera no vaya a ser mexicano en 2026?Si piensas en la película de James Bond (007: Spectre, 2015), está el Día de Muertos, no se perdió. Las referencias de Frida y Diego no son sólo de México. Hay mezclas. Tienen el odio por España, lo colonizador, lo conquistador, pero también la influencia de Picasso y de muchos otros que eran próximos. Yo soy coreógrafa; entonces, lo que veo es el cuerpo de Frida, mutilado, la prisión de este cuerpo, pero también la alegría y la vida de este cuerpo.¿No es irónico que a un cuerpo que no se puede mover le vaya a hacer coreografías? No se puede mover, pero se puede mover con los ojos, con la pintura, con la alegría, con el sentimiento, con las palabras, con todo. La última frase que dijo fue: ¡Viva la vida!. Por eso quiero partir del cuerpo.ÁSS