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La cara oculta de la vida de Ernesto de Hannover en Madrid: malas formas, agresiones y vetado como comensal

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Abc.es 
Tiempo después de la pandemia, el aristócrata Ernesto de Hannover se mudaba a Madrid enamorado de la hija de Pitita Ridruejo , Claudia Stilianopolus , con la idea de asentar la cabeza más cerca de los 70 que de los 60 años. Ernesto conoció a su pareja en 2021 en Ibiza e inseparables desde entonces, aunque no sin los debidos altibajos provocados por la personalidad de quien destaca por su irascibilidad, ambos iniciaban una nueva vida en la capital de España con excusa familiar. Su hijo menor, Christian de Hannover , vive una vida madrileña de lujo junto a su mujer Sassa de Osma y sus mellizos desde hace varios años y para estar más cerca de ellos el Príncipe alemán y su novia aterrizaron con las maletas aparentemente vacías de escándalos dispuestos a disfrutar de su nueva vida. En Madrid tenía un amigo chef que le definió para 'La Razón' como «un hombre divertido, cercano, afectuoso, lleno de cualidades humanas y un carácter que la gente debería conocer, en lugar de hablar de sus arrebatos que son algo ocasional, como los de cualquier persona». Sin embargo, el aristócrata que acumulaba numerosos altercados públicos por su conocido problema del alcoholismo no pudo pasar mucho tiempo sin ser fiel a su naturaleza agitadora y enseguida le pasaba factura en su recién estrenada vida en la capital. Tras sus episodios de orinar en la vía pública o los paraguazos a la prensa, Ernesto de Hannover fue expulsado del hotel Palacio de los Duques Gran Meliá, donde residía desde su llegada a la ciudad, debido a un enfrentamiento con uno de sus empleados. Y después de pasar un tiempo en el Santo Mauro, que no ha dejado de frecuentar, se alquilaba una vivienda en el barrio de los famosos. Ahora a sus 70 años vive en la lujosa zona de Puerta de Hierro y, además de ser un habitual de otros alojamientos como el hotel Relais Chateaux Orfila, su tendencia a la vida poco discreta le ha hecho pasar más tiempo del esperado entre fiestas y veladas en los restaurantes, de lugares como la plaza de la Independencia y discotecas más exclusivas de Madrid. En los últimos días, el aristócrata pasó por dos locales antes de despedir el año y ambas visitas terminaron en trifulca. Quien en 2021 ya se sentó ante un juez por agresión a la policía, amenazas y desorden público en pleno estado de embriaguez, fue obligado a someterse a psicoterapia para desintoxicarse de sus adicciones. Pero lejos de mejorar sus días ha provocado todo lo contrario. En las calles madrileñas, sus comportamientos agresivos le enfrentaban a Claudia e incluso a su hijo Christian, y en los restaurantes de la zona, su afición a la bebida a sus trabajadores. La semana pasada, el aún marido de Carolina de Mónaco protagonizaba, en pleno servicio de comidas del Le Bistroman Atelier, un altercado que pasó en un principio desapercibido hasta que una mala reseña de su pareja desencadenó la exposición de la verdadera cara del aristócrata por parte del chef del local. «Comida bien. Calidad humana 0. Comí con un amigo diabético que tuvo una caída de azúcar, que al recuperarse pierde la conciencia tras atragantarse. Le hice la maniobra de Heimlich y se recuperó saliendo a pie. La ambulancia llegó ya cuando quedó recuperado. El dueño llamó diciéndome que no volviera, ya que la primera vez que fuimos rompió una copa y la segunda vez que fuimos fue grosero», escribía Stilianopolus su versión de los hechos. Pero en sus redes sociales, el cocinero Stéphane del Río destapó la realidad. «Resulta que viene a comer por tercera vez un aristócrata europeo asiduo a las portadas de prensa rosa y con un problema de alcoholismo conocido mundialmente. Rompe copas, las tira a los camareros, insulta al personal y a los otros clientes, grita, agrede al personal sanitario del Samur que viene a atenderle por un atragantamiento y se va cayendo de la borrachera. Las tres visitas igual, la del Samur, la última. Cuando le digo a la mujer que si se comportan así la próxima vez avisaré a la policía, se enfada y me pone una mala crítica mintiendo sobre lo ocurrido», contó del Río en X. Sobre el mismo hecho, la versión de los comensales desvelaba que Ernesto tras haber bebido antes metió un cigarro en la sopa de Claudia, lo que provocó que subiera el tono de su discusión, que él se cayera al ir a pagar perdiendo el conocimiento, y que iniciaran la escena. Días más tarde, el aristócrata volvía a dar la nota en el restaurante Tse Yang junto a unos amigos cuando casi vuelve a caerse de la silla. Al historial de malas formas que ya comenzó a fraguarse por todo el mundo se sumaba así Claudia como compañera de aventuras en Madrid cuando la relación de Ernesto con su hijo mayor y su hija Alejandra de Hannover es nula por la problemática que arrastra. Su actual pareja es su mayor apoyo y, según 'Vanitatis' no se descarta que sea el único sustento económico de aquel que destacaba por su lujosa vida y que, tras despilfarrar su patrimonio ahora arruinado vive por encima de sus posibilidades. Según expresaron sus abogados en el juicio del altercado de 2021, el aristócrata se sentía «aislado y traicionado por su propio hijo», quien puede ser el verdadero origen de su debacle económica y personal. Por su estilo de vida de fiestas y excesos, a partir del año 2000 Ernesto se quedó sin liquidez y se vio en la obligación de ceder las propiedades familiares alemanas y los bienes culturales al Príncipe heredero para protegerlos de los acreedores. A cambio se embolsaba varios millones de euros provenientes también de la subasta de algunos tesoros artísticos. Pero como Ernesto de Hannover Jr. vio que no podía hacerse cargo de los gastos de renovación del Palacio de Marienburg, el joven vendía en 2018 la residencia familiar por un euro. Esto fue la gota que colmó el vaso de Ernesto y demandó a su hijo por «grosera ingratitud», llegando ambos a los tribunales y él a la ruina tras perder la razón y endeudarse por su defensa. Según informó 'Bunte', el aristócrata pidió ayuda al abogado Malte Berlin para participar con su empresa en la demanda y así ahorrar costes y tener la posibilidad de reportar beneficios. Pero tras enemistarse con sus socios, tuvo que hacer frente a los millonarios gastos, la quiebra de su empresa y la denuncia de su ya exabogado por el impago de más de 74.000 por sus honorarios. Por el momento, y después de que el juez estipulase que si Ernesto abonaba 50.000 euros antes de terminar el año pasado la deuda quedaba saldada, el escandaloso prosigue con su vida en Madrid sin liquidez, pues todavía pide dinero a su primera mujer Chantal Hochuli para poder realizar pagos, asuntos legales pendientes y sin poder volver al restaurante francés en el que comió tres veces.