El dilema de Starlink en África: ¿Un arma de guerra o un facilitador del desarrollo?
Delta del Níger, Nigeria, diecisiete de enero de 2024. Hace calor. Un calor húmedo que se conjuga con los gases del río para adquirir un tacto pegajoso al adherirse a la piel. Cien kilómetros a la redonda se repite un paisaje verde, el manglar, intercalado con las calvas marrones y negras provocadas por los vertidos de petróleo, las llamaradas de fuego que escupe el codiciado gas y las barcazas de civiles y hombres armados que se deslizan por los laberintos acuáticos. Porque el delta del Níger es el lugar exacto donde Nigeria extrae sus abundantes reservas de petróleo, y aquí se mezclan los desastres medioambientales (un líquido negro que se extiende cuando estallan los oleoductos) con los grupos armados que luchan por el poder y el control de los recursos.
En un control de la empresa de seguridad privada Tantita Services, situado en uno de los márgenes del río, una compañía de hombres fieros espera a que concluya el día con los ojos entrecerrados y la mente condensada por el calor. En el centro del patio de armas, colocado sobre un bidón de gasolina oxidado, centellea un router satelital de marca Starlink que destaca por encima del paisaje desgastado, como una espada brillante e impermeable que se agita inmune a los vicios de la batalla. Es la huella de Elon Musk en el corazón de las tinieblas.
Cuando se quiere hablar de las telecomunicaciones del continente africano, buscando comprender la aportación revolucionaria que podrían significar los satélites del multimillonario sudafricano, haría falta conocer primero que apenas el 38% de los africanos tuvieron acceso a internet en 2024. Muy por debajo del 68% que configura la media global e infinitamente por debajo del 94% que se estipula en la Unión Europea. África está a la cola en lo referente al acceso a Internet y es prioridad buscar un remedio factible para aquellas poblaciones más remotas y con mayores dificultades para acceder a la red según los medios convencionales. El delta del Níger es un buen ejemplo, pero tampoco deben olvidarse el desierto del Sáhara o las zonas selváticas que caracterizan al continente, donde la falta de internet puede suponer un atributo exótico y excitante para los turistas, pero que realmente significa un grave obstáculo en el camino del desarrollo.
La revolución comenzó en Nigeria, el país más poblado del continente, en enero de 2023. Una vez concedida esta primera licencia (porque Starlink no puede, en teoría, operar en los países donde no reciba un permiso expreso por parte de sus gobiernos), se amontonaron las naciones africanas dispuestas a subirse al tren del progreso que pueda reducir esta distancia abismal en lo que respecta al acceso a Internet. Y desde aquel primer paso en Nigeria, hasta trece países africanos se han sumado a los servicios que ofrece la amplia red de satélites Starlink: Ruanda, Mozambique, Kenia, Malaui, Benín, Zambia, Esuatini, Sierra Leona, Sudán del Sur, Madagascar, Botsuana y Ghana. Se espera que nuevos países, como Angola o Sudáfrica, se sumen a la lista en 2025.
Starlink juega con un interesante rango calidad-precio, donde cada país es un caso aparte. Por ejemplo, en Nigeria, un router de marca Starlink tiene un coste de 590.000 nairas (360 euros), mientras que un router de la compañía MTN apenas cuesta 20.000 nairas (12 euros). Sin embargo, Starlink cobra 75.000 nairas (46 euros) al mes a cambio de internet ilimitado… mientras que MTN cobra 240.000 nairas (148 euros) por el mismo servicio. Por norma general, comparando precios en Ruanda o Botsuana, el precio mensual de los servicios de SpaceX suele ser superior al de los proveedores de internet convencionales, con una condición fundamental para comprender su éxito: los routers convencionales son conocidos en África por los cortes de internet, los fallos de conexión y los errores diversos que hacen de la red wifi africana extremadamente débil e insegura. Una realidad desesperante, como sabe cualquiera que haya visitado un hotel del continente que no sea un cinco estrellas o el lodge de su luna de miel.
Starlink no sufre este tipo de desavenencias porque su amplia red de satélites ofrece cobertura a casi cualquier punto del planeta; haciendo que su coste, aunque superior al de los routers de las compañías telefónicas, sea pagado con gusto por aquellos que deseen un acceso a internet de calidad y sin interrupciones. Satrlink es la alternativa a un internet lento y desesperante. Igual que puede considerarse como una alternativa a la censura que imponen determinados gobiernos africanos a internet, que consideran además la red como una útil herramienta para difundir campañas propagandísticas y manipular procesos electorales. En Etiopía, por ejemplo, el gobierno de Abiy Ahmed ha bloqueado el acceso a redes sociales y sitios web de noticias en el contexto de disturbios políticos o conflictos armados, mientras que un informe publicado en 2023 por el Center for Strategic and International Studies (CSIC) indicó que Starlink podría desafiar este tipo de dinámicas al ofrecer medios alternativos para acceder a la información.
Los últimos dos años han supuesto una explosión. Porque, en realidad, Starlink no se utiliza únicamente en países africanos con la licencia requerida. Un ejemplo práctico podría encontrarse en el norte de Mali, país en el que Starlink no posee una licencia del gobierno para operar pero donde los rebeldes de Azawad utilizan, pese a ello, el sistema de satélites de Elon Musk. Los rebeldes se sirven de ellos para coordinar sus fuerzas, controlar drones, gestionar sus operaciones e incluso publicar en sus redes sociales para expandir su propaganda. Existen múltiples pruebas gráficas que demuestran su uso. Porque Starlink permite a ciertos colectivos escapar de las restricciones de internet impuestas por los gobiernos locales y convierten los satélites de SpaceX en una alternativa útil en los casos donde el internet convencional no está operativo.
Una regulación relativa
En resumen, si un individuo o colectivo posee un router de la marca Starlink en un país donde su uso no es oficial, escapa a las restricciones de red impuestas por los gobiernos locales por no existir un control sobre su acceso; si el router se utiliza en una nación donde Starlink sí que está regulado, la teoría dice que también podría escapar a los cortes de internet, aunque la práctica demuestra que Elon Musk no tiene ninguna intención de contravenir el curso legal de los territorios donde opera. En estos casos, la empresa del sudafricano acepta cortar el acceso a internet de sus usuarios, aunque podría negarse a hacerlo. Esto ofrece un importante poder a Musk, que podría negarse a cortar el acceso a internet en determinadas naciones aún cuando los gobiernos locales lo soliciten… con la consecuencia lógica de que dichos gobiernos acabarían prohibiendo Starlink en sus territorios.
De hecho, el “pelotazo” del internet de Musk en África ha reducido su marcha en los últimos meses. En el pasado mes de abril, Starlink envió una serie de correos electrónicos a sus usuarios en naciones africanas donde el servicio no estaba permitido, advirtiendo que se restringiría el roaming. Países como Sudán, donde el uso de Starlink se ha multiplicado a raíz de la guerra civil iniciada en abril de 2023, o Sudáfrica, se encontraban entre los afectados.
Ahora merece la pena leer este párrafo publicado por el medio digital Bloomberg: “Los avisos de Starlink se produjeron después de una investigación realizada en marzo por Bloomberg News, que reveló por primera vez hasta qué punto los satélites de Musk se están utilizando en países de todo el mundo donde es ilegal operar, incluso en territorios gobernados por regímenes represivos. La facilidad de contrabando de los kits y la gran disponibilidad de Starlink en el mercado negro sugirieron que su uso indebido era un problema sistémico global y plantearon preguntas sobre el control de la compañía de un sistema con dimensiones de seguridad nacional expansivas”.
Pese a ello, los usuarios de los países señalados continúan en su mayoría teniendo acceso a internet por medio de los satélites de SpaceX, por lo que el cambio sucedido tras la investigación de Bloomberg ha sido mínimo. Esto se debería al complejo conflicto moral que presenta Starlink en las zonas de conflicto. Por ejemplo, en Sudán, los paramilitares agrupados en las Fuerzas de Apoyo Rápido (uno de los bandos enfrentados en la guerra civil) escapan a las restricciones de internet gracias al uso de Starlink, por lo que se podría considerar que los satélites facilitan el conflicto; por otro lado, los civiles y las organizaciones humanitarias, que también sufren estos cortes en la red, mantienen el contacto con el mundo gracias a Starlink, que cumple en este caso una labor humanitaria fundamental. Se formula así la duda de si es una herramienta para la guerra o una herramienta humanitaria.
Cuando Starlink anunció que cortaría el roaming en Sudán, casi cien agencias humanitarias advirtieron en un comunicado colectivo a Elon Musk que estaba “castigando colectivamente” a millones de sudaneses. En el comunicado indicaron que “cualquier cierre de los servicios de telecomunicaciones es una violación de los derechos humanos […] que no sólo aislará a las personas […] sino que también exacerbará la ya grave situación económica a la que se enfrentan millones de personas”.
El yin yan aplica en esta situación. Starlink se puede traducir como una herramienta sumamente útil a nivel social… pero también puede beneficiar a los grupos armados que operan en África. Igualmente, el afamado sistema se enfrenta a otros obstáculos en el continente. En Nigeria, por ejemplo, donde apenas un 55% de la población tiene acceso a Internet, la introducción de Starlink en el mercado provocó una avalancha de compras que terminó por agotar las existencias en las principales ciudades del país. La compañía respondió, siguiendo un modelo capitalista de cajón y considerando la devaluación de la naira en el último año, aumentando el precio de los kits Starlink (que pasarían de 440.000 a 590.000 nairas) y de los planes mensuales de internet (que pasaría de 38.000 a 75.000 nairas).
Si bien puede confirmarse que el aumento de precios sigue las leyes del mercado, los reguladores nigerianos no vieron con buenos ojos este incremento y suspendieron temporalmente la entrada al país de nuevos pedidos de Starlink. Esto ocurrió en octubre de 2024 y las negociaciones duraron apenas dos meses. Finalmente se decidió que se aplicarán las nuevas tarifas a partir de enero de 2025, demostrándose de esta manera el limitado poder de negociación de determinados gobiernos africanos que son incapaces de ofrecer por sí mismos un acceso a internet consistente. Y que necesitan de Starlink para avanzar en este campo.