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Cómo son los "buques fantasma" rusos y por qué son tan peligrosos en alta mar

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La flota de cargueros comerciales y petroleros de Rusia está en el punto de mira por su obsoleto mantenimiento y la envejecimiento de los barcos. E último accidente lo hemos visto este mismo martes cuando el carguero ruso Ursa Major se hundió entre España y Argelia tras una explosión en la sala de máquinas. De los 16 tripulantes, 14 fueron rescatados y dos permanecen desaparecidos.

La flota rusa ha experimentado cambios significativos en respuesta a las sanciones internacionales impuestas tras la invasión de Ucrania. Para mantener sus exportaciones de petróleo, Rusia ha recurrido a una "flota fantasma" compuesta por buques antiguos y, en muchos casos, sin seguros reconocidos. Se estima que esta flota ha duplicado sus entregas de petróleo, alcanzando los 4,1 millones de barriles diarios.

Muchos barcos de esta flota tienen décadas de antigüedad y no cumplen con estándares internacionales de seguridad marítima. Esto aumenta la probabilidad de accidentes, como derrames de petróleo o naufragios. Ejemplo reciente es el hundimiento de los petroleros en el estrecho de Kerch, que provocaron desastres ecológicos. Transportan productos como petróleo, químicos y combustible bajo condiciones que pueden derivar en vertidos graves, especialmente en mares vulnerables como el Mediterráneo o el Ártico.

Muchos de estos barcos operan sin seguros reconocidos, lo que complica las reclamaciones en caso de accidentes o desastres. También se cree que algunos de estos barcos podrían estar involucrados en actividades ilícitas, como el transporte de mercancías sancionadas, armas, o suministros estratégicos para conflictos armados.

Además, en no pocos casos evitan los sistemas de seguimiento como el AIS (Sistema de Identificación Automática), lo que dificulta monitorearlos y aumenta el riesgo de colisiones con otras embarcaciones.

Esta estrategia ha permitido a Rusia sortear las restricciones, pero ha incrementado los riesgos ambientales y de seguridad. Recientemente, dos petroleros rusos, el Volgoneft 212 y el Volgoneft 239, naufragaron en el mar Negro durante una tormenta, provocando un derrame de miles de toneladas de fuel y causando un desastre ecológico, que ya suma un vertido de más de 200.000 toneladas el agua.

Según denuncian los ecologistas, el vertido de fuel del 15 de diciembre en el estrecho de Kerch, que separa el mar de Azov y el mar Negroha podría dejar 200.000 toneladas de suelo del litoral contaminadas a medida que el combustible vaya llegando, según las autoridades rusas.

En noviembre de 2023, el buque de carga ruso Sevastopol naufragó en el mar de Japón debido a condiciones climáticas adversas. El barco transportaba maquinaria pesada y contaba con una tripulación de 12 personas, de las cuales 10 fueron rescatadas con vida, mientras que dos se reportaron como desaparecidas. Otro incidente no menor ocurrió el 1 de julio de 2019, cuando un incendio a bordo del submarino nuclear ruso Losharik en el mar de Barents causó la muerte de 14 marineros. El incidente, aunque no involucró a un buque comercial, generó preocupación internacional debido a la naturaleza nuclear de la embarcación y la opacidad en la información proporcionada por las autoridades rusas.

La Unión Europea ha intensificado sus sanciones, apuntando a esta "flota fantasma" que transporta petróleo y gas ruso, así como grano ucraniano robado. Las nuevas medidas buscan frenar el apoyo extranjero a Rusia y limitar la transferencia de tecnología y recursos que favorecen su maquinaria bélica.

A pesar de estas sanciones, Rusia ha invertido al menos 10.000 millones de dólares en esta flota desde 2022, minimizando el impacto de las restricciones internacionales. Sin embargo, la antigüedad y el mal estado de estos buques representan un riesgo ambiental significativo, como lo demuestra el reciente vertido en el mar Negro.