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Cuando Hosokawa y Shubert casan a la perfección

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Abc.es 
Parece algo fuera de toda duda que los profesores de la Orquesta de Valencia y su director titular Alexander Liebreich se entienden a la perfección, y ello se traduce en sólidas lecturas de las obras programadas, además de una flexibilidad más que notable de la formación cuando recibe la visita de un director invitado. Tres cuartos de entrada en la Sala Iturbi a pesar de un frío inclemente, y dos obras en los atriles que se complementaron a la perfección: siguiendo la afinidad de Liebreich por la música de nuestro tiempo, un concierto que es estreno en España aunque se trata de una obra de hace cuatro años, del compositor japones Toshio Hosokawa , con la gran violinista alemana Verónika Eberle, y una obra maestra del gran repertorio clásico como la novena sinfonía de Franz Schubert apodada merecidamente la Grande, yo personalmente diría «la enorme», por lo excelso de esta música de un creador en estado de gracia. Una sinfonía de una perfección melódica y rítmica realmente apabullante y que nos invita, junto con la octava, a imaginar de lo que hubiese sido capaz el genio austriaco de no habernos dejado con apenas 31 años de edad. Eberle , originaria de Donauwörth, pequeña ciudad del sur de Alemania es dedicataria de la obra compuesta con ocasión del nacimiento de su hijo, aborda la obra desde el absoluto conocimiento y la interiorización una música que es un estado emocional, donde el tiempo se diluye y se crea un estado que tiene más que ver con lo armónico las texturas y la tímbrica, como es característico en la música japonesa de las últimas décadas. Son siete partes breves que se tocan sin pausas, a lo largo de unos intensos veinte minutos. Una cadenza alternando el arco con los pizzicatos es la tercera parte. La quinta parte es un diálogo virtuoso entre el violín, la flauta y más tarde el violonchelo, excelentes en este caso Salvador Martínez y Mariano García. Tras ello el violín sinuosamente navega en un mar de texturas desplegado por la orquesta hacia un final que es pura dilución del sonido. Tal como nos cuenta Paco Yañez en sus notas al programa, la obra podría decirse que es programática desde el momento que describe el periodo de gestación del futuro bebé que viene representado por el violín, y las vicisitudes del futuro ser todavía en el vientre materno. Nunca defrauda Liebreich cuando aborda el repertorio contemporáneo del que es fiel devoto . Procura siempre un cuidado en las texturas y los colores de la música y son cuestiones que sabe transmitir a su orquesta puesto que la de Valencia es una formación que siempre responde a un repertorio exigente por la intrínseca dificultad de muchas partituras y por lo ignoto al tratarse en muchos casos de estrenos para la orquesta. Hasta tres veces tuvo que saludar la violinista alemana lo que le obligó a una original propina pues en este caso fue el Andante dolce perteneciente a la Sonata para violín de Prokófiev La segunda parte iba a estar ocupada íntegramente por la magistral sinfonía con la que se cierra el catálogo schubertiano. Llama la atención que una orquesta fundada hace 80 años se demorara más o menos la mitad de estos, en 1988, para interpretar una obra tan prodigiosa como esta Novena. Una lectura poderosa, intensa la buscada y lograda por Liebreich pero a la que faltó en ocasiones transparencia y quizás citar con mayor énfasis algunos de los innumerables detalles que la adornan. Por ejemplo, la contemplativa frase de las trompas del primer movimiento que por dos veces resplandece pero que quedó en un segundo plano. Sí que pudo disfrutarse de un buen trabajo de la orquesta en las dinámicas marcadas por el director alemán en el Andante con moto, cuestión esta que el maestro bávaro tiene muy en cuenta en sus lecturas. Sobró algo de pesantez en la cuerda y falto su equivalente de emoción y chispa al trepidante movimiento de cierre. Público doblemente feliz con dos lecturas más que satisfactorias . --------------- 13 de diciembre de 2024 Palau de la Música de Valencia Obras de Hosokawa y Schubert Orquesta de Valencia Veronika Eberle, violín Director musical, Alexander Liebreich