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Un curso pionero agrupa la voz de los mayores especialistas en inundaciones: “A partir de aquí se salvan vidas”

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La Universidad Politécnica de Cartagena acoge y organiza un máster al que acuden docentes de todo el país. Los técnicos ponen en valor su trabajo diario de cálculo de zonas inundables, pero advierten que las decisiones finales las toman las administraciones

Entrevista - David Alexander, experto en gestión de desastres: “La protección ante emergencias debería ser un servicio básico, como el alumbrado o el agua”

A principios de 2024, cuando todavía faltaban meses para que las lenguas de agua de la rambla del Poyo y del río Magro arrasaran con buena parte de la provincia de València, en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) se había tomado la decisión de organizar un curso pionero en España al que acudirían los mayores expertos en inundaciones del país para formar nuevos técnicos y especialistas en la materia.

La idea fue del profesor de Ingeniería Hidráulica de la UPCT Sebastián Guillén. “Las inundaciones del 29 de octubre nos han abierto los ojos de golpe. A toda la sociedad. Nos han dicho: este es el peligro al que nos enfrentamos. Pero los especialistas siempre lo hemos tenido claro, y llevamos años trabajando para combatir y prevenir ese riesgo. Por eso empezamos este curso, para formar profesionales capaces de actuar frente a una inundación, tanto antes como después de que suceda. Las inundaciones son y serán cada vez más frecuentes”, explica Guillén a elDiario.es.

El máster, que se imparte en la Escuela de Caminos de la universidad cartagenera cada semana desde el mes de septiembre, es un intento de arrojar luz, entre toda la crispación que coexiste ahora suscitada por incapacidad política de lanzar avisos a tiempo el día de la DANA, hacia el trabajo siempre invisible de los técnicos, que tienen una disposición entusiasta a dedicar su vida entera a la ciencia y a perfeccionar los modelos y los mapas interactivos de zonas inundables que todos hemos consultado en internet desde aquel trágico día.

50 hospitales construidos sobre zona inundable

“Más de tres millones de personas residen actualmente en una zona inundable en España. Hay 50 hospitales construidos en ellas”, ahonda Sebastián Guillén. El valor del trabajo de especialistas como él y como el resto de los que imparten clases en el máster de Cartagena –pertenecientes a seis universidades públicas, al Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) y al Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX)– es incalculable. 

También lo es la cuantía de los daños que dejan tras de sí las avenidas incontrolables de agua: el MITECO cifra los costos anuales de las inundaciones en España, de media, en 800 millones de euros. Los especialistas y docentes consultados por esta redacción para este artículo sacan a la palestra, además, algunos aspectos críticos, como la escasa inversión de las autoridades en prevenirlas, a pesar de sus constantes advertencias, así como para mejorar una ordenación del territorio que arroja a numerosas poblaciones del levante a un riesgo perpetuo. Los expertos también ponen de manifiesto la necesidad de actualizar infraestructuras de laminación, la ausencia de modelos de predicción hidrológica y la limitada consciencia del peligro que hasta ahora había en los dirigentes políticos.

“Todas las zonas que se han inundado ya estaban identificadas por los técnicos como zonas inundables en los mapas cartográficos. Este curso también es para reflexionar sobre ello”, apunta Guillén.

Una alta especialización

Dentro del curso de especialista de la UPCT, que está dividido en seis módulos que ahondan en la casuística completa de una inundación, con contenidos que van desde la cabecera de la cuenca hasta su desembocadura, desde el proceso físico del movimiento del agua hasta su carácter caótico, los docentes utilizan modelos de simulación hidrodinámica y sistemas hidrológicos de última generación, así como predicciones digitales de caudales y una extensa cantidad de documentos oficiales y mapas cartográficos.

Se trata, explica Guillén, de que los alumnos –entre los que se encuentran profesionales del sector privado, técnicos municipales y técnicos públicos de mayor rango– “aprendan a simular y entiendan a la perfección cómo se mueve el agua, cómo se desborda y cómo discurre por los cauces y las ramblas”. 

Las inundaciones tienen un carácter multifactorial que las torna muy complejas. Dicha circunstancia la conoce a la perfección el catedrático de Hidráulica de la Universidad Politécnica de Madrid Luis María Garrote, que destaca, de entre todos sus elementos, “el componente metodológico y operacional”. Es decir, “desarrollar herramientas de cálculo para cuantificar el riesgo y proponer soluciones para paliarlo”. Ése, subraya Garrote, es el trabajo de los técnicos, y en ello se centra el curso, que está dotado, para el catedrático, de una “alta especialización” que es imposible encontrar en cualquier grado o posgrado universitario.

“Las situaciones de inundación tienen un enorme periodo de tranquilidad que dura mucho tiempo: cuando no sucede nada. Ése es el momento adecuado para gestionar el riesgo y el peligro al que se enfrentan las poblaciones, y por supuesto para adoptar las medidas que corresponden para disminuirlo”, evidencia el docente, que lamenta que, en València o en Castilla La Mancha, esas medidas, que ya estaban alertadas por los técnicos, no tuvieran la suficiente prioridad administrativa para ser implementadas.

Predecir para prevenir

De entre todas las advertencias esgrimidas por los especialistas, Luis María Garrote destaca una que es, en especial, “la gran asignatura pendiente” del futuro de la prevención de inundaciones en España: la “predicción hidrológica”. Se trata de una herramienta vital para salvar vidas y pérdidas millonarias a través de modelos informáticos que no solo simulen las escorrentías de agua y detecten las zonas que serán arrasadas por una crecida en caso de lluvia torrencial, sino que también predigan dónde y cuándo puede ocurrir dicho desastre.

Explica el catedrático que, al margen de la predicción meteorológica, que realiza periódicamente la AEMET con una estimación de lo que puede llover y las zonas en las que puede hacerlo, ésta debería ser complementada, “a la hora de la verdad”, con una predicción hidrológica: “un análisis”, detalla Garrote, “de qué tipos de caudales podemos esperar como consecuencia de la lluvia, en función de su magnitud, una serie de datos que digan por dónde van a discurrir esos caudales, si se van a desbordar, cuánto tiempo van a tardar en desbordarse y por dónde”, enumera.

Luis María Garrote advierte: “En España, este tipo de predicciones no están en el ordenamiento legal ni se encuentran encomendadas a ninguna institución ni organismo”. Hasta ahora, la única predicción hidrológica que hay en la península es la de la experiencia de los habitantes que ya han sufrido varias inundaciones a lo largo de sus vidas, y que saben, solo con mirar al cielo, la cantidad de lluvia que va a caer, la altura de la escorrentía que cogerá el cauce del río, por dónde se va a desbordar y qué cantidad de agua va a escupir.

Con la ausencia de predicción hidrológica es más difícil establecer un eficaz sistema de alerta temprana. En ello coinciden todos los técnicos consultados para este artículo. El catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universitat Politècnica de València (UPV) Félix Francés, que ha estado en dos ocasiones en Cartagena para dar clases en el curso, la última en la semana del pasado 10 de diciembre, incide en que “ni la Confederación Hidrográfica del Júcar ni la del Segura tienen ningún sistema de predicción hidrológica operativo”.

Sin predicción hidrológica a la vista, los modelos que se utilizan en el Curso de Especialistas de la UPCT y en las universidades y administraciones españolas cobran todavía más relevancia. Con ellos, aunque sea más difícil predecir qué va a suceder exactamente cuando caiga una precipitación muy fuerte, se detectan riesgos y se proponen alternativas que permitan paliarlos. “Los modelos hidrológicos simulan el caudal de agua de una cuenca en función de la intensidad de una lluvia. Ese caudal sirve para hacer modelos hidráulicos, que nos dan las manchas de inundaciones según las zonas, las poblaciones y el terreno, las velocidades del agua, y las zonas de mayor riesgo”, señala el profesor Esteban Sañudo, de la Universidad de La Coruña.

A partir de toda esa información, para cuyo cálculo se utiliza la última tecnología desde, matiza Sañudo, “tiempos muy recientes”, los técnicos establecen los criterios a seguir, y las medidas más adecuadas para disminuir el peligro. Pero, advierte, lo suyo solo son propuestas. Quien decide en última instancia qué hacer con esas propuestas son las administraciones.

Obras desactualizadas en el actual contexto climático

La obra de la ingeniería por excelencia implementada para aliviar los cauces y las cuencas fluviales cuando éstas transportan grandes cantidades de agua río abajo son las presas. Su construcción y su funcionamiento han ocupado largas horas de clase del máster en Cartagena. “España es uno de los países con mayor cantidad de presas del mundo”, enfatiza en esta dirección el investigador de la Universidad Politécnica de Catalunya Marcos Sanz.

“El sistema de presas que tenemos”, continúa, “ha evitado muchísimas inundaciones”. “A veces no se pone en valor su presencia ni el esfuerzo que hacen los técnicos y los ingenieros para diseñarlas y construirlas”. El modelo Iber, el software implementado para la modelización hidrodinámica estudiado en el curso de la UPCT, explica Sanz, calcula el agua almacenada en una balsa o una presa, o en una futura infraestructura proyectada, y a partir de ahí se vislumbra la situación en función del agua que va entrando como consecuencia de las crecidas en los cauces. Desde Iber se establecen funciones matemáticas que evalúan los puntos vulnerables y que determinan cómo funcionará cada punto de fuga de la presa, o cómo podría afectar a las poblaciones del exterior una eventual apertura de compuertas o una rotura. La toma de decisiones durante las emergencias está en todo momento avalada por el programa informático.

Sin embargo, el aumento sistemático de la violencia de las precipitaciones en el levante peninsular también deja en evidencia que muchas de las obras no están adaptadas a la actualidad climática. La presa de Forata, en València, cuya rotura se temió durante varias horas el 29 de octubre, es un claro ejemplo de ello. “Muchas presas no tienen la capacidad de desagüe que deberían tener para los estándares actuales. Hay que promover los trabajos para aumentar las capacidades de laminación. Nuestras estimaciones así lo determinan. Las presas en España están diseñadas para avenidas de un periodo de retorno de unos 1.000 años. Ahora ya se habla que deberían ser de incluso 10.000 años. El caudal a desaguar se multiplica por diez”, incide Sanz.

Sin ir más lejos, gran parte de las inundaciones que se produjeron en el año 2019 en la Vega Baja del Segura estuvieron ocasionadas por el fallo en las compuertas de la presa de Santomera, que estaba diseñada para lluvias mucho menos virulentas. El director de la Escuela Técnica Superior de Caminos de la UPCT, Juan Tomás García, también profesor del máster, destaca que la situación climática actual está adentrando el trabajo de los técnicos en “un nuevo escenario de cálculo”. “Nuestras infraestructuras”, admite, “no están todas preparadas para los periodos de retorno a los que nos enfrentamos hoy día”.

Quien avisa no decide

El trabajo de los especialistas es silencioso e ininterrumpido, y básicamente se fundamenta en evitar destrozos de valor incalculable y en salvar vidas en la medida de lo posible. La actualización de las infraestructuras de laminación está dentro de sus prioridades desde hace tiempo. “Llevamos haciendo cálculos sin parar desde 2011”, incide Félix Francés, que apela a la Directiva Marco de Evaluación de Riesgos y Gestión de Inundaciones, un plan a seguir a nivel estatal que debe ser actualizado cada seis años por los propios especialistas. 

El profesor de la Universidad de Castilla La Mancha Álvaro Galán sitúa ese trabajo de cálculos en tres fases. “Detección de zonas inundables, elaboración de mapas de peligrosidad y redacción de planes de gestión”.

Las soluciones que los técnicos proponen en los planes de gestión están ahí: las zonas inundables se encuentran tipificadas y pormenorizadas. Las tareas que hay que abordar para paliarlas ya se conocen. No hay territorio en España que se haya inundado en los últimos años que no esté señalado como una zona de riesgo en un mapa o en un modelo hidrológico. Pero en muchos de ellos no se ha invertido lo suficiente en prevención.

En medio de todo, coexiste un factor clave contra el que no se puede hacer demasiado: la ordenación del territorio, que ha estado propiciada siempre por decisiones políticas y económicas y por el afán constructor de las promotoras, y que ha condenado a ciudades y pueblos de todo el Mediterráneo a convertirse en afluentes cuando cae una tormenta más fuerte de la cuenta.

“En los mapas de inundabilidad, vemos que la mayoría de cauces están urbanizados”, relata a este respecto Marcos Sanz. “Se ha colonizado el espacio del río. Por eso es importante este tipo de cursos. Atacamos puntos muy concretos para que los técnicos acaben teniendo esa posibilidad de tomar decisiones”, cuenta.

Las advertencias de los técnicos deben pasar siempre, sin embargo, el filtro de las administraciones. Quien toma las decisiones que los expertos analizan y proponen son los dirigentes que están por encima de ellos. “Las inversiones no dependen de nosotros, sino de mucho más arriba. Quien decide, al final, tiene un presupuesto limitado. La Dirección General del Agua decide entre sequías o inundaciones, entre el día a día o episodios esporádicos. Las decisiones contra las inundaciones, en este caso, se han parado porque suceden cada mucho tiempo. Pero las confederaciones lo tienen claro. Vivimos en zonas de alto riesgo”, detalla Félix Francés.

En la misma línea redunda el profesor Ignacio Andrés, también de la UPV. “Los modelos, los protocolos, los estudios, los expertos. Todo está estudiado y se mejora cada día, aunque hay mucho margen todavía. Pero se debe ser más contundente a la hora de aplicar los instrumentos”.

“Las administraciones tienen la responsabilidad de proteger las vidas de la gente”

La tardanza en aplicar esos instrumentos tiene que ver precisamente en esa hipótesis que esboza Félix Francés: las inundaciones son un fenómeno que se produce muy de vez en cuando. En esa línea hace hincapié Marcos Sanz. “La conciencia de las personas hacia eventos extremos o catastróficos como las inundaciones va desapareciendo de la memoria, excepto para quien las sufre. Y lo que nos pasa a nosotros como sociedad, les pasa también, y con más responsabilidad, a los políticos, a quienes toman las decisiones y establecen prioridades para asignar presupuestos. No podemos olvidarnos de lo que ocurre cuando se inunda un territorio. Es entonces cuando hay que resaltar la importancia de los técnicos, que nos ponen en consciencia con lo que nos rodea”.

Las inundaciones son las catástrofes naturales que más daños generan en España, y cada vez se antoja más necesario formar generaciones de técnicos que sepan reaccionar ante estos efectos y entiendan el proceso de manera integral, independientemente de que su trabajo pueda verse malogrado por la inacción de los gestores públicos. Es en la universidad pública y en colaboración entre universidades públicas donde ha surgido todo. “Los fenómenos extremos se van a intensificar. Las administraciones tienen mucha necesidad de elaborar planes de inundaciones, de refinarlos. Y tienen la responsabilidad de proteger las vidas de la gente. Este ha sido el germen del máster”, detalla Álvaro Galán.

“Sabíamos que esto era un asunto muy importante. Por eso decidimos, entre todos los expertos, poner en marcha este curso. Formamos a otros expertos. Las lluvias torrenciales van a ir a más. Estamos hablando de vidas humanas. A partir de aquí se salvan”, concluye Juan Tomás García.