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«Si no se tiene claro el propósito de vida, hay que salir a buscarlo»

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Abc.es 
Desde que nacemos, el ser humano se mueve por propósitos , algunos conscientes y otros no. En la primera infancia, el bebé se esfuerza por lograr gatear, caminar, aprender a hablar, comunicarse... Después, ya en la escuela el propósito es aprobar los estudios, poder pasar de curso. Muchos de ellos lo que intentan es matricularse en la universidad para conseguir un buen empleo, comprarse ese coche que tanto desean conseguir, una pareja estable, acceder a la vivienda, tener un buen trabajo y progresar laboralmente hasta que llega la jubilación . En ese momento se abre una puerta en la que las personas se sienten dueñas de su tiempo y se les presenta un mundo lleno de posibilidades que se pueden aprovechar. O no . Precisamente para analizar si las personas mayores tienen claro su objetivo en esta etapa vital, la Fundación "la Caixa" y ABC han celebrado nueva edición de su ciclo de debates Hablemos de…'Propósito de vida. Envejecer: encontrar el por qué y el para qué'. Durante el encuentro, Carmen de Mena, de 81 años, licenciada en Derecho y empleada de la Administración Pública desde los 17 años, manifestó que ella tenía muy claro que tras la jubilación no iba a quedarse sentada en el sillón de casa y, por ello, ha realizado numerosos cursos en la universidad para mantenerse activa y seguir aprendiendo en temas tan variados como la filosofía, la música, la literatura en el cine, psicología, nuevas tecnologías... e, incluso, se apuntó a cantar en un coro. En su opinión, el propósito de vida en la vejez se gesta con el tiempo, no en el momento mismo de la jubilación, pero, además, «creo que tiene un componente genético. Es decir, cuando has visto el ejemplo en tu casa, te va a guiar toda tu vida. Yo nací en 1943 y tuve que superar muchas situaciones difíciles por necesidad que te empujan a una carrera, a una maratón, y no puedes parar. Eso sí, luchar por lograr metas no es fácil, hay que dedicarle mucha voluntad y esfuerzo». En su turno de palabra Dina Cantera , de 68 años, licenciada en Ciencias Químicas y Filología Inglesa y profesora de Secundaria jubilada, apuntó que a ella siempre le ha faltado tiempo para hacer todo lo que se proponía y desde su jubilación ha aprovechado para retomar todo aquello que ha dejado aparcado. A pesar de estos dos testimonios como ejemplo de voluntad por no quedarse parados y perseguir un proyecto cuando las personas se hacen mayores, Sacramento Pinazo-Hernandis, Doctora en Psicología, profesora titular de la Universidad de Valencia y presidenta de la Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología, entre otros cargos, puntualizó que el sentido de la vida depende de varios factores: de nuestro pasado, de nuestro presente y de cómo miramos hacia el futuro. «La vida es un camino que viene condicionado en cómo lo vemos si miramos hacia atrás, cómo lo estamos pisando en este momento y cómo lo proyectamos a futuro. Es decir, hay una parte que tiene que ver con la experiencia, con los valores, motivación, lo que sería mi motor». Esta experta propone distinguir entre propósito de vida y sentido de vida . «El un propósito es como una parte del sentido de vida. El sentido de vida es lo que me dirige y conduce a lo largo de toda mi existencia. Es algo subjetivo, individual, y varía de persona a persona. Lo que me mueve a mí, no tiene que ver con lo que te mueve a ti y, además, a lo largo del tiempo cambia. En cualquier momento de la vida tenemos que encontrar qué es lo que me mueve o me motiva... El propósito serían las acciones y metas concretas, pero también incluye la coherencia con la que uno quiere verse a lo largo de la vida -lo que he sido, lo que soy y quiero ser- y legado que quiero dejar». Las tres ponentes aseguraron que encontrar un propósito en esta etapa vital tiene enormes beneficios. «¡Todos! –resaltó Sacramento Pinazo-Hernandis–, porque sin él voy como pollo sin cabeza , sin saber dónde estoy ni a dónde voy, me quedo sin fuerza y siento desesperanza. Cuando no se tiene claro el propósito de vida es imprescindible salir a buscarlo. Hay que trabajarlo. Nadie nos lo regala, ni se compra». Recomienda, para ello, evaluar las metas que se desean, reflexionar sobre ellas y tirar hacia delante. En la misma línea se manifestó Dina Cantera al matizar que «hay que estar en buenas condiciones para realizar este esfuerzo porque requiere decidir qué hacer, obligarte a relacionarte con personas desconocidas, aprender cosas nuevas... Hay que salir de la zona de confort. Puede costar al principio, pero, sin duda, este esfuerzo compensa gratamente ». Carmen de Mena añadió, que este afán «está vinculado a la salud y, si es buena, te motiva a buscar ese sentido de vida». A este respecto, Pinazo-Hernandis recordó que una investigación americana realizada en 25 países señala que la salud de las personas mejora un 10% cuando tienen su propósito claro. «La salud tanto física –al tener que desplazarse, conocer gente...– como mental y emocional, porque aumenta la autoestima, el estado de ánimo, te hace sentir que eres más capaz... Y cuantas más cosas hago, más eficaz me siento y se reduce la depresión». La Doctora en Psicología destacó que este propósito puede ser más individual –centrado en el propio crecimiento, en mi desarrollo...–, o más social: para mejorar el barrio en el que se vive, ayudar a otras personas... Sin embargo, Dina Cantera lamentó que es muy difícil acceder a programas en los centros de mayores o ayuntamientos porque hay muy pocas plazas. Este problema se debe, según aclaró Pinazo-Hernandis, a dos razones. «En primer lugar, la Administración Publica, que es la que hace la oferta de programas, talleres... cree que los mayores son ese grupo de ancianitos a los que hay que cuidar. Se piensa que todos son iguales: dependientes, vulnerables... y que sólo hay que ayudarles en su situación de dependencia». Señaló que se deja fuera a un montón de mayores con muchas ganas de hacer cosas... «Y, en segundo lugar, como hay cada vez más mayores, no encuentran plaza en los cursos de la Administración. El envejecimiento es un verdadero reto para ellas». Ante este comentario Dina Cantera lamentó que se desperdicie talento. « Es frustrante cuando tienes ganas de aportar y no te dejan». La Doctora en Psicología apostó por el envejecimiento productivo que no ve a los mayores sólo como dependientes, sino como capital social, como talento. «Debemos aprovecharnos de aquellos que quieren seguir aportando a través de participación social, cultural, política... La investigación demuestra que cuanto más te dedicas a los demás, más mejoras como persona : te da más salud y te pone un camino, una meta, y te permite la trascendencia de dejar la ayuda prestada al resto de personas, como enseñar idiomas a los inmigrantes, orientar en los estudios a los jóvenes, acompañar a enfermos... Es decir, dejar un legado. Hay que ponerlo en valor». «Tenemos que luchar –reivindicó De Mena– para despertar conciencias en nuestra sociedad». En la misma línea se manifestó Pinazo-Hernandis al señalar que quienes manejan los hilos «deben darse cuenta de que hay un grupo cada vez más grande de población que envejece y quiere poner sus derechos delante. Que abran los ojos. ¡ Ya está bien! Hasta aquí hemos llegado. A ver si ya nos atendéis como corresponde». Advirtió que los cambios deben producirse sin demora «porque cada vez más, el usuario de los servicios de salud está más informado y reclama más cosas; a la universidad senior van con más formación y demandan más programas... Tendrán que cambiar sí o sí las residencias, los centros de día y de mayores... Y contar con la opinión de este sector de población. Escucharles y darles opciones porque no todos son iguales», concluyó.