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Inflación controlada, pobreza en aumento y una oposición callada: el saldo de la gestión Milei

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"No la ven" ha repetido, una y otra vez, Javier Milei durante su primer año de gestión. Ante cada cuestionamiento recibido, el presidente argentino optó por invalidar la crítica y por plantarse en un lugar de superioridad en la discusión, apalancado por el resultado electoral que le brindó la posibilidad de ejercer su cargo actual.

Desde su óptica, la argumentación puede parecer lógica. Pocos confiaban en el crecimiento tan acelerado que tuvo a partir de su lanzamiento a la política a mediados de 2021. En agosto de ese año, en Plaza Holanda, condujo su primer acto político. Unos meses después se convirtió en diputado nacional y dos años más tarde, en presidente. Durante todo ese tiempo, decenas de voces desconfiaron de que lograría lo que se proponía.

Milei cumplió uno a uno esos objetivos hasta llegar a la Casa Rosada y, una vez allí, la lógica mantuvo algunos puntos de contacto. Sobre todo por la desconfianza de los no convencidos, los que "no la ven", respecto al rumbo elegido. Y, del otro lado, un gobierno que destaca sus logros en dos áreas, justamente aquellas que priorizó y en las que asegura que existe un mandato más claro. La primera es la economía: logró reducir la inflación y controlar el dólar; la segunda es la seguridad: los piquetes ya no son una realidad diaria y los asesinatos vinculados al narcotráfico se redujeron. En ambos casos se exhiben resultados más allá de que surjan dudas sobre la sustentabilidad del camino elegido.

"El primer año de Milei es un éxito medido. No en las consecuencias de sus logros, sino en sus propios términos por la implementación de la agenda", sostiene Yanina Welp, politóloga e investigadora en el Albert Hirschman Centre on Democracy. En esta línea, analiza que el libertario llegaba "con escasos apoyos y había dudas alrededor de un descontento social que pudiera desestabilizar al gobierno". De esta forma, pondera que el gobierno pudo avanzar en aspectos centrales de su agenda a pesar de tener una posición institucional débil.

Javier Cachés, politólogo y director de Proyectos de Opina Argentina, se expresa en sentido similar, aunque va más allá y cree que "medido en sus propios términos, el primer año de la presidencia de Milei termina siendo muy positivo. Cumple el núcleo de su programa y el ajuste fiscal inédito que encabezó no se tradujo en una caída en la popularidad". Igualmente, sopesa que el punto más flojo de su administración es "la cuestión social". "El aumento de la pobreza es similar a la crisis 2001-2002. El gobierno promete que empezará a bajar, pero está por verse".

Al frente de la consultora Reyes y Filadoro y especialista en comunicación política, Florencia Filadoro coincide en que Milei "está aprobando su primer año de gobierno teniendo en cuenta las condiciones en las que asumió". En este sentido, señala dos elementos: ni siquiera tiene un partido nacional establecido y tomó el poder con una situación económica "muy adversa, que él mismo la empeoró a propósito para tener un piso de comparación que luego le dé favorable". Igualmente, añade que el balance político es positivo debido a que "casi no tenía gente en el Congreso y estableció una estrategia para armar su agenda de gobierno".

Facundo Cruz, politólogo e investigador al frente del observatorio Pulsar UBA, considera que el gobierno "sobrevivió" al primer año en términos políticos, en relación a las condiciones con las que llegaba. Analiza que los presidentes tienen una caja de herramientas para gobernar y que Milei solo utilizó tres de ellas. La primera, asegura, es la opinión pública: más allá de algunas oscilaciones, logró tener un piso de un 45 por ciento de aprobación de gestión y de imagen que le permitió "construir discursos, iniciativas y dominar la agenda pública".

El segundo recurso, agrega, es propio de la política tradicional: una combinación de transferencias y vetos. "Se usaron el veto para bloquear cualquier iniciativa legislativa que vaya en contra del plan de gobierno y las transferencias a provincias para lograr que los gobernadores no se plieguen a una coalición legislativa mayoritaria que le marque la agenda al gobierno", apunta.

El último punto señalado por Cruz es que el gobierno ha logrado "dominar completamente la agenda pública". En este sentido, detalla que lanza cada día varias declaraciones, iniciativas, propuestas, valores y cosmovisiones que transmite a través de sus voceros, lo que provoca que la oposición persiga esos temas el resto del día.

Sobre este punto profundiza Julieta Waisgold, consultora en comunicación política, quien analiza que "tal vez el mayor éxito de este gobierno sea tener una disciplina férrea en el discurso". Especialista en discursos, detalla que se implantó un método "confusionista, con un presidente que comunica a golpe de retuit. El gobierno tiene un antagonista y mantiene el norte en un hilo narrativo y con un foco discursivo a la vez". En este sentido, explica que la operación es similar desde hace un año, con foco en "casta, cambio de paradigma y baja de la inflación", lo que permite galvanizar un núcleo duro que está compuesto inclusive por aquellos que son afectados por las decisiones políticas oficiales.

Igualmente, sopesa que la baja de la inflación de la que hace gala el gobierno aún no es captada en términos reales por muchos de sus votantes. Y, al mismo tiempo, a medida que cae la preocupación por la inflación suben las inquietudes por la pobreza y el empleo. "Este desfase -sostiene- entre lo que el gobierno dice y lo que la sociedad percibe en lo cotidiano posiblemente sea el talón de Aquiles cuando se consolide una oferta opositora".

Pragmatismo, contradicciones y agresión

La llegada de Javier Milei a la Casa Rosada significó una novedad -evidente- para la política argentina. Los motivos son múltiples, y van desde la llegada de un outsider con una construcción política meteórica hasta un discurso libertario y anarcocapitalista.

En ese sentido, el presidente ha señalado un aspecto cierto: es el primer presidente libertario de la historia. Tal vez la única experiencia que podría asemejarse es el efímero paso de Liz Truss por el 10 de Downing Street.

Pero, más allá de afinidades personales y de algunos puntos de contacto, poco tienen que ver los postulados de Milei con los de otros referentes de la derecha internacional como Donald Trump, más amigo de las regulaciones y protecciones. Trump no tiene nada de libertario. De hecho, en Estados Unidos existe desde hace por lo menos medio siglo una tradición libertaria, ahí sí más cercana a la filosofía de Milei, pero que no suele superar el 1 por ciento de los votos.

Hacia ese punto señala Luis Tonelli, politólogo y docente universitario, quien analiza que "Milei es el presidente más ideológico que se ha presentado en la historia argentina. No solo en su crítica contra el ´zurdaje´, sino en su propia caracterización como un boicoteador del Estado". En ese sentido, agrega que su ideología "anarcolibertaria es oximorónica con cualquier práctica de gobierno" y queda reservada a "declaraciones virtuales y ámbitos internacionales".

De esta forma, continúa con que sus postulados "entran en contradicción permanente con un pragmatismo brutal en donde el principal objetivo es que nunca quede en evidencia su debilidad institucional intrínseca". Por eso, según Tonelli, Milei gobierna "de contraataque", por medio de vetos y con el apoyo de "la casta de todas las castas, que son las administraciones provinciales, que prestan representantes a cambio de aportes del Tesoro Nacional".

En este sentido, contrasta los postulados de un gobierno que se autopercibe disruptivo con la ausencia de planes de reformas estratégicas. Sostiene que "nada se sabe de una reforma impositiva, educativa, sindical, del Estado o del sistema de Salud. Se critica en macro y se opera en micro".

La auditoría de la educación pública, una de las batallas que dio el presidente este año.

Del mismo modo, resultan evidentes algunas inconsistencias entre postulados generales del gobierno argentino, como "votar siempre con Estados Unidos" o "nunca votar con el kirchnerismo" que son puestos en tela de juicio por la realidad. En el primer caso, una votación en la ONU consecuente con la posición histórica de Argentina sobre el bloqueo a Cuba le hizo perder el puesto a la excanciller Diana Mondino, quien igualmente parecía tener las horas contadas. Unos días después, ya con Gerardo Werthein en el cargo, Argentina votó en soledad en contra de una resolución que apuntaba a eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas. Estados Unidos votó a favor.

 En el segundo caso, el doméstico, puede ser una consigna atractiva para algunos sectores cruzados pero de poca utilidad práctica. No hay forma, por ejemplo, de que el Gobierno pueda avanzar en la designación de jueces para la Corte si no vota en el mismo sentido que el kirchnerismo.

Estas no son, igualmente, las únicas contradicciones que se registraron durante el primer año político de La Libertad Avanza -de la previa se pueden rescatar la dolarización, el cierre del Banco Central o el "peso como excremento"-. Milei sigue diciendo que no es un político a pesar del rol que ocupa. En la relación con China ha sido evidente: pasó de "no negociar con comunistas" a elogiar y reunirse con Xi Jinping. Apuntó contra comunicadores y artistas -el cruce con Lali Espósito es el que mejor lo grafica- no solo con violencia y desinformación, sino también apoyado sobre el aparato del Estado que tanto denosta. A las inconsistencias también se podría sumar crueldad o falta de empatía si se tiene en cuenta que se celebra cada vez que logra que personas se queden sin trabajo.

Esta dinámica de insultos y desinformación no resulta anecdótica sino dramática para Welp, quien sostiene que "las dinámicas de polarización afectiva, de las que los insultos son parte, naturalizan la violencia verbal y generan condiciones para que se incremente la violencia material". La politóloga añade que "esta polarización afectiva moraliza el debate público, lo que dramatiza las dimensiones de los problemas, identifica en sujetos las razones del mal funcionamiento de aquello que se quiere resolver y genera una narrativa en la que la desaparición del otro es el objetivo".

Filadoro coincide en que le preocupa la dinámica y que "responde a una forma de comunicar que ya está instalada en la política pero que viene de la sociedad, y tiene que ver con cómo funcionan las redes sociales. El que grita e insulta más fuerte es el que logra un lugar en la agenda a fuerza de repetición". En este sentido, considera que "tenemos un gran desafío desde la comunicación política para evitar utilizar este tipo de herramientas que no colaboran con la sociedad ni con el diálogo democrático".

Hacia ese lugar apunta también Waisgold, quien sostiene que esta dinámica propuesta por el gobierno "no es anecdótica, ya que deja al descubierto un modo violento de hacer política". Igualmente, al mismo tiempo reconoce que la política "es un reflejo de lo que pasa en las sociedades. La revisión que hay que hacer es más profunda. No solo hay que ver los insultos que vienen de arriba sino qué pasa a nivel de la construcción de lazos sociales".

Un páramo llamado oposición

La oposición, en rigor, los distintos espacios opositores, han quedado descolocados ante el liderazgo de Milei. Como un boxeador desorientado, que no sabe desde dónde le llegan las manos, la mayoría de los referentes opositores han aparecido faltos de reacción ante un oficialismo hábil para establecer temas de agenda y manejar la conversación pública, como se señaló.

Sobre la estrategia adoptada por el presidente, Cachés asegura que "únicamente mostró cierta capacidad de negociación en el marco de la ley Bases. Una vez que se aprobaron los lineamientos centrales pareció dispuesto a gobernar a fuerza de decretos y vetos". En esa línea, observa que Milei demostró ser liberal solo en lo económico, ya que en lo político demostró tener "una fuerte vocación de concentración de poder".

En cuanto al peronismo, analiza que "la vigencia relativa del liderazgo de Cristina Kirchner le impide encarar una renovación". En esta línea, cree que se aparecen más desafíos internos hacia la expresidenta, pero que por el momento sigue conduciendo la facción mayoritaria del espacio. Igualmente, cree que después de la experiencia fallida del Frente de Todos "está claro que no puede haber otro proyecto de poder vicario. Axel Kicillof entiende esto y está dispuesto a emanciparse. Se verá si tiene éxito".

Cruz, por su parte, posa la mirada tanto sobre el peronismo como sobre lo que fue Juntos por el Cambio, y cree que tienen "más problemas que soluciones". Sobre el espacio que llevó a Patricia Bullrich como candidata en las últimas elecciones analiza que "ya no existe más como lo conocíamos" y clarifica las distintas posturas que han tomado los exsocios: algunos del Pro muy alineados, una parte del radicalismo también pero otra con más distancia y una Coalición Cívica mucho más alejada con una oposición más nítida. El problema que tienen en común todos es el calendario electoral. Cruz agrega que el tema será definir "la estrategia electoral de cada actor que integró Juntos por el Cambio para, por lo menos, mantener su posición de poder", lo que no parece sencillo.

En cuanto al peronismo, observa que vive un proceso similar. Conviven legisladores que responden a gobernadores que tienen una actitud más colaborativa con el gobierno con una mayoría que tiene una posición más dura. Cruz señala que, a diferencia de lo que era Juntos por el Cambio, "la coalición peronista, aunque con tensión interna, se sigue manteniendo. El problema está en la renovación, no se ve un cambio de caras y nombres, como exige la opinión pública. Las ´nuevas canciones´ de Axel no afloran y hay un proceso de obturación para que no aparezcan".

En cuanto al vínculo de Milei con la oposición, Tonelli recuerda que la construcción de gobernabilidad del presidente -que por ahora resultó exitosa- "lo condenan a una demostración constante de capacidad de decisión y autoridad". En este sentido, cree que en el mundo de la política virtual "reina soberano, sin ninguna competencia que le haga mella".

Este estilo disruptivo de Milei, según Tonelli, "no busca representar a nadie, sino expresar un malestar, una indignación generalizada. Milei construye su gobernabilidad más como una oposición a sus opositores que como un gobierno".

Milei, uno de los invitados al festejo por el triunfo de Trump.

Sobre este punto, bromea que los maestros de Milei "no son von Hayek y von Mises, sino von Menem y von Kirchner", en relación a los aprendizajes que tomó de ambos expresidentes. Del riojano, sostiene, la sobreactuación para conseguir dólares, a pesar de que por ahora no lo logró. Del santacruceño, la sobreactuación para disimular la debilidad. Además, Tonelli sostiene que el presidente está llevando a cabo "un ajuste preventivo para evitar el estallido, lo mismo que hacían las dictaduras. Pero no solo lo hace sin represión ni desaparecidos, sino también manteniendo sus índices de popularidad. El ajuste es celebrado aunque afecte a muchos que lo apoyan. Todo eso hace a una gobernabilidad inesperada pero frágil".

2025, un horizonte cercano

Las elecciones legislativas implicarán, salvo que ocurra un cisne negro, una bocanada de aire fresco para el gobierno, por lo menos en lo que se define formalmente: la composición del Congreso. La Libertad Avanza defiende dos bancas de 257 en Diputados -las que obtuvieron Milei y Villarruel en 2019- y cero de 72 en el Senado. Es decir, es esperable que el oficialismo incremente su caudal legislativo y que no dependa de aliados para galvanizar un tercio de Diputados. Al mismo tiempo, parece difícil imaginar una elección tan buena que le permita llegar al cuórum propio.

En el Senado hay otro punto a favor. El tercio de distritos que renueva -Chaco, Ciudad de Buenos Aires, Entre Ríos, Neuquén, Santiago del Estero, Salta, Río Negro y Tierra del Fuego AIAS- no es el más afín al peronismo, espacio que hoy controla la Cámara. Sin embargo, se renueva la elección de 2019, en donde el Frente de Todos hizo una buena elección. Es decir, el peronismo obtuvo muchos senadores (15 sobre 24) en distritos que no siempre le han sido favorables, por lo que es esperable que merme su caudal legislativo. La Libertad Avanza, a contramano, tiene todo para crecer.

¿Qué se puede esperar de esos comicios? En principio una novedad, la boleta única. A partir de su aprobación en el Congreso -era una vieja iniciativa de varios espacios políticos que no habían logrado implementarla y que los libertarios pudieron encauzar rápidamente-, en 2025 no se utilizarán las boletas partidarias por primera vez en una elección nacional. El espíritu del cambio es un paso en favor de la transparencia. En esta primera instancia habrá que prestar atención a posibles fallas de implementación por ser el debut.

Por otro lado, una multiplicidad de resultados e interpretaciones. A diferencia de la presidencial, en este caso, si bien se eligen cargos nacionales, las batallas se dan a nivel provincial. De esta forma, puede variar mucho la oferta electoral según el distrito. Al mismo tiempo, se suele sobreestimar la importancia de la provincia de Buenos Aires: si bien concentra el 38 por ciento de la población, cuenta con solo el 27 por ciento de los diputados. En muchas ocasiones, la lectura del lunes siguiente a las elecciones se concentra solo en el resultado bonaerense.

"Como las de medio término son una pléyade de elecciones que se dan en distritos provinciales, la batalla se librará tanto en las urnas como en la interpretación posterior de los resultados" avizora Tonelli. En este sentido, sostiene que el éxito de Milei en lo sucesivo dependerá de seguir mostrando gobernabilidad. Esto lo puede lograr por medio del control de la economía y con la esperanza de que Cristina Kirchner sea candidata, "así puede polarizar con ella en el bastión más difícil".

Sobre ese punto profundiza Cachés, quien prevé que La Libertad Avanza tiene su gran desafío estratégico de cara a las elecciones en su relación con el Pro. Por un lado, puede "promover una alianza con el macrismo para concentrar el voto no peronista y fortalecer su posición en PBA. O puede ir por separado, con la pretensión de demostrar su primacía, aunque pueda perder votos".

Esto implicaría un riesgo para el oficialismo. Si va por separado del Pro, se hace más probable una hipotética victoria del peronismo en la provincia de Buenos Aires. No es el distrito más afín: en la primera vuelta de 2023 Milei quedó a 17 puntos de Massa. Y si prima la lectura de lo que pasa en la provincia más poblada por sobre lo que suceda en el resto del país, esto podría significar un cimbronazo para un gobierno que tiene una gobernabilidad frágil. Más aún si la que aparece en la boleta es una expresidenta.

Welp también coincide en que una potencial candidatura de Cristina Kirchner "les conviene a ambos, ya que se genera una polarización que les es funcional". Sobre esta cuestión, apunta que es especialmente útil dentro de un sector: que caracteriza como "el antikirchnerismo de la pampa húmeda, donde tiene sus bases el rechazo al peronismo. Allí, la candidatura de Cristina mantiene vivo el voto reactivo que puede ir al gobierno".

Sobre la oferta electoral, Filadoro cree que por el momento no aparecen opciones reales, y que todavía "falta que surja una alternativa fresca, con coherencia y con una agenda concreta para poder captar indecisos". Y, finalmente, Waisgold avizora que ante un escenario tan polarizado, "el eje de la elección seguramente esté puesto en torno al respaldo o rechazo al gobierno".

Mientras tanto, no está claro si los logros celebrados por el gobierno son sustentables. Si el "no la ven" se seguirá replicando o si se trata de una primavera para los mercados. El partido se está jugando, lo cual puede ser una buena noticia para un gobierno que recibió una herencia muy compleja y con escasos recursos institucionales.

Milei cierra su primer año como presidente. En la astrología china fue el año del dragón. Pero, hábil para marcar agenda y sin problemas para ejercer el liderazgo presidencial, en Argentina fue el año del león.