Cristina Díaz, alma de Maralba, referente de la gastronomía nacional desde Almansa
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La vida ha sabido compensar el esfuerzo y el trabajo que Cristina Díaz (Santa Coloma de Gramanet, Cataluña, 1978) ha dedicado durante 22 años a la gastronomía. Desde que abrió el restaurante Maralba en Almansa (Albacete) en el año 2003 , junto a su marido, el cocinero Fran Martínez, ha cosechado todos los premios que se pueden conceder a una profesional de la gastronomía. Para ser más exactos, el pasado 26 de noviembre, la Guía Michelin le concedió el Premio Especial Servicio de Sala, que se entregó por primera vez en España, al igual que cuando recibió el Premio Nacional a la Mejor Sumiller en el año 2022 . Y la constelación de galardones sigue creciendo año tras año. A través de la línea telefónica, Cristina nos atiende con voz pausada para hablarnos de este último galardón porque, de alguna manera, lo ha convertido en un «aliciente» para el trabajo que hacen en equipo , remarca. Afirma que el premio, entregado por la Guía Michelin, es un homenaje «al trabajo colectivo», aunque eso de ser elegida, por primera vez, la mejor Jefe de Sala a nivel nacional, «la lleva a sentirse orgullosa porque este servicio, junto a la cocina y la sumillería, completan la oferta que reciben los comensales cuando acceden a su restaurante». « El premio lo recibí con mucha sorpresa porque no nos habían avisado y no sabía nada . Me cogió totalmente desprevenida. Así que lo estamos disfrutando mucho. Estoy súper feliz y orgullosa del trabajo que estamos haciendo», confiesa la también sumiller de Maralba , establecimiento que tiene dos estrellas Michelin, el único de la región, además de dos soles Repsol. El buen hacer del tándem, ella al frente de la bodega y la sala, y Fran en cocina , han convertido a este establecimiento, ubicado en la pequeña localidad de Almansa, en un referente de la cocina manchega actual . Cristina Díaz explica que en el servicio de sala trabajan cuatro personas , encargadas de ser los primeros en acoger al cliente «de la mejor forma que sabemos hacer, que es con cariño, profesionalidad. Hay que atenderle desde el primer momento hasta que se va de nuestra casa e intentar que sepan que es nuestro restaurante», matiza. Considera que son estos profesionales los encargados de transmitir al comensal cada plato y cómo se elabora en cocina para que la experiencia sea completa. Cuando se le pregunta qué hace especial a Maralba, Cristina asegura que el éxito de su restaurante no radica solo en la comida, sino en una experiencia integral que logra tocar el alma de los comensales. «Creo que es un poco el conjunto de todo. Me gusta mucho mi trabajo, lo vivo como mi pasión. La gente nos dice que aquí hay algo, un alma que intentamos transmitir a mi cliente , cuando entra por la puerta, ya no es solo un cliente, sino alguien especial, y tratamos de hacerlos sentir como en casa», confiesa. Esta filosofía ha convertido a Maralba en un lugar donde los clientes disfrutan no solo de la gastronomía, sino también del ambiente, el servicio y el cariño con el que se cuida cada detalle . Cristina explica que, para ella, «comer bien» no es suficiente; el trato al cliente y la conexión emocional son iguales de importantes. «Una mujer normal». Así se define Cristina Díaz, la mujer que ganó todo en el año 2022: desde el Premio Nacional de Gastronomía, hasta la distinción como Mejor Jefe de Sala que le concedió la Revista Club de Gourmets, pasando por la 'Emprendedora Castellanomanchega del Año' otorgado por la Asociación de Mujeres Empresarias de la Provincia de Albacete. A pesar de los premios, ella se define como una persona muy inquieta, lo que la llevó a empezar en el mundo del vino con el ansia de conocerlo todo. «Al principio, cuando te metes en un mundo que no conoces todo es avanzar. Siempre he estado a la expectativa. He catado mucho, he estudiado, me compro todos los vinos, es un mundo en el que siempre tienes que ser curiosa, siempre tienes que estar formándote. Mis comienzos fueron así, directamente se me obligó, entre comillas, a meterme en este mundo, pero es que es un mundo que me atrapa y en el que vas madurando poco a poco», repite De su vida personal rememora que el vino y la sala la eligieron a ella . Su niñez y adolescencia transcurrió a caballo entre las tierras catalanas y Elche de la Sierra, en la provincia de Albacete, donde pasaba todos los meses de verano, de junio a septiembre, en la casa de sus abuelos, mientras sus padres trabajaban. Esta dualidad forma parte de su personalidad, poniendo en su camino a Fran Martínez, el chef de Maralba, también originario de Elche de la Sierra (Albacete). El destino ligaría sus vidas y sus caminos profesionales. «Con 13 años conocí a Fran, y desde ahí estamos juntos», recuerda. Rememora que era técnico de laboratorio, auxiliar de clínica, técnico especialista en análisis y control químico. «Mi idea era formarme en sanidad. Sí es cierto que tenía dos vertientes, o bien sanidad o enología, que también me gustaba». Entonces, a los 22 años, tomó una decisión que cambió su vida en todos los sentidos: «Era o casarme con Fran o irme a estudiar y dije: me caso con él. Creo que es lo mejor que he hecho en mi vida», concluye .