Volatilidad y resiliencia: México frente al regreso de Trump
La Divina Comedia, de Dante Alighieri, sugiere que enfrentar dificultades es necesario para alcanzar la redención, una analogía adecuada para el camino de México con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Aunque se anticipa un período de retórica intensa y negociaciones difíciles, sin embargo, este nuevo escenario que se dibuja para 2025 también podría reafirmar la profunda interdependencia económica entre ambos países.
Trump ha reafirmado su intención de implementar medidas proteccionistas, incluyendo aranceles del 25 por ciento a los productos mexicanos y del 200 por ciento a los vehículos importados de México, además de criticar la gestión de la migración y el narcotráfico. Estas declaraciones, aunque inquietantes, enfrentan limitaciones que dificultan su completa aplicación en la práctica.
Por un lado, estas acciones enfrentarían desafíos legales relacionados con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que regula el comercio en América del Norte. Los aranceles unilaterales impuestos por EU a los productos mexicanos violarían directamente este tratado. Por otro lado, tales aranceles tendrían consecuencias económicas generalizadas, presionando la inflación en EU y alterando cadenas de suministro profundamente integradas, perjudicando a industrias clave en ambos lados de la frontera.
El sector automotriz es un ejemplo de esta interdependencia, ya que, según el American Automotive Policy Council (AAPC), cerca del 40 por ciento del valor de los vehículos exportados de México a EU es contenido estadounidense. Cualquier interrupción en esta relación perjudicaría tanto a los fabricantes como a los consumidores norteamericanos, erosionando la competitividad regional. Además, México podría responder con aranceles a las exportaciones agrícolas de EU, afectando un sector políticamente sensible.
Para navegar este panorama incierto, México intentará aprovechar su importancia estratégica para la economía de EU. Su fuerza laboral calificada y capacidades de manufactura lo posicionan como un aliado clave para fortalecer la competitividad norteamericana, especialmente mientras EU busca reducir su dependencia de China.
Al enfatizar los beneficios económicos mutuos y adherirse al T-MEC, México puede cambiar la narrativa de conflicto a una de colaboración. Colaborar con el sector privado de EU, que apoya mantener fuertes lazos bilaterales, será crucial para contrarrestar medidas proteccionistas de la nueva administración.
A corto plazo, dada la incertidumbre sobre los aranceles, los activos mexicanos podrían experimentar volatilidad y exigir una mayor prima de riesgo. Además, la agenda de reformas del gobierno tampoco está generando confianza entre los inversores, lo que podría presionar el peso. Sin embargo, a mediano plazo, la resiliencia de la integración económica norteamericana probablemente prevalecerá, estabilizando el peso y ofreciendo oportunidades de inversión en sectores estratégicos como la manufactura y bonos corporativos mexicanos.
A pesar de los retos aquí mencionados, México tiene la oportunidad de reafirmarse como un socio estratégico clave para la región. Priorizar el diálogo constructivo, fortalecer sus alianzas y consolidar su atractivo para los inversionistas serán acciones esenciales para sortear la incertidumbre. En este camino, surgirán oportunidades para quienes sepan capitalizarlas.
La autora es Directora de Estrategias de Inversión para México en UBS.