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Así son las cosas y así se las hemos contado

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Las cosas no son así, las cosas quieren hacernos creer que son así medios y jueces de derechas que trabajan al unísono para hacer caer al gobierno porque no es de su signo. La batalla cultural la ganan gracias a la guerra mediática y judicial para la que tienen todos los recursos

La derecha afirma sin ruborizarse que la izquierda controla la mayoría de medios, que el feminismo les cancela, que ellos están silenciados, que el Gobierno censura, que Moncloa es el Ministerio de la Verdad, que Sánchez es Gran Hermano y que España es Corea del Norte. ¡Si hasta La Revuelta es una operación monclovita para acabar con el único programa crítico de la televisión que es El Hormiguero! La derecha solo tiene a dos hormigas de felpa y un presentador mazado para luchar contra el imperio del mal del Sanchismo. Extraña dictadura norcoreana de Orwell en la que pueden decir esto mañana, tarde y noche, por tierra, mar y aire, desde la mayoría de radios, teles y periódicos que son incomprensiblemente opositores al gobierno. Parece una caricatura pero es un retrato. 

La realidad, lo saben ellos, es la contraria. La abrumadora mayoría de medios son conservadores, el discurso hegemónico es el suyo y no solo tienen a la prensa, también a la mayor parte de los jueces de su lado. No hablamos del caso de la pareja de Ayuso sino de la mujer de Sánchez. No hablamos de la filtración de Miguel Ángel Rodríguez sino de la presunta filtración del fiscal general del Estado. No hablamos del hermano de la presidenta madrileña sino del hermano del presidente del Gobierno. No hablamos de los contratos a dedo de Mazón a empresas que financiaban ilegalmente a su partido, hablamos de Aldama señalando con el dedo al ejecutivo sin pruebas de ningún tipo. La derecha impone sus marcos. También porque en la izquierda los compramos. 

Hablamos esta semana de que Sánchez no ha ido a la misa por las víctimas de Valencia. No hablamos de que era una homilía convocada por el Arzobispado valenciano a la que ni siquiera invitó a todas las familias afectadas. No hablamos de que somos un Estado aconfesional en el que los homenajes oficiales no son religiosos, son laicos. Pero, al final, fueron los ministros, forzados por la presión, lo que no hizo que soltaran el hueso sino que metieran más colmillo. Por supuesto. Sánchez no va porque tiene miedo y envía emisarios. Mira cómo van los reyes, qué simpáticos, qué cercanos. España en blanco y negro. La izquierda siempre comete el error de querer contentar a quien nunca estará contento lo que a menudo provoca el descontento de quienes podrían darle su voto. 

No es que no haya que hablar de la corrupción de Ábalos, pero el PSOE expulsó a su número dos cuando se publicaron los primeros indicios y Ayuso tiene de número tres a Ana Millán investigada por cuatro posibles delitos. De Ana Millán no habíamos oído ni hablar, como explicaba muy bien el director de este periódico, pero de Begoña Gómez hablamos todos los días gracias a una prensa que publica sospechas más que hechos y gracias al juez Peinado que se ha hecho famoso por no encontrar nada en torno a una supuesta ganancia de 8000 euros al año. De los más de 300.000 euros que ha confesado defraudar el novio de Ayuso, que vive en un ático de lujo gracias a ellos, ya no hablamos. Hablamos de lo que quieren que hablemos.  

Hablamos de lo que quieren que hablemos porque les pagan para hacerlo. Ayuso reparte su publicidad institucional a medios afines que difunden bulos y páginas sin audiencia que publican como noticias notas de prensa del PP y FAES, según un informe de Público. No hace más que imitar a su maestra, Esperanza Aguirre, madre de todos los barros. La libertad era eso, regalar dinero público a los amiguetes para que te hagan propaganda disfrazada de periodismo. Así son las cosas y así se las hemos contado, decía la odiosa frase con la que Ernesto Buruaga cerraba sus informativos. Las cosas no son así, las cosas quieren hacernos creer que son así medios y jueces de derechas que trabajan al unísono para hacer caer al gobierno porque no es de su signo. La batalla cultural la ganan gracias a la guerra mediática y judicial para la que tienen todos los recursos. 

No es la derecha la que está silenciada y censurada. Este periódico sabe bien lo que es el silencio mediático cuando publica casos de corrupción del PP, este periodista sabe bien lo que es ser censurado por decir lo que piensa. Dónde están los periodistas de derechas supuestamente censurados: en todas las tertulias, columnas y foros, en las grandes emisoras, televisiones y periódicos, en las grandes editoriales sacando libros. El mejor retrato de esta caricatura son Iker Jiménez y Pablo Motos llorando en prime time porque se sienten perseguidos. Pobrecitos.