Estamos muy contentos
Estamos tan contentos que no pensamos que la Transición, nacida en aquellos tiempos felices y por ello no menos violentos, está tan atada y bien atada como el franquismo y que en dicho paquete venía también la autoridad judicial, ahora poder judicial, apenas peinada tras el advenimiento de la democracia
El día 6 de diciembre de todos los años toca ponerse muy contentos y si no lo dices eres sospechoso y si dices que vale pero que convendría una reforma, entonces, ya eres un subversivo. Incluso los que ni la votaron ni cumplen la Constitución están muy contentos y se visten de limpio como si de un domingo de Ramos se tratase.
Por esos días tuve una conversación con el maestro de leyes José Antonio Martin Pallín; me recordó una parte de la historia preconstitucional que casi nadie sabe. El Tribunal de Orden Público, que ocuparía el lugar del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, se creó a petición de los Estados Unidos. Un país tutelado, aún en dictadura, no podía tener una instancia tan excepcional y la opinión pública política estadounidense de entonces se sentía incómoda. Así que tuvimos aquel tribunal de triste recuerdo, el TOP, que duró hasta 1977, cuando se creó la Audiencia Nacional, como parte de un lavado de cara previo a los fastos venideros de 1978.
Para el recuerdo del tribunal, el juicio del proceso 1001 contra la dirigencia de CCOO y sobre todo, sus miembros togados, fruto de una minuciosa selección por el dictador. Uno de ellos, cuyo nombre no quiero recordar, dolido en sus entrañas ideológicas por el asesinato de Carrero Blanco acontecido el mismo día del inicio del juicio, amenazó con quitarse la toga y coger las pistolas. Esa milicia judicial pasó sin más a la España constitucional. Nadie quiere acordarse de aquellos tiempos hasta enero de 1977, como tampoco de la ley de Reforma Política entrada en vigor el mismo mes, en cuyo paquete venía el rey y con él la monarquía. Para hablar bien de aquella ley, los escasos que la mencionan afirman que dio origen a la Constitución del 78 pero no dicen que fue una ley fundamental, máximo rango del ordenamiento franquista. Es decir, en la Constitución de 1978, en el paquete sorpresa, iba la monarquía que previo juramento del monarca a las leyes del movimiento, había sido incluida en la citada ley. Pero estamos muy contentos.
Estamos tan contentos que no pensamos que la Transición, nacida en aquellos tiempos felices y por ello no menos violentos, está tan atada y bien atada como el franquismo y que en dicho paquete venía también la autoridad judicial, ahora poder judicial, apenas peinada tras el advenimiento de la democracia; eran los mismos. Atados por la Constitución como un monolito de granito irreformable.
Como aquel triste tribunal por los americanos, la Constitución nos la han reformado, si dejamos a un lado la reciente, más lingüística que otra cosa, también desde afuera, los europeos, la UE, y tan contentos, pero reformar lo que se dice reformar, aquí no reforma nadie. Es más, se teme hasta hablar de reforma y eso que no hay nada más constitucional que reformarla, como refleja el propio texto constitucional.