Otoño
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No le vendría mal a la tierra un roción, que, en lo arado, los terrones oreados ya piden un trago. No obstante, ahí está la otoñada, espléndida, verdeciéndolo todo, que las calles del olivar se pintan con verdísimas banderas de yerba; y los vallados donde, aunque nadie lo vea, las esparragueras empiezan a llamar a sus niños para que vayan asomando en cuanto el invierno pase su mano por todo este paraíso. Verdes de yerbas están las lindes, y verde toda la tierra donde no haya entrado la guillotina de un hierro. Arriba, cielo firme, celeste; no se mueve una hoja. Cerca, los frutales se deshojan con lentitud de desgana, sin descuidar los primeros apuntes de lo que vendrá por... Ver Más