Una operación relámpago para tomar Damasco: así ha sido el avance de los rebeldes en Siria para derrocar a Bassar al Assad
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Una operación relámpago lanzada a finales del pasado mes de noviembre ha abierto un nuevo capítulo en la guerra civil de Siria. Desde que el conflicto se iniciase en 2011, Bassar al Assad se ha mantenido en el poder, apoyado por el Rusia e Irán. Un régimen que hasta hace apenas 11 días, pese a su debilitamiento por una guerra cronificada, parecía no tener fisuras. Hoy, ha sido derrocado por una coalición de milicias islamistas y Al Assad ha abandonado el país en avión tras la caída de la capital. Detrás del ataque están los islamistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS), una facción de la antigua rama siria de Al Qaeda, cuyo líder Al Jolani ya dejó claras sus intenciones: recuperar un califato «nacional» en Siria y «derrocar a los Assad», en el poder desde hace más de cinco décadas. El pasado 27 de noviembre, el HTS partió desde Idlib, una ciudad situada al noroeste del país, rumbo a Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria. En apenas tres días de combates y bombardeos, se hicieron con el control de la ciudad, a excepción de pequeños barrios controlados por minorías kurdas. Este fue el primer golpe para un régimen que insistía en escenificar normalidad. El avance de las milicias rebeldes continuó desde Alepo hacia Hama, la cuarta ciudad más grande del país, donde las fuerzas del HTS consiguieron romper las defensas del Ejército sirio, que replegó posiciones en la localidad, aunque aguantó en combate durante varias horas. Finalmente, el pasado jueves el Ejército leal a Al Assad claudicó y las autoridades gubernamentales abandonaron la ciudad. Al Jolani , entonces, emitió un comunicado anunciando la toma de Hama. «Los muyaidín, los revolucionarios, han empezado a entrar a la ciudad de Hama para la limpiar la herida que existe en Siria desde hace 40 años», sentenció. Esa «herida» no es otra cosa que la operación militar que, en 1982, lanzó el régimen de Hafez al Assad -padre de Bassar al Assad- para tumbar el levantamiento islamista contra la dictadura laica, que iniciaron los Hermanos Musulmanes en 1979 y que se saldó cuatro años después con una cruel matanza de más de 10.000 sirios. Tras Hama, las milicias, con rumbo Damasco, conquistaron Homs , a unos 160 kilómetros de la capital siria y bastión clave para Al Assad. El combate en Homs comenzó este mismo sábado, y la ciudad cayó en apenas unas horas entre discursos cruzados del régimen y las milicias. Mientras los rebeldes anunciaban la liberación de 3.500 presos, el régimen negaba haber perdido el control de la ciudad. Con un mensaje en Telegram, los rebeldes proclamaron la toma de Homs: «Anunciamos la completa liberación de la ciudad de Homs». Así, en apenas 24 horas de avance , los rebeldes habían conquistado Homs y otras tres ciudades más. Además de militar, la conquista de Homs asestaba un golpe estratégico contra el régimen. Al controlar la ciudad, sus entradas y salidas, los rebeldes también pasaban a controlar la única ruta por carretera que conecta Damasco con la base rusa en Tartus, punto clave para el Ejército de Al Assad. «Nuestras fuerzas han comenzado la fase final» . Así anunciaba un comandante de las HTS este sábado que las milicias llegaban a Damasco y que la operación para derrocar a Al Assad entraba, ahora sí, en una nueva etapa. A primera hora de la tarde del sábado, el avance rebelde ya llegaba a la periferia de la capital, provocando el despliegue del Ejército sirio. « Nadie puede penetrar esta línea de defensa », apuntó el ministro de Defensa, Mohamed Al Rahmun. Y mientras el combate por el control de Damasco ya estaba en las calles de la capital, y con un régimen ya herido, su líder intentaba una salida a la desesperada. Al Assad, en sus últimas horas en el poder, trató de convencer sin éxito a Joe Biden y Donald Trump para mover ficha y evitar la llegada al poder de los opositores para salvarse. De madrugada, las tropas rebeldes rompían todas las defensas militares de Damasco y anunciaron la liberación de Damasco. En la plaza de los Omeyas, el ruido de los disparos como señal de alegría se mezclaba con los gritos de «Allahu Akbar» («Dios es el más grande»). Bassar al Assad había caído.