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La UE se alegra del fin de la dictadura de Al Asad pero teme la inmigración masiva

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Los Veintisiete han saludado con entusiasmo la caída del régimen de Bachar Al Asad. La máxima representante de la diplomacia comunitaria, Kaya Kallas, ha asegurado este domingo que el “fin de la dictadura de Asad en un acontecimiento positivo y largamente esperado, pero también muestra la debilidad de los aliados de Asad, Rusia e Irán”.

“Estoy en estrecho contacto con los ministros de la región. El proceso de reconstrucción de Siria será largo y complicado y todas las partes deben estar dispuestas a colaborar de manera constructiva”, ha añadido Kallas.

A pesar de la alegría, la incertidumbre sobre qué pasará en el país es la nota dominante. Para la máxima representante la mayor prioridad de la UE es “garantizar la seguridad en la región” y para ello, los Veintisiete están dispuestos a trabajar con “todos los socios constructivos”. En términos muy parecidos se ha expresado el presidente del Consejo, Antonio Costa, quien ha subrayado que ahora surge “una nueva oportunidad de libertad y paz para todo el pueblo sirio, lo cual es también crucial para la estabilidad general de la región”.

La guerra en Siria ha tenido importantes repercusiones para la UE, sobre todo en el terreno de los flujos migratorios. La crisis de refugiados del año 2015 desató una brecha sin precedentes entre el Este y el Oeste del club comunitario. La política de puertas abiertas emprendida por la canciller Angela Merkel y el boicot de los países del Este a un sistema obligatorio de reparto de cuotas de refugiados desembocaron en el blindaje fronteras europeas a nuevas entradas.

Desde entonces, los acuerdos de los Veintisiete con terceros países para que contuvieran las llegadas han sido la nota dominante, a imagen y semejanza del pacto con Turquía suscrito en marzo de 2016.

A pesar de que el acuerdo con Ankara redujo drásticamente el número de demandantes de asilo sirios que llegaban a franquear las fronteras europeas, la presión migratoria no ha cesado en los último años y vivió nuevos repuntes en 2024. En julio de este año, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von de Leyen, presentó un plan de asistencia económica y política para el Líbano, donde se alojan un millón y medio de refugiados sirios.

De esta forma, Beirut recibiría 1.000 millones de euros hasta 2027 a cambio de contener los flujos migratorios de Siria y se abría la posibilidad de un sistema de retornos a ciertas partes del país consideradas seguras.

En el mes de julio, ocho países -Austria, Croacia, Chipre, República Checa, Grecia, Italia, Eslovaquia y Eslovenia- pidieron al entonces máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell un enfoque más pragmático hacía el régimen de Bachar Al Asad. Ante el aumento de llegadas a estos países, los firmantes pedían “el retorno seguro, voluntario y digno de los refugiados sirios” a cambio de “garantías de seguridad” por parte de Damasco.

La gran pregunta ahora es si todos los desplazados podrán volver al país o si se desatará una nueva oleada migratoria, si el caos se apodera de Siria. El canciller alemán, Olaf Scholz, ha asegurado que ahora la prioridad reside en establecer “el derecho y el orden “ mientas se garantiza que todas las comunidades religiosas y minorías étnicas se hallan protegidas.

La ministra de Exteriores del país, Annalena Baerbock, ha advertido que el país no puede caer ahora en manos de “radicales”. El ministerio de Exteriores francés también ha abogado por “una transición política pacífica y respetuosa de la diversidad del pueblo sirio que proteja a los civiles y a todas las minorías, de acuerdo con el derecho internacional “ y rechazando “cualquier forma de extremismo”. Para Francia resulta esencial “el silencio de las armas, la preservación de las instituciones del Estado, el respeto de la soberanía y de la integridad territorial de Siria”.

El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, también se ha sumado a las voces que muestran preocupación por el futuro del país, ante el temor de que Siria caiga “en una balcanización de distintas regiones en manos de distintos grupos”. “Tenemos que dar pasos para que sea el pueblo sirio el que decida quién y cómo quiere ser gobernada en el futuro”, ha señalado el ministro de Exteriores.

Según el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Antonio Tajani, lo importante ahora es “mantener la unidad política de Siria” y que “las minorías no sean atacadas, empezando por la cristiana".

Durante años, Al Asad fue considerado por parte de Occidente como un líder moderado, bajo cuyo régimen los cristianos podían vivir tranquilos Sobre un posible nuevo éxodo, Tajani ha asegurado que “las fronteras están cerradas, por lo que es difícil para los sirios poder salir del país. “Seguimos la situación con gran preocupación esperando que no haya un empeoramiento del clima y que podamos tener una situación estable y no sangrienta en poco tiempo”, ha asegurado.