“El SAE no es una tómbola”: Expertos en educación abordan las fortalezas y debilidades del Sistema de Admisión Escolar
Un proceso de evaluación para mejorar el Sistema de Admisión Escolar (SAE). Eso es lo que acordó el Gobierno con el Congreso, tras las múltiples críticas contra el mecanismo, expresadas por parlamentarios de oposición en el contexto de la discusión de la Ley de Presupuesto.
Durante el debate, los legisladores apuntaron a que supuestamente el SAE le quita a los padres el derecho a escoger el colegio de sus hijos. Incluso, durante la tramitación, la Cámara de Diputados aprobó una indicación para suspender su aplicación durante 2025, que finalmente no se ratificó en las votaciones posteriores.
En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, expertos en educación coincidieron en que aunque hay espacio para mejorar el SAE, es de vital importancia que el sistema siga funcionando.
La directora ejecutiva de Educación 2020, Ingrid Olea, explicó que la principal diferencia entre el SAE y el sistema descentralizado que había antes, es la manera en que se resuelve el principal problema al que se enfrenta cualquier mecanismo de admisión: cómo decidir cuando hay más estudiantes postulando que vacantes.
“Cuando las postulaciones exceden las vacantes, era el colegio el que decía: ‘yo voy a poner este requisito o voy a dejar que estos niños ingresen y estos no’, o voy a hacerlo por orden de llegada y los papás que hagan la fila desde más temprano van a tener el cupo. En cambio, en el Sistema de Admisión Escolar, cuando hay más postulantes que cupos, no es el colegio el que decide quienes deja entrar y bajo qué condiciones, sino que hay un sistema que hace una selección aleatoria y dentro de todos los postulantes dice: ‘estos son los que quedan’”.
De acuerdo a Olea, la principal razón por la que hay molestia con el SAE es que este sistema deja en mayor evidencia que hay determinados colegios con una alta demanda y otros en los que muy pocos quieren estar. Por ello, la directora ejecutiva de Educación 2020, planteó que en realidad el problema no está en el sistema de admisión, sino que en la dispar calidad de los establecimientos.
“Ocurre que, por ejemplo, si un papá pone como primera prioridad un colegio con mucha demanda y no quedara, en segunda otro con mucha demanda y en el proceso de selección tampoco quedara, iría al que puso como tercera prioridad y evidentemente no sería donde más ganas tenía que su hijo quedara. Todos los colegios que están disponibles para elegir deberían tener un nivel de calidad que fuese homologable entre ellos, para que al momento de que esta selección ocurra, no implique que al no quedar en mis primeras opciones automáticamente quede en uno que se considere malo”, dijo.
En esa misma línea, el investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, Cristian Cabalín, aseguró que “la pregunta no tiene que ser sobre el SAE, sino que sobre la calidad educacional y sobre la posibilidad de construir más escuelas de alta calidad para que la oferta sea amplia”.
“El SAE está orientado hacia la justicia educacional, hacia evitar la segregación escolar, la discriminación arbitraria que existía en algunos colegios en el proceso anterior y también para entregarle igualdad de oportunidades a todos los niños y niñas de acceder a colegios de buena calidad. El sistema anterior era muy humillante en algunas prácticas que tenían con las familias y no reflejaba necesariamente sus preferencias, sino que eran más bien los colegios quienes hacían la selección”, estimó.
La investigadora del Centro de Estudios Públicos (CEP), Sylvia Eyzaguirre, también recalcó que la clave del SAE es que posibilita que sean los padres quienes escojan el colegio de los hijos y no al revés. Asimismo, destacó el buen funcionamiento de la plataforma digital y su algoritmo.
“Eso funciona bien, tiene una tasa de éxito alta. El 93% de los postulantes queda asignado en una de sus preferencias, el 50% queda asignado en su más alta preferencia, pero dónde creo que hay una discusión que es política y me parece importante llevar a cabo, es en los criterios para priorizar”, sostuvo.
La investigadora recordó que el SAE actúa a partir de cuatro elementos. “Uno es si existen hermanos o no en el establecimiento, el otro es un 15% de alumnos prioritarios, el otro tiene que ver con que si el niño es hijo o no de un funcionario que trabaja en el colegio y por último, si el apoderado es exalumno. Los criterios de rendimiento académico no se consideran en absoluto, ni siquiera en enseñanza media, así como tampoco otros criterios que tienen que ver con la buena conducta. Debiese haber una discusión sobre esos aspectos, de si se deben o no incorporar. Me parece que es muy válida esa discusión”, opinó.
¿Qué es el mérito?
Sylvia Eyzaguirre señaló que el debate sobre el rendimiento académico es ideológico, pero también cuenta con evidencia empírica. La investigadora del CEP relevó los estudios que demuestran que los liceos que seleccionan con ese criterio, juegan un rol fundamental en que jóvenes de escasos recursos accedan a las mejores universidades del país.
“En base a la evidencia que he generado y he leído, creo que es sumamente importante retomar la selección por mérito en la enseñanza media. No solamente la evidencia muestra cómo estos liceos son un motor de movilidad social, sino que también me parece importante la señal que entrega la sociedad. Es decir, que un niño que se esfuerza y que estudia y que es responsable con sus tareas en el colegio, va a ver que eso es retribuido y que la sociedad lo valora”.
Por su parte, el investigador del CIAE, Cristian Cabalín, no descartó la posible integración del criterio de rendimiento académico para alumnos de enseñanza media. Sin embargo, también advirtió que es complejo definir lo que significa el mérito.
“No necesariamente hay que hablar de mérito en función del rendimiento académico. El rendimiento académico está también condicionado por factores socio-culturales, socioeconómicos y por el capital cultural de las familias. Por lo tanto, podría haber un chico muy meritorio o una chica muy meritoria que pese a todas las dificultades y el ambiente poco propicio para el aprendizaje, podría marcar un buen rendimiento académico, pero quizá no el más alto y esa persona, ese niño o niña también sería meritorio. No hay que hacer un símil de mérito y rendimiento académico”, insistió.
Respecto, justamente, a los cambios que podrían implementarse en el SAE, los tres expertos coincidieron en que los apoderados deberían tener más información sobre el proceso de admisión y sobre las características de los colegios.
Cabalín indicó que es crucial, por ejemplo, “contrarrestar nociones tan perjudiciales cómo el concepto de tómbola, que no tiene nada que ver con el real funcionamiento del sistema”.
“El SAE no es una tómbola, porque una tómbola es 100% azarosa y en este caso no es el azar lo que influye, sino las preferencias de las familias. Ese concepto ha sido súper dañino para entender el alcance del sistema, su lógica, su forma de operar y es parte de una contaminación informativa en torno al SAE”, añadió el investigador.
Ingrid Olea, en tanto, afirmó que también es importante que el Ministerio de Educación aproveche los datos que año a año recolecta el SAE.
“El sistema de admisión hoy nos da la información de cuáles son esos colegios que las familias hoy no prefieren. Eso nos debería decir: ‘Acá es dónde hay que poner el foco de la mejora escolar’, para que en el fondo este colegio, en los procesos que vienen, sea un colegio en que las familias sí quieran quedar”.