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Pragmatismo limitado y diplomacia personalista: la política exterior libertaria

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La llegada de Javier Milei al Gobierno hace un año marcó en la Argentina el despliegue de una política exterior de sello personalista y pendular. Esto es: la fuerte figura del Presidente con su carácter extrovertido y discurso libertario filoso inauguró una diplomacia atada a las necesidades ideológicas del jefe de Estado, una estrategia de alianza con los países amigos del liberalismo y el viraje abrupto de la izquierda a la derecha sin escalas.

Desde el primer día en que arribó a la Casa Rosada Milei se fijó como hoja de ruta abandonar la política exterior de tendencia de izquierda que Alberto Fernández y Cristina Kirchner llevaron adelante para abrazar sin vueltas a países como Estados Unidos, Israel, Italia o El Salvador de Bukele en una jugada extremadamente contrapuesta de definición ideológica.

Incluso en el plano de su alianza con Washington el presidente Milei fue más allá de una estrategia de acercamiento con el partido gobernante, el demócrata Joe Biden y se jugó a pleno por la campaña de extrema derecha del republicano Donald Trump que finalmente ganó las elecciones. En esa misma línea de trabajo Milei optó por alinearse automáticamente con el Israel de Netanhyahu y mostró su favoritismo por le derecha europea de Giorgia Meloni en Italia o la Turquía de Erdogán.

Las prioridades de la política exterior de Milei se encaminaron así a cerrar acuerdos con países socios de la OCDE, establecer un acercamiento con la OTAN y despegarse la "Patria grande" latinoamericana que supo cultivar el kirchnerismo.

La cristalización de esta jugada de diplomacia personalista se vio plasmada en la crisis que Argentina protagonizó con España, por el cruce verbal entre Milei y el presidente Pedro Sánchez. También en las rencillas con el brasilero Lula Da Silva, los presidentes de izquierda de Chile y Colombia, Gabriel Boric y Gustavo Petro, respectivamente. Y en el duro enfrentamiento con el régimen de Nicolás Maduro por la evacuación de todos los diplomáticos argentinos en la embajada en Venezuela.

Estos cambios copernicanos de la política exterior argentina se expusieron sin tapujos desde la ceremonia de asunción de Milei de espaldas al Congreso con varios de los referentes de esa nueva derecha mundial como Bukele o el establecimiento de alianzas con la Ucrania de Zelensky en detrimento de la Rusia de Vladimir Putin que poco antes había abrazado Alberto Fernández.

Esto forma parte de lo que muchos analistas internacionales definen como la "diplomacia del personalismo". Le ocurrió en otros momentos a Estados Unidos con Donald Trump o a Gran Bretaña con Boris Johnson. En los hechos concretos el primer gesto de esa política se dio con la decisión de Argentina de rechazar el ingreso a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudafrica).

Luego llegaron más postales de esta estrategia de política exterior extremista como las votaciones en la ONU en contra de en contra de la intensificación de los esfuerzos para prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas o el voto contrario a la agenda ambiental. Todas estas expresiones fueron duramente cuestionadas incluso por socios del gobierno del PRO o del radicalismo y hasta el jefe de Gabinete, Guillermo Francos las tildó en algún momento de "excesivas".

Parte de esta estrategia diplomática que resultó "excesiva" por momentos se dio en la causa Malvinas. La ahora excanciller Mondino protagonizó en septiembre una reunión con David Lammy, titular de la Foreign Office. El resultado de esto fue el anuncio de la restitución de los vuelos semanales a las islas con escala en Brasil y Córdoba. Esto generó una puja interna con Victoria Villarruel quien consideró que la decisión era en detrimento del reclamo de soberanía.

Milei fue a fondo en su convencimiento de girar la política exterior a la derecha al punto que no le tembló el pulso para eyectar a su canciller Diana Mondino por no alinearse con su estrategia de derecha y avalar en la ONU un voto en el que Argentina pidió el fin del embargo a Cuba. Esto fue casi un sacrilegio que el Presidente no aceptó y no avalará en sus planes para la diplomacia.

Sin embargo, está claro que Milei instrumentó un fuerte pragmatismo a la política exterior y dejó a un lado las duras críticas a los países "comunistas corruptos" para dar lugar a una agenda abierta con China. La reunión en Brasil con Xi Jinping y la visita programada por Milei para marzo a Beijing hablan de esta practicidad en la nueva diplomacia que se fijó el presidente en su hoja de ruta. En este caso, la necesidad tiene cara de hereje: Milei buscará en su acercamiento con el gobierno chino fondos frescos, inversiones y la ampliación de swaps.

El desembarco de Gerardo Werthein en la Cancillería y del nuevo secretario de Relaciones Económicas, Juan Pazo, impondrán a la política exterior un perfil más fuerte en términos de diplomacia empresarial para la Argentina o el tono de perfil más económico.

Es precisamente ese foco que llevó a Milei a avanzar de una vez en la firma de un acuerdo de libre comercio Unión Europea-Mercosur o en impregnarle al bloque regional un acento fuerte en el pragmatismo de la flexibilización de normas y la apertura mayor de importaciones. Esta es la nueva etapa del Mercosur que inauguró ahora Milei con la presidencia pro tempore de la Argentina del bloque. 

Hubo duros cuestionamientos del mandatario argentino al bloque: "Fue un escollo y una prisión para el desarrollo argentino", dijo en la reunión de Montevideo. Habrá que ver si sus socios de la izquierda latinoamericana como Lula da Silva en Brasil o el próximo jefe de Estado en Uruguay, Yamandu Orsi le permiten ese juego.

La nueva relación que se dispone a inaugurar ahora Milei con Estados Unidos de cara al futuro inmediato es más clara: la afinidad con Donald Trump le garantizaría a la Argentina un vínculo más estrecho con Washington. Pero es probable que esto implique el alejamiento a otros socios tradicionales de la Argentina. La realpolitik que busca Milei y el pragmatismo a veces colisiona con las formas puras de la diplomacia.