Al Asad huye de Damasco tras la entrada de los rebeldes mientras las potencias negocian el futuro de Siria en Qatar
Los insurgentes sirios han irrumpido en la capital en la madrugada del domingo y el presidente Bashar Al Asad se ha marchado del país, según varias fuentes locales. Su huida pone fin a más de 13 años de guerra civil
Claves de la ofensiva rebelde en Siria y el papel de las potencias regionales
El presidente Bashar Al Asad ha abandonado la capital siria, después de que los grupos opositores armados hayan conquistado amplias áreas del país y cuatro importantes ciudades en poco más de una semana, y hayan irrumpido en Damasco en la madrugada del domingo.
Después de haber tomado el control de Alepo, la segunda urbe de Siria, de Hama y Homs, los rebeldes han logrado entrar en la capital y ya controlan algunas instalaciones estratégicas, como la radiotelevisión pública siria.
La coalición de grupos islamistas encabezados por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, en árabe), que ha expulsado a Al Asad del país en poco más de una semana, ha proclamado la victoria a primera hora del domingo. Su líder, Abu Mohamed al Jolani, ha pedido a sus combatientes “proteger las instituciones públicas y sus propiedades, ya que son propiedad del pueblo”.
“Entrad en Damasco con modestia, tratad bien a vuestro pueblo y a vuestra gente. Debéis ser los mejores soldados, como os ha descrito el enviado de Dios”, ha dicho en un comunicado difundido a través de su canal de Telegram.
El primer ministro sirio, Mohamed Ghazi al Jalali, ha asegurado en un vídeo que tiende su mano a “todo sirio que se interesa por este país para preservar sus instituciones”. “Estoy en mi casa, no la he abandonado porque pertenezco a este país y no conozco ningún otro país. Es mi patria”, ha afirmado, mostrándose dispuesto a colaborar con la oposición armada.
La sorpresiva y eficaz ofensiva de los insurgentes ha hecho que las fuerzas gubernamentales se hayan retirado casi sin oponer resistencia, mientras los aliados militares y políticos del presidente -Rusia e Irán- no han hecho lo suficiente para detener el avance opositor.
Precisamente, los ministros de Exteriores ruso e iraní se han reunido este sábado en Qatar con su homólogo de Turquía, cuyo Gobierno apoya a los rebeldes que operan en el norte de Siria y que también han logrado avances en los pasados días. Los tres países forman parte del llamado proceso de Astaná, en el marco del cual han coordinado sus respectivas posturas e intereses en Siria en los últimos años, en los que Al Asad se ha reafirmado en el poder.
El futuro de Siria se decide en Doha
Los tres han acudido al Foro de Doha, en la capital qatarí, donde este sábado Siria ha estado presente en todas las conversaciones, oficiales y extraoficiales. Los representantes de las tres naciones que mueven los hilos en Siria no se han dejado ver juntos, pero han mantenido encuentros a puerta cerrada con otros destacados actores en el escenario sirio, como el enviado especial de Naciones Unidas, Geir O. Pedersen.
Al final de la jornada, Pedersen ha afirmado ante los medios, entre los que estaba elDiario.es, que “las cosas están cambiando dentro de Siria”. “La necesidad de una transición política ordenada nunca ha sido tan urgente” como en estos momentos, ha asegurado en una breve declaración tras reunirse con los tres ministros más influyentes, así como con representantes de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia y la Unión Europea. Pedersen ha dicho que el domingo proseguirán los encuentros, pero que todos los interlocutores están de acuerdo en la convocatoria de unas “conversaciones políticas urgentes en Ginebra para implementar la resolución 2254” de la ONU.
Esa resolución es la hoja de ruta para un proceso de paz en Siria que el Consejo de Seguridad fijó en 2015, pero que hasta ahora no ha sido aplicada, en gran medida por las reticencias del régimen sirio a negociar con sus adversarios. “Necesitamos un proceso urgente y serio, diferente fundamentalmente de lo que ha sido hasta ahora”, ha admitido Pedersen, quien lleva en el cargo desde 2018 sin lograr avances.
La aplicación de la resolución 2254 ha sido repetida este sábado en Doha como un mantra mágico, pero poner fin al conflicto sirio, que el próximo marzo cumplirá 14 años, necesita de un acuerdo entre las tres fuerzas que intervienen en la guerra civil, a favor y en contra de Al Asad. Así lo ha explicado a elDiario.es el analista Charles Lister. “Parece que han llegado a la conclusión que los días de Al Asad están contados y eso es muy positivo porque todos han aceptado que esta es la realidad. Si no aceptaran este hecho, nos encaminaríamos hacia un capítulo mucho más complicado y violento” en Siria.
Tras las conversaciones de este sábado en el hotel Sheraton de Doha, Rusia, Irán y Turquía “han aceptado que debe haber un cambio en Siria ahora y que ese cambio conlleva la marcha de Al Asad, y no su participación en la solución del conflicto; el resto de la comunidad internacional y el pueblo sirio deben juntarse y entender cómo será ese cambio”, según Lister, que es uno de los más expertos en el conflicto.
Después de tantos años y a pesar de su involucración, el analista ha señalado que todo apunta a que Irán y Rusia están “abandonando” a su protegido Al Asad. “¡Son desarrollos muy dramáticos e inesperados!”. Estos desarrollos benefician mucho a Turquía, agrega Lister. “Aunque Turquía no planeaba esto y no tiene mucho control sobre lo que está ocurriendo sobre el terreno ahora, le da mucha más capacidad de influir en el plano diplomático y le da todo lo que ha necesitado desde el principio”. El experto se refiere a lo que el Gobierno turco ha buscado con sus intervenciones militares en Siria y sus presiones diplomáticas: seguridad a lo largo de su frontera con Siria y el retorno de los refugiados sirios a su país, “lo cual parece ahora inevitable”, en su opinión.
La mayor parte de los refugiados provienen de localidades y áreas que durante la guerra han sido duramente castigadas por su oposición al régimen -tanto por las fuerzas de éste como por las rusas-, y ahora ven la posibilidad de regresar si sus lugares de origen son conquistados por los rebeldes. De hecho, estos días muchos sirios han empezado a regresar a los hogares que abandonaron hace años: algunos se han reencontrado con sus familias y vecinos, otros con tristes noticias sobre la suerte de sus parientes o de sus propiedades.
A medida que los rebeldes han ido avanzando, tomando territorios y expulsando a las autoridades de Damasco, también han liberado a los presos que llevaban mucho tiempo detenidos por sus posturas políticas, por haber participado en la revuelta de 2011 o haber rechazado alistarse en el Ejército oficial. En muchos casos, las familias no sabían si estaban presos o muertos -se calcula que hay unos 130.000 desaparecidos en Siria-, y algunas han sabido por fin dónde y cómo están sus seres queridos.
Los ministros del proceso de Astaná se han reunido también con algunos titulares de Exteriores árabes (de Arabia Saudí, Jordania, Egipto e Irak) y del anfitrión, y todos han destacado que trabajan por “una solución política a la crisis en Siria que lleve al final de las operaciones militares y la protección de los civiles frente a las repercusiones de esta crisis”, según un comunicado conjunto emitido por el Gobierno qatarí.
Rusia, apoyo fundamental para Al Asad
Parece que el rápido y fácil avance de los rebeldes sirios ha sido posible gracias a la retirada, casi sin oponer resistencia, de gran parte de las fuerzas armadas y de seguridad del régimen, especialmente en algunas áreas, en las que se les ha ofrecido una “salida segura” a cambio de su rendición.
Este sábado ha alcanzado la ciudad de Homs, en el oeste de Siria y de estratégica importancia porque se sitúa en la carretera que une los bastiones del régimen en la costa noroccidental y la capital, Damasco (situada a unos 150 kilómetros al sur). Esa agrupación ha afirmado en su canal de Telegram que un gran número de las fuerzas del régimen están desertando en las localidades que han conquistado en los alrededores de Homs.
Por su parte, la agencia de noticias oficial siria SANA ha asegurado que el ejército sigue resistiendo la embestida rebelde en las provincias de Hama y Homs, y que la aviación de guerra siria y rusa han efectuado bombardeos contra “terroristas en el noreste de Homs, eliminando a decenas de ellos, y destruyendo sus vehículos y equipos”.
En el Foro de Doha, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha afirmado que su país seguirá apoyando al Ejército sirio frente a “la amenaza del terrorismo” y ha hecho hincapié en que Hayat Tahrir al Sham es considerado un grupo terrorista por parte de la comunidad internacional (de hecho, fue creado alrededor de la exfilial de Al Qaeda en Siria, de cuyas posturas se ha distanciado).
En una intervención pública en el foro, Lavrov no ha querido aclarar la postura de Moscú respecto a su aliado Al Asad, pero ha defendido una vez más “la soberanía nacional y la integridad territorial” de Siria por encima de otros principios. El jefe de la diplomacia rusa, que se ha mostrado bastante molesto con la cobertura mediática de los actuales acontecimientos en Siria, sí ha confirmado que se ha reunido con sus homólogos turco e iraní, y que han coincidido en la aplicación de la resolución 2254. Los diplomáticos “intentamos detener el derramamiento de sangre en Siria”, ha agregado.
Sin el apoyo de Rusia -militar en Siria y político en el Consejo de Seguridad de la ONU-, Al Asad probablemente ya no estaría en el poder. Moscú intervino en la contienda en 2015, cuando el régimen había perdido el control de la mayor parte del país, una buena porción de él a manos de los extremistas del Estado Islámico. La Unión Soviética, primero, y Rusia, después, han apoyado a la familia Al Asad desde hace décadas a cambio de tener su única base en esta zona y una salida al mar Mediterráneo, desde el noroeste de Siria.
Por el momento, Bashar Al Asad permanece en Damasco, al menos así lo ha afirmado la Presidencia en un comunicado. El mandatario “continúa con su trabajo y sus tareas nacionales y constitucionales desde la capital, Damasco”, ha asegurado, negando los rumores sobre su salida del país. Uno de los posibles destinos sería, precisamente, Rusia, o Emiratos Árabes Unidos, uno de los primeros países árabes que normalizó las relaciones con el régimen sirio después de años de matanzas y horrores cometidos contra su propio pueblo. La ONU estima que más de medio millón de sirios han fallecido desde 2011 y casi seis millones se han refugiado en otros países.
Varios expertos han señalado en el Foro de Doha que la normalización con Al Asad no debió ser nunca la solución y ahora se ha revelado una estrategia fallida, y que la comunidad internacional debe admitir su fracaso en ese sentido y trabajar ahora para que las reivindicaciones del pueblo sirio se hagan realidad después de más de una década. También los ministros de Exteriores reunidos en Qatar se han expresado en ese sentido en su comunicado conjunto, en el que han prometido seguir contribuyendo a “una solución pacífica a la crisis en Siria que satisfaga las aspiraciones del pueblo sirio de seguridad, estabilidad y justicia”.