Los fantasmas de Álex de la Iglesia
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Escribió Dickens en 'Historia de dos ciudades' que «era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la locura». Y así es un poco como ve el mundo el poliédrico Álex de la Iglesia, que tiene claro que «vivimos en el mejor mundo posible», pero sus películas y series tienden siempre a mostrar lo contrario. Los demonios, los monstruos, los escenarios de pesadilla o incluso la vertiente más repulsiva del ser humano. Tras reponerse a la cancelación en Max de '30 monedas' después del estreno de su segunda temporada, el director, que se reconoce como «nada partidario de la nostalgia», viaja al pasado en busca de una «historia gótica» con la que remover «en las ruinas» de la Expo y destapar los trapos sucios de una época que se vendió como la puerta a una España moderna pero en la que ya germinaban algunos de los problemas que ahora siguen enquistados. De eso trata '1992', la serie que estrena el próximo 13 de diciembre en Netflix, un thriller protagonizado por Marian Álvarez y Fernando Valdivieso que se viste de David Fincher para seguir a un asesino que, tras ejecutar con fuego a sus víctimas, deja en el escenario del crimen una figura de Curro, la popular mascota de la feria universal. «Viniendo de la Transición hay un momento en el que nos consideramos recuperados. Vamos a enseñar al mundo que somos una nación nueva, la nueva España, y esa puerta era la Expo. Era ese lugar en el que íbamos a demostrar a todo el mundo que estábamos a la altura de Europa y del mundo entero en todos los ámbitos. Eso efectivamente ocurre, es un éxito, pero hay algo oscuro que también de alguna manera se nos queda grabado en la cabeza», explica el cineasta en una entrevista con ABC. Y abunda, acto seguido, en los cimientos de una podredumbre que todavía está muy instalada en la España actual: «Es el origen de un tipo de política que esconde secretos, que esconde corrupción, que esconde muchas cosas que luego hemos visto que siguen presentes. Para mí, la manera inteligente de mirar el pasado es descubrirnos ahora en el presente y que seguimos siendo, creo yo, los mismos, no hemos avanzado en ese nivel», sentencia. En '1992' hay mucho fuego pero en el exterior casi siempre llueve. No es que Álex de la Iglesia sea muy de contrastes, que también, ni que por eso de ser un thriller, intente homenajear a uno de los grandes tropos del cine negro, sino para lograr un efecto mayor en «las emociones» de los personajes. «Esa idea de lluvia constante genera una especie de peso, de dificultad a la hora de moverte, de que todo lo que hacen es más complejo o más engorroso. Y claro, es que nos conviene que el mundo sea engorroso para que ellos tengan que viajar al pasado», dice, al tiempo que aclara que tampoco es que sea una idea suya, «ya está en otras películas». Y precisamente hay muchas películas en la nueva serie de Netflix: «'Frankenstein', 'El fantasma de la ópera', 'Seven'... y también está 'True detective'», cita el director. Pero lo que más está es el propio Álex de la Iglesia, siempre indistinguible en su estilo, aún cuando, dice, intenta ocultarlo. «He intentado suavizar mi estilo. Yo soy el que siempre intenta hacer una cosa nueva. Te juro que no tengo ninguna intención de tener una marca o una manera de hacerlo, lo que pasa es que lo descubro yo mismo. De pronto lo veo y digo: 'Dios mío, estoy yo ahí otra vez'. Quiero decir, ocurre. No formo parte de esa gente que de alguna manera primero colocó una estructura y luego la llena. Pongo los personajes y ellos mismos se relacionan y entonces surge...». Para unos es el día de la marmota, para él, 'El día de la bestia'. El multiverso del director En '1992', por ejemplo, está el aura demonaica de '30 monedas' instalado en una habitación del hotel NH, o 'La comuna' en el piso de la madre del personaje de Marian Álvarez. También constantes como el policía de homicidios o el empresario asesinado, el uso exagerado del tipismo del género, recursos muy de serie B o la querencia por lo feo y desagradable. Y, claro, en esa especie de museo de los horrores o multiverso de Álex de la Iglesia también hay algo a lo que solo podría atreverse el cineasta vasco: convertir al querido y entrañable Curro, mascota de la Expo de Sevilla, en un ser aterrador. El director, que siempre pone especial mimo en construir a sus criaturas, cree que es fundamental defender incluso a los villanos de sus historias, por mucho que, como en '1992', sean justicieros en busca de venganza: «Es fundamental comprenderlos. Si tú entiendes por qué hace lo que hace, de pronto cobra un jugo y una fuerza enormes. A mí me da la sensación que de pronto entender al personaje es como: 'Oh, Dios mío, le estoy entendiendo', y ahí ya deja de ser un monstruo. Entonces te acercas por fin a él y, aunque al mismo tiempo siga haciendo cosas horribles, esa ambivalencia de pronto cobra fuerza», reconoce De la Iglesia.