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No puede haber embudo

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La porosidad de la frontera común no solo permite pasar a Estados Unidos a esos indocumentados que tanto molestan a la Casa Blanca, y son el resultado de sus políticas abusivas hacia el Sur, incluyendo sus medidas punitivas.

De la misma manera, pero con total impunidad, las armas obtenidas en el Norte, gracias a la permisividad de sus leyes, son introducidas ilegalmente en México para alimentar redes delincuenciales dedicadas al tráfico ilícito de estupefacientes que pululan, también, debido a la demanda que las drogas tienen en la vecina «de arriba»… y dejan buena cantidad de muertos en la nación mexicana.

Los migrantes —que ya no son solo ni mayormente provenientes de México— han recibido históricamente en la línea de demarcación un trato duro que desdice el modo humanitario con que los atienden hace un tiempo en esa tierra «de paso». Del lado de allá será peor cuando asuma Donald Trump. Él ha prometido redadas y deportaciones masivas y, aunque no lo ha proclamado, aspira a militarizar la frontera, algo que del otro lado no aceptan.

Sin embargo, las armas que alimentan una violencia casi endémica en México llegan a su borde fronterizo sur «sin ser detectadas» por las autoridades estadounidenses; ni siquiera tras las denuncias formuladas desde hace meses por altos funcionarios nacionales que han pedido medidas a Washington para detener el flujo.

Así lo hizo en varias ocasiones desde fines del año pasado la excanciller mexicana Alicia Bárcena, quien reveló estimados que calculaban en 200 000 las armas de fuego provenientes de EE. UU. incautadas en su país, solo en los meses cercanos a la denuncia… Una incautación posible en México porque allí, contrariamente a lo que ocurre en Estados Unidos, la venta de armas está controlada.

Esa información es conocida pero ignorada, y se abstienen de tomar medidas para prevenir que terminen en manos de grupos criminales, enfatizó entonces Bárcena, quien se dirigía al auditorio de un foro sudamericano.

Fue esa solo una de varias denuncias. Algunas semanas después, un impactante reportaje realizado por el periódico La Jornada demostraba fehacientemente esas revelaciones y daba cuenta de lo que llamó «un vasto mercado de armas de alto poder y gran letalidad, cuyo uso por particulares no tiene justificación alguna», y que incluía desde ametralladoras hasta lanzagranadas y cohetes antitanque, así como proyectiles de alto calibre en condición de «inertes» pero que, con facilidad, podían ser reconvertidos en munición viva, así como armas automáticas de alto calibre que procedían de piezas dadas de baja, nada menos que por las fuerzas armadas estadounidenses.

La investigación añadió que, aunque en Estados Unidos está prohibida la venta de ametralladoras a civiles desde 1986, más de 741 000 de esas armas quedaron fuera del control de la oficina encargada del control del tabaco, el alcohol y las armas de fuego (ATF, por sus siglas en inglés), por lo que «artefactos de esta clase siguen comercializándose gracias a los vacíos legales», añadió.

Funcionarios del Pentágono citados por la publicación añadieron que a la libertad para adquirir armas en Estados Unidos y su paso libre por la frontera, se suma el descontrol en las instituciones militares estadounidenses sobre sus arsenales.

A propósito, una investigación realizada por la organización Alto a las Armas de Estados Unidos a México y citada en julio pasado por el diario español El País, señalaba a ese tráfico con armas salidas de miles de armerías estadounidenses como uno de los factores responsables del aumento precipitado de la violencia armada durante las últimas dos décadas en México.

Exigencias parejas y responsabilidades compartidas

Tales informaciones vienen muy a colación cuando Trump, a un mes de asumir la presidencia, vuelve a amenazar a México con elevar los aranceles a sus productos si no se detiene la migración ilegal que, sin embargo, ha descendido desde diciembre de 2023 en un 76 por ciento, resultado que debe reconocerse a los esfuerzos de la Guardia Nacional mexicana, puesta en función de cuidar la línea pero, también, de brindar una atención a los migrantes con respeto a sus derechos humanos.

La «responsabilidad» que en algún momento se pensó convertiría a México en «un muro», la depositó sobre los hombros de ese país el propio Trump durante su anterior mandato, siempre con las mismas jugadas de chantaje que quiere reiterar ahora.

El entonces presidente Andrés Manuel López Obrador no solo desplegó, como jefe de Estado, todos los esfuerzos necesarios para detectarlos y, al propio tiempo, brindar a los migrantes el trato justo que merecen, y que ha sido relativamente menos agresivo por parte del Norte, durante la agonizante gestión de Joseph Biden.

Además, AMLO acompañó esos oficios ejemplares con una actitud y un discurso encaminados a hacer valer, ante la propia Casa Blanca, el enfoque integral que demanda el fenómeno de la migración ilegal, y que debe partir del «ataque» a sus causas: las desigualdades y la pobreza en el Sur global.

Similares posturas han hecho valer con entereza Claudia Sheinbaum, ante quien Trump quiere erigir, además, exigencias relacionadas con el consumo en EE. UU. del estupefaciente conocido como fentanilo, un opioide sintético usado en cierta farmacopea como analgésico, lo que puede haber extendido su mal uso.

La exigencia estadounidense de detener su presunta introducción en el país desde México «persiguió» también a Obrador, bajo cuyo Gobierno se aprobaron leyes de penalización a sus comerciantes ilegales y consumidores como forma de evitar que el mal, de escasa presencia en su nación, se extendiera. Ese enfrentamiento no lo ha adoptado Washington.

Además, AMLO refutó al Departamento de Estado al recordarle que los precursores químicos necesarios para la producción del fentanilo llegaban de Asia, y que no solo su país participaba en su producción.

La entrada de miles de armas de fuego provenientes de EE. UU. es uno de los grandes problemas ciudadanos que enfrenta la nación centroamericana. Foto: La Chispa

«México no es el problema, sino la solución», aseveró el entonces canciller Marcelo Ebrard, en alusión a un enfrentamiento del que el gabinete de Sheinbaum ha dado algunos resultados.

Por ejemplo, que entre el primero de octubre y la misma fecha de noviembre, las autoridades decomisaron 57,9 toneladas de drogas que no incluían solo fentanilo, así como 2 471 armas de fuego y 2 923 vehículos, y se detuvo a 5 333 personas relacionadas con el tráfico ilegal.

«El aseguramiento de esa droga equivale a más de 50 millones de dosis que no llegarán a las calles, evitando que estas sustancias destruyan familias y comunidades», afirmó el secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch.

¿Y qué puede mostrar Estados Unidos?, se preguntó con razón la Presidenta mexicana, fustigando la postura de un mandatario —pronto lo será— que quiere organizar su casa culpando y presionando a otros, chantajeando e injiriendo en patio ajeno.

Claudia recordó la necesidad y disposición mexicana a la cooperación y el enfrentamiento conjunto. Pero también erigió sus advertencias.

Ya se terminó el intervencionismo en México, apuntó. «Ahora hay una relación entre iguales».