El «milagro» de Macron en Notre Dame y las cenizas de la V República
Notre Dame ha resurgido de sus cenizas cinco años después mientras la V República parece sucumbir en ellas. A pie de calle, los franceses han asistido este sábado a la puesta de largo de la nueva catedral en un día frío y gris en París más propicio del clima político que de la proeza titánica de levantar el simbólico templo de nuevo.
Algunos pasan a escasos metros de donde comienza el perímetro de seguridad infranqueable y que ha sido agrandado por la presencia de Trump. “De poco le va a valer con el lío que hay” nos dice Guillaume, un joven parisino treintañero en referencia al logro diplomático de Macron.
Los fastos de Notre Dame han quedado empañados por la crisis política interna del país, al menos para una parte de los franceses. Lo que sí es reconocido de forma casi unánime es la proeza que ha significado reabrir el templo y la importancia simbólica que tiene para Francia y para la Iglesia.
Según una encuesta del diario católico La Croix, Notre Dame representa para los franceses un emblema de París y de Francia, pero para los católicos practicantes es sobre todo un lugar de culto. “Lo más importante es que el culto pueda volver a celebrarse en esta catedral” decía en las horas previas a la reapertura el rector-arcipreste de la catedral, Olivier Ribadeau-Dumas, quien celebraraba que “los católicos de París van a recuperar su iglesia madre”.
Los vecinos que viven alrededor de Notre Dame recuerdan múltiples detalles de aquel día del incendio el 15 de abril de 2019. “Yo estaba en clase de danza aquí al lado y tuvimos que parar para asomarnos a ver qué estaba pasando. Lo recuerdo perfectamente” cuenta para LA RAZON Erika que vive a escasos metros del templo y que se había imaginado este día de puesta de largo “como un día histórico“.
Ella minimiza soriendo la situación de lío político y recuerda que cuando aconteció el incendio Macron se encontraba en plena crisis de los chalecos amarillos y parecía que Francia iba a arder entera. “Aquí siempre hay algo”, sentencia. Muchas crisis han pasado desde entonces y Macron ha ido forjando sus quinquenios en saltar de una a otra. La diferencia es que la reconstrucción de Notre Dame era para el presidente su gran obra para la posterioridad. Como lo fue el Centro Georges Pompidou o la biblioteca François Mitterrand.
Algunos vecinos califican de “milagro” que, esta vez sí, los plazos se han cumplido. Macron dijo cinco años en 2019 y gracias a las multimillonarias donaciones, así ha sido. Muchos de ellos bromean diciendo que un “milagro” es precisamente lo que ahora necesita el presidente.
El efecto de los fastos de Notre Dame como vitrina mundial durará aún menos que la de los Juegos Olímpicos. El lunes por la mañana habrá que buscar el nombre del nuevo primer ministro, volverán las rondas de contactos y las urgencias para calmar a los mercados. Y la pompa de Notre Dame se habrá esfumado aunque una gran página de la Historia se haya escrito en París este fin de semana.