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El cuento chino del coche eléctrico

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El mundo quema más carbón que nunca y no para calentarse, sino para cargar las baterías de los móviles, tabletas, nutrir a los centros de datos mundiales, los superordenadores que controlan las redes sociales y, cómo no, para que los coches eléctricos «reposten». En unas economías supuestamente cada vez más «verdes», en las que no se gasta en papel y todo es aparentemente inocuo y sin humos a la vista, el horizonte se torna en una inmensa nube negra, con el hollín cubriéndolo todo, tras bambalinas.

Sin embargo, el récord de la demanda de carbón no es global, se concentra en Asia y no en toda ella: China es la responsable, seguida a larga distancia de India. Porque el consumo de carbón no solo declina en Europa y Estados Unidos, sino también en Japón, Corea del Sur o Australia.

Las cifras gruesas no mienten: el planeta devoró 8,70 billones de toneladas de carbón en 2023, un 2,6% más que el año previo. El 80% del consumo provino de Asia.

China, el mayor productor, importador y consumidor de carbón, incrementó su demanda del mineral negro para generación eléctrica un 8% y no eléctrica un 2,5%. El auge del carbón coincide con el despegue un 7% de la demanda eléctrica y con la expansión de los coches enchufables chinos por Europa. Pekín se ha lanzado con un vigor inusitado a desarrollar estos vehículos con ayuda del régimen, algo que ha generado agrias disputas arancelarias con Bruselas, mientras los recargaba quemando más y más carbón.

Así, la descarbonización global se cae por el extremo que, curiosamente, más impulsa el coche eléctrico. La Agencia Internacional de la Energía admite en su último informe sobre el sector hullero que, a pesar del desarrollo de la eólica y solar en china, buena parte del crecimiento de la demanda de energía en China lo cubre la generación con carbón «por la baja disponibilidad de las plantas hidroeléctricas».

¿Qué hace China si sube la demanda y sus renovables no tiran? Quemar carbón a espuertas, 276 millones de toneladas más, hasta alcanzar el récord de 4.883 millones de toneladas en 2023, más de la mitad de todo el mundo.

Terceras reservas del mundo

Y China engulle cada vez más mineral porque tira cada día con más voracidad de las reservas propias, una de las mayores del mundo. Y es que la calidad del carbón chino es menor y genera menos energía, lo que hace necesario un mayor volumen consumido.

Para hacerse una idea de la situación basta mirar a India, el segundo «culpable» de que el mundo esté muy lejos de lograr esa ansiada descarbonización.

Allí, la demanda de carbón para generar electricidad ha crecido un 10% en un año y el respaldo renovable está muy lejos de poder cubrir la avidez eléctrica. Como consecuencia, el consumo de carbón –respaldado además por el crecimiento de la demanda de cemento y acero– ha crecido un 9% hasta los 1.252 millones de toneladas anuales-. Aun así, es una cuarta parte de lo que consume China.

Mientras, la utilización de carbón en Europa se desplomó un 23% y un 17% en Estados Unidos, y se espera que el declinar prosiga. La AIE cree que China e India seguirán tirando del consumo global al menos un 1% sobre el récord de 2023 durante la primera parte de este 2024, hasta los 4.308 millones de toneladas, sobre todo por el tirón de la generación eléctrica, que crecerá un 1,4%. Para el conjunto del 2024, el informe de la AIE espera un alza del 0,4%, hasta los 8.737 millones de toneladas.

Y es que la demanda de carbón para generar electricidad crecerá en China un 0,9% en 2024 pese al desarrollo fotovoltaico y la mayor disponibilidad hidráulica. Se trata del menor crecimiento desde 2015, pero sigue avanzando y todavía podría hacerlo más por la mayor demanda de hierro y acero.

India seguirá con subidas del consumo de carbón eléctrico a dos dígitos (10%) y la demanda general para el año crecerá un 6% hasta los 1.330 millones de toneladas, aunque la palma se la llevará Vietnam, que quemará un 12% más.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca hace prever un repunte del consumo hullero en Estados Unidos o, cuando menos, una caída menos pronunciada. Por el contrario, se espera que la demanda en la UE se hunda otro 19%, hasta los 287 millones de toneladas, la primera vez desde que hay registros que en Europa se queman menos de 300 millones de toneladas de carbón anuales.

El mayor productor

El fervor con el que China ha afrontado la electrificación tiene mucho que ver con el carbón. El gigante asiático dispone de las terceras reservas mundiales, con un 14%, empatado con Australia y solo superado por EE UU (22%, la mayoría en Montana e Illinois) y Rusia (15%). De hecho, China es el mayor productor mundial.

Junto con India e Indonesia acaparan el 72% del mercado global, pero es Pekín el que lo controla. Porque entre importaciones y la creciente producción propia –sobre todo en la región de Shanxi, de donde salen 1,3 billones de toneladas– China acaparó más de 5.000 millones de toneladas por los 1.000 millones producidos por India o los 775 millones de toneladas de Indonesia. Aunque se espera que la producción propia de carbón chino caiga unos 38 millones de toneladas, hasta los 4.572 millones, las importaciones del resto de Asia suplirán las escasas necesidades de carbón foráneo.

Con estos datos, queda claro que China tiene mucho carbón propio por quemar y, a medida que electrifica su economía, el mineral cobra una mayor relevancia como combustible de respaldo.

Mientras, China logra desengancharse de su aguda dependencia del petróleo, del que es el mayor importador global pues apenas dispone de reservas. Produce algo más de 4 millones de barriles de crudo cada día por los 15,3 millones de barriles diarios procesados, según los datos de JPMorgan, que apuntan incluso a que China estaría acumulando petróleo, ya que importa más de lo que procesa, bien por un enfriamiento de su producción o por la necesidad de acaparar por la vuelta de Trump.

Tesla y Volkswagen frente a las marcas chinas

La prueba de que a China le interesa la electrificación es que sus marcas de vehículos eléctricos acaparan las ventas y que de los alrededor de 50 millones de vehículos eléctricos que circulan por el mundo entorno al 60% de las matriculaciones provienen de allí.

Aunque Tesla –con una gigafactoría en Shanghái que acaba de sobrepasar los 3 millones de coches producidos– tiene los modelos más vendidos, la china BYD se anota más matriculaciones y junto con Geely, GAC y SGMW las marcas chinas copan más de la mitad de las ventas mundiales de vehículos eléctricos.

Un fenómeno creciente, porque en el gigantesco mercado chino ya hay 150 modelos eléctricos compitiendo, 97 de ellos 100% locales.