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Netanyahu anuncia el alto el fuego con Hizbulá tras el bombardeo masivo de Beirut

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El Gobierno israelí ha dado luz verde al esperado acuerdo para el alto el fuego con Hizbulá después de más de dos meses de ofensiva aérea -y posteriormente terrestre- contra la milicia proiraní en el Líbano. Según lo pactado, el alto el fuego entrará en vigor el miércoles a las diez de la mañana hora local de Tel Aviv y Beirut aunque sin acuerdo sobre su duración. “Si Hizbulá se rearma e incumple el acuerdo, atacaremos”, avisó el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en una alocución televisada. Se espera que el primer ministro libanés Nagib Mikati anuncie el acuerdo y el refuerzo de la presencia del Ejército regular en el sur del país.

En su intervención, Netanyahu sintetizó en tres las razones para el cese de las hostilidades entre sus fuerzas y la organización apéndice de Teherán en el Líbano. “La primera, tenemos que centrarnos en la amenaza iraní. La segunda, nuestras tropas tienen que descansar y adquirir nuevas municiones para proteger a los soldados. Y la tercera es aislar a Hamás”.

El acuerdo alcanzado entre el Gobierno israelí e Hizbulá queda ahora a expensas de la capacidad de un Gobierno interino y de un Estado como el libanés -que durante años ha fracasado a la hora de someter a la ley a la organización política y militar proiraní- de hacer efectivos los términos de la resolución 1701 (11 agosto de 2006) del Consejo de Seguridad de la ONU. “El alto el fuego es el resultado de la intensa actividad diplomática de Estados Unidos y sus socios, como Francia (…) Tenemos ahora la posibilidad de lograr la implementación efectiva de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”, aseveraba ayer, apenas una hora antes de hacerse público el anuncio del primer ministro israelí, el secretario de Estado saliente de EUU Antony Blinken.

Una resolución que otorga en exclusiva al Ejército regular libanés la competencia de la seguridad desde el río Litani y la línea azul fronteriza además de a la FINUL, y, por tanto, exige -algo que no se ha cumplido durante los dieciocho años transcurridos- la retirada de Hizbulá de la zona sur del Líbano, aunque no su disolución como milicia (organización terrorista para la UE y EEUU). Israel ha de comprometerse a partir de ahora a no violar la soberanía libanesa. “Mantenemos plena libertad militar en el Líbano”, advirtió, con todo, Netanyahu ayer.

El anuncio del cese de las hostilidades entre Israel y la milicia chiita estuvo precedido de una de las sucesiones de ataques aéreos más duras que se recuerdan sobre Beirut desde finales de septiembre, momento que marca la entrada en la actual fase de la confrontación bélica entre las FDI y la milicia proiraní, a la que Netanyahu aseguró haber hecho retroceder militarmente diez años.

Como en muchas otras jornadas de los dos últimos meses, las FDI golpearon simultáneamente localidades del sur y el este del país, el valle de la Becá, y Beirut, en busca de infraestructura de la milicia chiita. Unos bombardeos que comenzaron a primera hora de la mañana y se prolongaron hasta bien entrada la noche.

Tras las varias rondas de bombardeos de la mañana en torno al Dahiyeh, el extenso suburbio que constituía el bastión de Hizbulá, un aviso de los portavoces del Ejército israelí anunciaba nuevos ataques contra las instalaciones de la entidad financiera vinculada a Hizbulá, Al Qard Al Hassan, en todo el país, como después se fueron produciendo durante la tarde y noche. Al filo de las seis, desde las FDI se avisaba de nuevos bombardeos contra varios edificios del centro de Beirut y se pedía a la población que se alejara de los mismos. Un primer balance de los bombardeos de ayer sobre Beirut elevaba hasta la decena el número de muertos, según las autoridades sanitarias libanesas.

La ofensiva “a gran escala”, en palabras de los representantes israelíes, dejó escenas caóticas en las calles de la capital libanesa, con decenas de miles de personas tratando de huir como podían hacia zonas más seguras al norte y este de la provincia de Monte Líbano. El Gobierno interino del país de los cedros decidía al caer la noche suspender la actividad lectiva en escuelas, universidades y centros de formación profesional públicos y privados en todo el país. El miedo se confundía en la tarde de ayer entre los beirutíes y el conjunto de los libaneses con la esperanza en el alto el fuego. “Está siendo una tarde durísima y sabemos que la noche lo va a ser igual”, admitía a este medio Nadia, una joven libanesa residente en la municipalidad de Hadath, al sur de Beirut. El ruido de los bombardeos y los drones fue una constante durante toda la jornada de ayer en la urbe libanesa.

Horas antes, a primera hora de la tarde, los portavoces militares israelíes anunciaron que sus tropas habían alcanzado el río Litani, “donde están descubriendo y destruyendo complejos terroristas utilizados en el curso de los últimos meses”, una cuenca fluvial situada a una media de una treintena de kilómetros de la línea azul que sirve de frontera entre los dos países. Una referencia cargada de simbolismo, pues la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas marcó precisamente el Litani como referencia. Además, los soldados israelíes no cruzaban las aguas del citado río desde el año 2000.

Asimismo, también a mediodía, las FDI hicieron pública la eliminación el pasado 17 de noviembre de un alto mando de Hizbulá, concretamente el responsable de operaciones en la costa del sur del Líbano, Ahmed Subhi Hazima, en un bombardeo sobre la localidad de Tiro. Mientras tanto, Hizbulá volvió, una jornada más, a lanzar cohetes desde el sur del Líbano hacia distintos puntos del norte de Israel. Las FDI anunciaron haber interceptado “varios” de estos aparatos procedentes del país vecino. No se lamentaron víctimas.

La ofensiva israelí contra Hizbulá dejaba, según el último balance de las autoridades sanitarias libanesas, más de 3.500 muertos, muchos de ellos civiles. Más de 70 personas han perdido la vida en Israel, de los cuales 40 eran civiles. Por encima del medio centenar de soldados de las FDI murieron en combates terrestres contra Hizbulá en el sur del Líbano.