Moncloa maniobra para que el PSM tumbe a Lobato
Límite 48 horas. Las maniobras se suceden y la presión se ejerce por tierra, mar y aire para lograr doblegar la voluntad de Juan Lobato de seguir al frente del PSOE madrileño. Ferraz y Moncloa han desplegado una estrategia en remoto, quieren que sea el propio Lobato o la teledirigida federación madrileña quienes fuercen su salida sin verse ellos salpicados por la pugna fratricida. Y esto, porque en la práctica, la dirección federal tiene poco margen efectivo para fulminarlo –los Estatutos no lo permiten– y no se quiere trasladar una imagen guerracivilista a puertas del congreso. Demasiado tarde. «No vamos a actuar, no tiene sentido hacer nada a tres días del congreso. No podemos meternos en una guerra», señalan desde Ferraz. En la retina, aunque haya pasado el tiempo, sigue muy nítido el desenlace de los acontecimientos con otro secretario general del PSOE de Madrid, Tomás Gómez, y no se quiere replicar aquella situación.
Tampoco se quiere hacer nada explícito para que Lobato no encabece la delegación de los socialistas madrileños en Sevilla. Nada explícito, porque bajo cuerda se suceden los movimientos en público y en privado para que el líder de la federación asuma su profunda soledad y que si decide acudir, varios serán los delegados que no le secunden. «No habrá comitiva», advierten. También en ese desmarque de Lobato se encuadran los pronunciamientos públicos para que convoque a su dirección regional para que «escuche a la ejecutiva, a su dirección política» y sea consciente de que tampoco le apoyan. «No ha convocado nada», se quejan, y en sus planes tampoco está hacerlo a corto plazo. Lobato no va a entrar en el juego de presiones y está jugando sus propias cartas, con un trato directo con la militancia, enviando por mail su intervención de ayer, consciente de que solo las primarias pueden salvar su liderazgo.
Esto, porque si hay un mensaje que quedó claro ayer en el PSOE de Madrid, tras su rueda de prensa, es que no tiene intención de dimitir como secretario general de los socialistas madrileños ni de recoger cable para apartarse de la carrera por la Secretaría General del partido que se decide después de Navidad. Y hay una razón clara para dar la batalla, pese al intento de acorralamiento de los cuadros del partido: Lobato cuenta con el apoyo de la militancia, entre la que hay una gran indignación porque consideran que se ha convertido de una víctima de Moncloa. «Lo que querían es que difundiera una información manifiestamente ilegal y ahora se va a penalizar al que quiere ser honesto y trabajar bien. Lo que ha hecho Lobato es protegerse porque tenía dudas de que la información que le había facilitado procedía de un canal lícito, no se merece lo que le está ocurriendo», aseguran fuentes del partido que salen en su defensa. A todo esto se une que a Pilar Sánchez Acera, la jefa de gabinete del ministro Óscar López, con quien Lobato mantuvo la conversación de marras, siempre se la ha considerado de la cuerda del sempiterno Rafael Simancas, considerado «un cáncer» entre una gran parte de la militancia del PSOE-M.
La militancia ve con indignación cómo desde Moncloa se azuza a los cuadros del PSOE-M para arrinconar a Lobato. De ahí que el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, amigo personal del líder de los socialistas madrileños, calificara la situación de «grave» y exigiera la convocatoria de la comisión ejecutiva regional del PSOE para que se den explicaciones. Lo mismo que la portavoz del partido en el Ayuntamiento de Madrid, Reyes Maroto, quien pidió a Lobato que se sometiera a una moción de confianza en un intento de invitar a Lobato a tomar la puerta de salida al verse falto de apoyos. Sin embargo, no hay un mecanismo en el partido que pueda forzar al secretario general de los socialistas madrileños a que abandone el cargo, aunque se quedara sin los apoyos de la Ejecutiva. De hecho, fue el propio Sánchez –tras sufrir en sus propias carnes en 2016 cómo le descabalgó de la dirección su propia Ejecutiva– quien introdujo en los Estatutos del PSOE una cláusula de blindaje para que esta situación no volviera a repetirse en el futuro. Tampoco para el que ahora es su adversario.
El sector crítico, entre los que se encuentran alcaldes de grandes municipios de Madrid, han tachado la situación «insostenible» y de «surrealista». Consideran «muy grave» que en este momento se esté hablando del «caso PSOE de Madrid» en lugar hablar del «caso novio de Ayuso». Por eso creen que «debe dimitir» porque «está creando tensión al partido a pocos días del Congreso Federal del partido en Sevilla».
Mientras, la posible candidatura a la Secretaría General del partido del ministro Óscar López que se ha barajado estos días está generando muchos recelos. «A López no le queremos ni en pintura. Lobato, podrá ser flojo, pero se ha peleado una oposición leal y constructiva sin destrozar al adversario ni rayar la ilegalidad», aseguran. Por otra parte, entre el PSOE-M está cada vez más extendida la idea de que Pedro Sánchez no acabará la legislatura. Hay desafección y desmovilización. El «amor incondicional» a Pedro Sánchez ya se ha perdido porque «son muchos los casos de corrupción que le van cercando».