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Daniel Craig: 'Queer', exploración de las adicciones y el amor

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En el amor puede ser aterrador mostrar todas tus cartas, hacerte vulnerable, dejar que tu deseo se vea plenamente. Lo que se ofrece a otra persona sin reservas también puede tomarse sin recompensa; como queremos que nos amen, nos arriesgamos.Quizá no pensemos mucho en ese aspecto del amor, prefiriendo detenernos —como hacen la mayoría de las películas— en todas las partes sensuales y sensibleras. Esa peligrosa sensación de exposición es la preocupación central de Queer, y eso no puede explorarse sin un actor principal que esté dispuesto.Daniel Craig, de 56 años, tiene una nueva y audaz misión: interpreta a Lee, un expatriado estadunidense en la Ciudad de México de mediados de siglo, que se enamora de un hombre más joven y distante, Allerton (Drew Starkey). Lee se siente deshecho por un deseo que solo es correspondido de manera torpe.Ver a Craig consumirse de forma tan vulnerable tiene un gran impacto cultural: antaño considerado el rostro mismo del garbo masculino, ahora su rostro está empapado del sudor del fracaso.Aunque su interpretación ha suscitado elogios y rumores de Oscar desde que la cinta se estrenó en el Festival de Venecia en septiembre, sorprenderá conocer esta faceta de Craig después de verlo interpretar a un estoico agente secreto durante casi 15 años.Pero cuando le pregunté al director Luca Guadagnino si Queerestá más cerca de la sensibilidad real de su protagonista de lo que la gente supone, me contestó: “Cada película es un documental sobre el actor que interpreta al personaje”.Si es así, quizá ahora sea el momento perfecto para volver a conocer a Daniel Craig. “A veces me parece muy risible la idea de la masculinidad”, dijo.Era temprano en una mañana de octubre, y había quedado con Daniel para desayunar en el hotel Sunset Tower de West Hollywood y reflexionar sobre la interpretación de la masculinidad. “La mayoría de los hombres van por la vida con esta actuación que hacen; es una actuación”, aclaró.En persona, Craig es más reflexivo de lo que el interminable ajetreo de sus giras de prensa de James Bond sugería: con dos pares de gafas metidas en su camisa azul abotonada y un flequillo rubio que le caía con frecuencia sobre la cara, tenía el aire afable de un profesor que se levanta temprano para ir a practicar surf. Autocrítico hasta la saciedad, se disculpaba por tener los ojos llorosos. “Si parezco un poco alterado, es que tengo un poco de desfase horario”.Aunque Craig tiene una concentración y un enfoque tranquilos, lo único que trata con la máxima seriedad es su trabajo: si no todos intentan hacer la mejor película posible, ¿qué sentido tiene? Esa fuerza motriz también lo poseyó en sus días de Bond. “Si alguna vez algo decaía, yo pensaba, espera, este es el ambiente más raro que hay en el cine”, recordó.Esa actitud de “todo incluido” también tiene su precio. “Este trabajo me parece muy duro, y es más exigente a medida que envejezco”, reflexionó.Aunque hay muchas estrellas de cine que alcanzan una cierta cima de éxito y luego dejan de esforzarse, Craig no se considera una de ellas.“Mi admiración; si puedes hacerlo, estupendo, yo no puedo —y abundó—: No soy un actor de método, pero es una pesadilla estar conmigo cuando trabajo. Quiero irme a casa y olvidarme de todo y ser normal, pero la mitad de mi cerebro está en el trabajo”.Bond le ha dado el privilegio de ser más cuidadoso a la hora de elegir los trabajos, lo que significa que es menos prolífico.“Tengo un hijo de seis años en casa —dijo Craig, que está casado con la actriz Rachel Weisz—, y no quiero estar fuera de casa tanto como en el pasado”. Cuando se compromete, no se lo toma a la ligera, necesita meses para estudiar.Su propia fragilidadCon el fin de prepararse para Queer, Craig trabajó una y otra vez con un profesor de interpretación, perfeccionando su acento y estudiando viejas imágenes de Burroughs en busca de ideas e inspiración para su personaje. Aun así, sucumbió a los nervios durante el primer día de rodaje.“He estado trabajando en la voz, pero aun así, estaba aterrado”, confesó.Después de su primera toma, ya no pudo mantener la compostura: “Estaba temblando, literalmente. Luca se me acercó y fue como si chasqueara los dedos. Me dijo: ‘Afloja’”.De repente, la coraza del personaje —esa tensa interpretación de la masculinidad— se rompió, y Craig se dio cuenta de que, en su intento de mostrar las fragilidades de Lee, había mostrado las suyas propias. A partir de ese momento, dejó que la tensión se filtrara en su actuación y trató de seguir el ejemplo de su director.“Soy un inglés rígido”, dijo Craig con una sonrisa.Aunque Queerpueda parecer una nueva dirección radical para Craig, en otros sentidos, es un regreso a casa. Antes de ser contratado como Bond, se dio a conocer en películas independientes británicas como El amor es el diablo y The Mother, sexualmente explícitas que le exigían desnudar cuerpo y alma.“No se avergüenza de lo que presenta como actor —aseguró Starkey, quien interpreta a su interés amoroso en la cinta—. Encuentra pequeños entresijos de humanidad que todos experimentamos pero que quizá nos da vergüenza mostrar, y lo hace de manera natural”.Las escenas de sexo modernas revelan el carácter o solo deleitan con la belleza, rara vez hacen aflorar el sentimiento de necesidad que se muestra en Queer. Entre conocidos en un bar, Lee se pavonea y mantiene el estilo, pero cuando está en su dormitorio con Allerton —o con un amante a sueldo interpretado por el cantante Omar Apollo— la necesidad pone de rodillas a ese hombre imperioso.“El sexo es entrega —dijo Craig con naturalidad—. A eso se reduce realmente, ahí es donde se establece la verdadera conexión”.Sin embargo, su mayor temor era que sin la vulnerabilidad que sustenta esas escenas de sexo, la historia solo pudiera reducirse a “un viejo blanco que se pasea por la Ciudad de México” al acecho de hombres más jóvenes. “Por supuesto que hay lujuria de por medio —plena y sucia—, pero también se trata de alguien que busca el amor en una época en la que todo debía ser muy complicado”.Fue igual de ardiente en lo que respecta a la descripción del consumo de drogas en la película; Lee, al igual que Burroughs, era adicto a la heroína. “He conocido a mucha gente drogadicta, y no es bonito”, dijo Craig.Llega a su clímax en una secuencia filmada en una sola toma ininterrumpida de cuatro minutos, mientras Lee cocina y se inyecta heroína solo en su apartamento. Presentado con sencillez y sin adornos —para Lee, todo esto es tan rutinario como respirar—, el momento llega a ser desgarrador gracias a la franqueza de Craig.“Estaba seguro de que esa escena tenía que desarrollarse en tiempo real, sin ninguna infracción de la ficción”, dijo Guadagnino, quien recurrió a un asesor de rodaje y antiguo drogadicto para supervisarla. Tras ver la primera toma de Craig, Guadagnino dijo en voz baja “corten”, y se volteó para ver al asesor temblando.“Me dijo: ‘Este artista está plasmando la experiencia de mi vida en cuatro minutos’ —recordó Guadagnino—. Daniel hizo que ese caballero se sintiera tan conectado, dolido y, al mismo tiempo, eufórico. Fue uno de los grandes momentos de mi vida”.Para Craig, poner en pantalla algo menos que todo su ser habría sido deshonesto. “Reconozco al personaje en mí mismo. Reconozco el dolor, la añoranza, el anhelo, el amor, la dificultad y todos los defectos”.—¿Cómo se siente al final de un rodaje así, que le pide que se desnude tanto?—“Normalmente me enfermo. Se me disparan las glándulas suprarrenales —bromeó diciendo que su ego también sufre—: Estoy rodeado de gente que me ayuda todo el tiempo, y en casa no es así. Así que tengo que regresar al mundo real”.Nueva perspectivaCuando trataba de abrirse camino como joven actor británico en la década de 1990, Craig se dio cuenta de que su aire rudo y desenvuelto no encajaba bien con la estética predominante de Merchant Ivory.“No se me daba muy bien ser sofisticado, porque tenías que usar flequillo y parecer que habías ido a Eton —dijo, pasándose una mano por el flequillo de una forma que recordaba a Hugh Grant en sus mejores tiempos —. Quizá podría hacerlo ahora”.Craig empezó a dejarse crecer el pelo para Queer, y luego se lo dejó aún más largo para la siguiente entrega de la franquicia Knives Out. El primer gran vistazo a su nueva apariencia se produjo en julio, cuando Craig protagonizó una campaña publicitaria para la marca de moda Loewe: con un estilo aniñado y suéteres de colores, desprendía tanto capricho de pelo alborotado que The New York Times proclamó que había “matado a su James Bond”.Tres años después del estreno de Sin tiempo para morir, su última película de James Bond, Daniel Craig dijo que las presiones de la fama habían disminuido, lo que le había permitido relajarse un poco. Eso le ha dado una nueva perspectiva sobre hasta qué punto una estrella puede empezar a apartarse del mundo.“Me he examinado mucho en los últimos 20 años para intentar superarlo. Hubo un tiempo en que me encerré en mí mismo. Ahí es donde reside la locura. Piensas: ‘No puedo ir allí porque soy muy importante’”, reconoció.Cuando se le preguntó si alguna vez había sentido la presión de convertirse más en marca que en actor, Craig se preguntó en voz alta: “¿Soy una marca? Tienes que dedicarte a las redes sociales, y yo no puedo hacerlo. Incluso me arrepiento de los correos electrónicos que envío”. Sin embargo, admitió que si le hubieran ofrecido Queer hace 10 años, habría antepuesto su lealtad a la marca Bond.“No lo habría hecho. Estaba tan envuelto en Bond y en lo que era, que me habría aterrorizado hacer algo así”. También sabe que podría haberse percibido como un casting por pura publicidad.Que la película conmocionara a sus seguidores o le valiera a Craig su primera nominación al Oscar nunca fue una preocupación prioritaria, dijo su coprotagonista. “No podrás funcionar como intérprete o artista si estás pensando constantemente en eso”, dijo Starkey.Así que es posible que Guadagnino tuviera razón y Queer sea un documental sobre el hombre que la protagoniza. O quizá el filme sea un espejo, sugirió Craig.“Conozco a muchos hombres duros en este mundo que son vulnerables, y me gusta representar eso en las películas”, concluyó Daniel Craig. _c.2024 The New York Times Company