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AlfonsoyAmigos en la Sierra del Rincón

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La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad (Francis Bacon)

Viendo esta mañana cómo llueve y oyendo silbar el viento tras los cristales, cuesta creer que ayer tuviéramos un día tan formidable.

Estoy seguro de que más de un compañero revisó las previsiones meteorológicas, pero casi teníamos la certeza de que no solo nos libraríamos de mojarnos, sino que, además, no sería aconsejable abrigarse demasiado.

A las afueras de Montejo de la Sierra, en la Sierra del Rincón al norte de Madrid, nos encontramos en un aparcamiento que casi llenamos al completo, como si hubiéramos hecho una reserva previa. Allí estuvimos: Ángel, Enrique, Ernesto, Eva, Juan, Luis Ángel, Patrick, Rafa, Raúl y Alfonso.

Qué alegría tener de nuevo con nosotros a Eva y a Patrick. Su presencia siempre añade un toque especial a nuestros encuentros.


Aquellos ciclistas se adentraban en la niebla, ávidos de emociones, como lobos acechando a su presa


Un día gris, con una temperatura apenas fresca, que agradeceremos cuando comencemos a realizar los primeros esfuerzos. Por ahora, nos alejamos de Montejo para rodar por laderas verdes cubiertas de hierba, que poco a poco van tomando desnivel. El entorno ya resulta muy agradable a la vista, con un paisaje que invita a seguir adelante.

El primer objetivo del día es acercarnos hasta la solitaria ermita de la Virgen de Nazaret, construida en el siglo XVI y que parece transportarnos a otra época. Lugar perfecto para una breve pausa y para capturar las primeras fotos grupales.

A los veteranos nos viene a la mente el duro repecho que en otras ocasiones hemos tenido que superar para ganar altura, pero en esta ocasión, propongo una alternativa que obliga a tomar tramo por la M-130. Aunque no presenta grandes desniveles, la monotonía y parsimonia del avance acaban no siendo del agrado de todos.

El camino de La Hiruela nos conduce a todos hasta el punto más alto de nuestra ruta, el Collado Salinero (1515m). Aunque la niebla aún no ha querido retirarse, las vistas espectaculares desde este punto nos recompensan con creces del esfuerzo realizado.


Are you ready?

A nuestra derecha discurre la pista forestal que desciende a lo profundo del valle, pero nuestra intención es repetir el complicado trazado de otras ocasiones por un senderillo que se pierde una y otra vez entre la alta maleza.

Enrique marcha en cabeza con la mejor de las voluntades, avisándonos por walkie de los tramos complicados, hasta que deja de oírse su voz. ¿El motivo? Que le ha tocado desmontar de la bici y empujarla por un perdido sendero entre una selva de zarzas, piornos, raíces y arbustos de muy malas intenciones.

Hay algún tramo que se deja recorrer montado por los más atrevidos, pero es breve y complicado, y más adelante, nos enfrentamos a un obligado empuja-bike remontando una dura ladera.


Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad

Nos reunimos en el Cerro del Moro (1536m) Es el momento perfecto para recuperar fuerzas, tomar alguna barrita, un sorbo de agua y… ¿reírnos mucho? Qué gratificante es ver a los amigos bromear y reírse a pesar del esfuerzo realizado.

La camaradería y el buen humor son, sin duda, el mejor combustible para continuar nuestra aventura, y hoy las hay a raudales.

Por delante, más de lo mismo, pero ahora es en descenso, con piornos que casi nos superan en altura. Descendiendo a pie junto a Ernesto, me dice con su habitual sonrisa: “Se te ve contento”. Claro, le respondo, “I’m feeling good”

Por delante, un descenso difícil de describir, por pista forestal, si se le puede llamar pista, con un pronunciado desnivel y terreno muy roto en el que se ponen a prueba y al rojo vivo los frenos. No, no hay fotos. “Aquí no hay quien pare”.

Al llegar abajo, junto al arroyo de la Fuentecilla, felicitaciones y cruces de miradas para comprobar que estamos enteros.

De nuevo agrupados, nos desviamos por la derecha. Próximo objetivo: Collado Hondo (1363m) Recorrido duro, con toboganes engañosos que castigan, pero que se convierte en un deleite para la vista. Avanzamos sobre una enorme alfombra de hojas caídas que, lastimeras, se quejan a nuestro paso.

Estamos siguiendo la Senda de las Carboneras, del Collado Hondo al Collado del Espino, dejando que nuestras piernas y las bicicletas se suelten y recuperen del esfuerzo realizado Disfrutamos de cada metro que avanzamos, rodeados de hayas, robles albares, rebollos y un agradable aroma que no logro identificar.

Por la Senda de los Oficios de la Vida nos acercamos hasta La Hiruela, que saludamos y seguimos adelante, por una senda que nos obliga a estar más atentos, por algunos pasos complicados, que solventamos sin problemas. Y después, otro goce para la vista y disfrute de sensaciones para ciclistas, por una canaleja revirada, cubierta totalmente de hojas secas que te hacen temer alguna trampa oculta y desear que nunca acabe.

Hemos descendido hasta puente sobre el mismísimo río Jarama y nuestra ruta nos lleva hacia El Cardoso de la Sierra, a través de dehesas donde pacen plácidos rebaños de vacas y jóvenes becerros, y atravesando puertas de fincas que hoy hemos aprendido que aquí llaman zarzos.


Tomamos el GR-88, enfrentándonos a unos repechos que pican en las piernas. Sin embargo, algunos se animan al ver que nos restan 10 kms de ruta. ¡Cuidado, que engañan! Y no podemos perder la atención en los pasos más difíciles.

Un año más, nos encontramos a las puertas del Hayedo de Montejo, Patrimonio Natural de la Humanidad, cuyo origen data del año 1460, y que Carlos I de España y V de Alemania defendió como perteneciente a Montejo.

Por carretera, sí, es lo que toca, hasta el Puerto de El Cardoso (1348m) y poco más adelante, junto a la Fuente del Collado, nos desviamos hacia el Camino de las Cuestas. Avanzamos muy rápidos, ahora sí estamos acabando, por tramos que encontramos encharcados y embarrados. ¡Vaya, a última hora!

Nunca dijimos que la ruta sería fácil, pero sabíamos que valdría la pena vivirla

Y para culminar la formidable mañana, los diez nos hemos quedado a comer juntos. ¿He mencionado que no hemos parado de bromear y reír? Pues eso.