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La agenda de Ribera y Gómez

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Abc.es 
Como militante socialista, Begoña Gómez figura entre los firmantes de la querella de Ferraz contra Víctor de Aldama, precedida de la correspondiente demanda de conciliación con el comisionista del caso Koldo. Tiene sobrados motivos la esposa del presidente del Gobierno –ya investigada en los juzgados por cuatro delitos relacionados con su actividad docente y empresarial– para involucrarse en el movimiento reactivo con que el entorno del jefe del Ejecutivo trata desde el pasado jueves de desacreditar el testimonio de Aldama para incorporarlo al expediente oficial del fango y minimizar su presencia en los medios que colaboran con la estrategia de La Moncloa. Junto a varios ministros, altos cargos políticos del organigrama del Ejecutivo y dirigentes del PSOE, Aldama también señaló en su declaración ante Ismael Moreno a Begoña Gómez, que presuntamente participó en al menos una reunión con Teresa Ribera, a punto de oficializar su cargo de vicepresidenta europea, para interesarse por un proyecto empresarial de Globalia cuyo objetivo era dinamizar la España rural. ABC cuenta hoy los detalles de aquella iniciativa empresarial de Javier Hidalgo, 'Hola, pueblos', en la que también aparece la figura del empresario Juan Carlos Barrabés, colaborador de Gómez en su cátedra extraordinaria y visitador de La Moncloa. En puertas de incorporarse a la Comisión de la UE, Teresa Ribera quizá tuviera motivos para interesarse por una propuesta empresarial relacionada con las competencias de su departamento, que además de la transición ecológica incluye un reto demográfico precisamente articulado sobre la necesidad de reactivar la denominada España vacía. La idea de Hidalgo pasaba por adquirir aldeas despobladas, hasta un centenar, y reconvertirlas en enclaves turísticos para clientes de alto poder adquisitivo. Se puede entender el interés de Ribera en un proyecto para el que Globalia buscaba apoyo público, pero en ningún caso la presencia de Begoña Gómez –entonces directora del África Center del Instituto de Empresa– en alguna de esas reuniones, apuntadas en la Audiencia Nacional por un Víctor de Aldama que está obligado a demostrar con pruebas sus cargas de profundidad. Mientras el PSOE se querella contra él, Aldama tiene ahora el deber –también la oportunidad, por su propio interés– de documentar ante la Justicia sus acusaciones, que no solo comprometen, y mucho, a Begoña Gómez en un nuevo episodio de presunto tráfico de influencias. Es Teresa Ribera, según la versión del comisionista, quien debería dar explicaciones sobre el concurso de la esposa de su jefe, presidente del Gobierno del que aún es miembro, en unos encuentros empresariales en los que la iniciativa privada confluía con la financiación pública. Con una asesora de La Moncloa que mediaba en su actividad profesional y con una agenda particular que se desarrollaba en la sede de la Presidencia del Gobierno, a veces con la participación del propio jefe del Ejecutivo, Begoña Gómez también aparece en la quiniela de Víctor de Aldama como protegida de Teresa Ribera y en un negocio –millonario, solo frustrado por la pandemia y la crisis de Globalia– para el que no tenía otro aval que su condición de esposa de Pedro Sánchez. Begoña Gómez ya es investigada por la Justicia ordinaria. Es la todavía vicepresidenta tercera quien, siempre en función de las pruebas que aporte Aldama , tendría que explicar el papel que desempeñaba la mujer de su superior en unas reuniones en las que no se hablaba sino de negocios y de 'captación de fondos', materia sobre la que giraba el máster de Gómez en la Universidad Complutense.