El papa Francisco echó a otro sacerdote: quién es el argentino que amenaza la estabilidad de la Iglesia Católica
El Vaticano entró en crisis luego de que el papa Francisco decidiera echar a otro sacerdote y lo excomulgara de la Iglesia Católica. La medida del sumo pontífice alertó a todos los fieles que cuestionan sus motivos para reestructurar la religión.
De acuerdo con el comunicado oficial, el motivo de su despido fue un cisma, un "delito contra la fe" que representa una ruptura formal con la autoridad papal y con la comunión eclesiástica.
Esta no es la primera vez que el Obispo de Roma decide desvincular a un líder del ejercicio en su congregación luego de cuestionar la legitimidad de su pontificado. Recientemente, Francisco prohibió la misa tradicional en latín del obispo Joseph Strickland, quien había sido retirado de su puesto el año pasado tras opinar en su contra.
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Quién es el argentino que amenaza la estabilidad de la Iglesia Católica según el papa Francisco
Se trata del sacerdote de 57 años Fernando María Cornet. Hasta el 14 de noviembre ejerció como párroco de una iglesia ubicada en la ciudad de Sassari, en Cerdeña, Italia.
La justificación de su despido se llevó a cabo luego de una serie de cuestionamientos públicos a la validez del mandato del papa Francisco. En agosto de 2023, el cura publicó un libro titulado "¿Habemus antipapam? Investigación en honor a la verdad", en el que afirmó que la renuncia de Benedicto XVI en el 2013 fue ilegítima y por ende el mandato de Francisco es inválido.
Además, en múltiples instancias ya se habían presentado en múltiples entrevistas radiales sobre este posicionamiento con respecto a la autoridad de la Iglesia, incluso calificando al sumo pontífice de "antipapa".
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¿Qué pasa si un papa excomulga a un sacerdote?
La excomunión por el Papa representa la máxima sanción canónica dentro de la Iglesia Católica. Implica que el líder religioso queda separado de la comunión eclesiástica, perdiendo todos sus derechos y privilegios ministeriales, lo que significa que no puede administrar sacramentos, participar en ceremonias religiosas o ejercer cualquier función clerical.
Esta medida, generalmente aplicada como último recurso por faltas graves como herejía o comportamientos que gravemente contravengan la doctrina católica, no elimina su condición de sacerdote ordenado, pero lo inhabilita completamente.
La reconciliación solo es posible mediante un proceso de arrepentimiento y rehabilitación, que únicamente puede ser autorizado por el Papa o por quien este designe.