Hasta siempre, Antonio
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Antonio Noblejas nos dejaba el fatídico martes, 29 de octubre, cuando se encontraba junto a tres grandes amigos y se vio sorprendido por la DANA en la zona de Chiva. Todos los que formamos parte de EDEM Escuela de Empresarios estamos desolados y con profundo pesar enviamos nuestro cariño a su querida esposa Eloísa, sus hijos, Daniel e Irene, sus hijos políticos, sus nietos y al resto de sus familiares y amigos. Desde ese día albergábamos la esperanza de un milagro. Sin embargo, a medida que pasaban las angustiosas horas y días, se desvanecía… Previamente, la pasada semana, se confirmó el fallecimiento de sus tres compañeros esa misma tarde: Miguel Burdeos, Presidente de SPB; Vicente Tarancón, CEO de Luanvi; y José Luis Marín, propietario de los Colegios Siglo XXI. Antonio ya no está con nosotros, pero su legado perdurará. Nacido en Manzanares (Ciudad Real), estudió en Madrid y se estableció en la capital hasta que le encomendaron la tarea de crear desde cero una delegación en Valencia de Arthur Andersen. No dudó en hacer la maleta, y de la mano de Eloísa, se vino a vivir junto al Mediterráneo. Valencia se convirtió en su hogar. Se definía a sí mismo como un «emprendedor con red». Aún me acuerdo de cómo relataba que tuvo dos importantes etapas laborales en dos startups. La primera, como Socio Director de Arthur Andersen, la actual Deloitte, donde lideró su crecimiento en la zona durante 21 años. La segunda, en EDEM Escuela de Empresarios, donde fue Director General desde noviembre de 2005 hasta diciembre de 2019. Los comienzos de la Fundación EDEM en aquella primera sede del centro de Valencia son inolvidables. Recuerdo con mucho cariño aquella época en la que decíamos que éramos los «tres mosqueteros»: Antonio, Manuel Palma, entonces presidente, y yo como secretaria general. Además, tuvimos la suerte de contar con dos sabios en la retaguardia: el también muy querido y añorado Paco Pons, presidente de Importaco, y mi padre, Juan Roig, presidente de Mercadona. En aquel entonces, teníamos una idea clara de lo que queríamos, mucha ilusión y ganas de construir una escuela que fuera un referente en la educación emprendedora y directiva. Su contribución fue fundamental para crear el EDEM que hoy conocemos. En paralelo a esta actividad, Antonio ha tenido un papel significativo en la lucha contra el cáncer ejerciendo como patrono de la Fundación IVO. Más allá de haber sido un buen profesional, aún me cuesta usar este tiempo verbal, Antonio era una gran persona. Su calidad humana ha dejado una huella imborrable. El afecto con que el equipo lo recordamos y las palabras de cariño que nos dedicaba cada vez que nos reencontrábamos son testimonio de ello. Pero su principal legado es la impronta que deja a través de sus seres queridos. Antonio deja una familia unida, que le adoraba. Antonio, nos queda el consuelo de saber que fuiste feliz hasta el último día, rodeado de amigos. La amistad verdadera es uno de los maravillosos regalos de la vida. Y tú la disfrutaste y la brindaste. Te recordaremos siempre. DEP.