Enjambres de drones controlados desde buques, la Armada se prepara para la guerra naval del futuro
Los drones se han convertido en una pieza indispensable en el campo de batalla moderno. Su empleo se ha extendido rápidamente los últimos años en las operaciones, solo hay que echar un vistazo a la guerra en Ucrania. Las unidades de todo tipo emplean a diario esta tecnología y prácticamente cada soldado porta un dron en la mochila al lado de los cargadores. Por dominios, los drones aéreos, también conocidos como UAV, ya están totalmente implantados en las doctrinas de los ejércitos de todo el mundo. Sus aplicaciones son casi infinitas; pueden lanzar bombas y misiles de todo tipo o hacer misiones de reconocimiento y vigilancia. Pero existe otro tipo de drones que comienzan a tener un papel cada vez más relevante: los USV y los UUV. Los primeros son vehículos no tripulados de superficie, algo así como barcos operados por control remoto, mientras que los segundos son vehículos no tripulados que navegan bajo el agua, como un submarino.
En este caso, la tecnología va un paso por detrás respecto a los UAV, pero ya empieza a estar bastante madura. La guerra en Ucrania está siendo el principal campo de pruebas, como sucede con casi todo el material en fase de experimentación. Y los resultados son muy prometedores. La Marina ucraniana ha logrado poner en jaque a la potente Flota rusa del Mar Negro utilizando simples USV cargados de explosivos contra buques. Los daños en ocasiones han sido muy altos, a un precio relativamente asequible. Este escenario parece todavía lejano, pero lo cierto es que no queda tanto para ver algo así. El resto de armadas ya están tomando nota de este tipo de acciones y de lo que los drones pueden aportar a las operaciones navales.
La OTAN reúne cada año en septiembre en aguas de Portugal a marinas aliadas en ejercicio, el Repmus, diseñado para avanzar precisamente en la integración de drones -aéreos, de superficie y submarinos- en buques. Estas maniobras son una clara muestra del interés creciente por esta tecnología. En España, la Armada no está al margen de los avances en este ámbito. Este año ha enviado al ejercicio el buque de acción marítima (BAM) Tornado con varios drones a bordo.
El buque desplegó en distintas misiones tres sistemas no tripulados; un UAV, el helicóptero Alpha 900; un USV, el Kaluga, y también un UUV, el Fula. Todos diseñados por empresas españolas. Las ventajas del uso de drones desde barcos son muchas y el abanico de misiones muy amplio. Un USV, por ejemplo, puede desplegarse desde un buque y actuar a modo de avanzadilla en una misión de reconocimiento en un paso estrecho con posibles amenazas, procedentes de tierra firme en forma de misiles. Mientras, los USV representan una herramienta muy interesante para la guerra antisubmarina y los UAV ofrecen desde el aire una visión más amplia del escenario. En los tres casos, los sistemas no tripulados también pueden portar armamento, convirtiéndose en un arma más.
Un buen número de empresas españolas participaron a bordo del Tornado en el ejercicio. Junto con los tres fabricantes de los drones, Utek (Kaluga), Alpha Unmanned Systems (Alpha) y Subsea Mechanotrics (Fula), aportaron capacidades Hisdesat, para la transmisión de los datos vía satélite, y Telefónica, con una burbuja 5G alrededor del Tornado. A estos hay que sumar Etrair y ATL que también embarcaron sus fusiles antidrón en misiones.
La operación con drones a simple vista parece sencilla, sin embargo, encierra cierta complejidad. La clave está en la integración dron-buque. En este punto ha puesto el foco la Armada junto con Navantia, constructor de los buques militares españoles. El despliegue de un dron no entraña en principio una gran dificultad. Pero lo que marca la diferencia es la capacidad para recibir en el buque lo que el dron está viendo con sus sensores a decenas de kilómetros. Todo se complica un poco más si en vez de un dron hay que controlar un enjambre de drones de distinto tipo. Este último es el objetivo fijado por la Armada a medio plazo.
Durante la última edición del Repmus, la Armada puso a prueba la última versión del sistema Naiad, desarrollado por la división de Sistemas de Navantia. Esta herramienta busca solucionar el problema de la integración. Naiad permite la conexión entre el dron y el buque en tiempo real. La gran novedad es que los datos y la información captados por el sistema no tripulado llegan directamente a la consola del sistema de combate del buque, el Scomba, desde donde el operador controla todos los equipos. Desde aquí también pueden darse órdenes al dron.
Este nivel de integración no es nada fácil. De hecho, la Armada española es una de las pocas que lo ha logrado. En la mayoría de los casos, la información del dron se recibe en una consola a bordo específica del sistema no tripulado y de ahí pasa a las pantallas del sistema de combate.
De este modo, los drones representan un medio más a disposición del comandante del buque para misiones no solo de vigilancia o reconocimiento, sino también de ataque. La capacidad de alertar además sobre amenazas antes de la llegada a la zona de operaciones de los buques principales incrementa el tiempo de respuesta, al tiempo que asegura una mejor protección de las unidades de alto valor como fragatas o buques estratégicos sin armamento con los logísticos o los anfibios.
Nuevo centro de experimentación con drones
Ante la irrupción de los drones, la Armada ha decidido crear un centro especializado en pruebas y validación de esta tecnología, el Ceventa (Centro de Experimentación con Vehículo no Tripulados de la Armada), ubicado en la base aeronaval de Rota en Cádiz.
El objetivo es centralizar y alinear los distintos esfuerzos en experimentación con vehículos no tripulados en la Armada y definir de forma clara los requisitos que deben cumplir estas plataformas, para así también dirigir los desarrollos de la industria en este ámbito. El Ceventa trabajará con un número reducido de sistemas no tripulados para experimentación. La Armada ya cuenta con un USV (vehículo no tripulado de superficie) para ensayos y pruebas, el Kunai, diseñado por la firma española Utek en el marco del programa Coincidente. Este vehículo de superficie no tripulado es una plataforma básicamente de experimentación que será utilizado por este centro.
En la actualidad, la Armada estudia distintos sistemas no tripulados que existen en la industria española, algunos procedentes del ámbito civil. Este centro también aspira a ser un acelerador para los desarrollos más adaptados a sus necesidades. Ya están en servicio en las unidades algunos desarrollos de empresas como el UAV Airfox de Marine Instruments o el Sparus de Iqua Robotics, y recientemente ha adquirido el USV Sea 23 de la compañía Seadrone también española.