Javier Milei se muestra como ariete del “trumpismo” en cumbre del G20 en Brasil
De Perú a Brasil. La atención de los líderes mundiales ahora está en territorio brasileño, donde el presidente Luiz Inacio Lula da Silva encabeza desde este lunes la cumbre del G20, que reúne a los mandatarios de las 20 economías más fuertes del planeta. El encuentro se desarrolla con varias tensiones regionales y globales, comenzando por las divisiones entre la izquierda y la derecha liberal latinoamericana y terminando con las posturas sobre la guerra en Ucrania o el conflicto en Gaza.
Todo ocurre cuando se hacen cálculos de qué significará el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, con una agenda proteccionista y reviviendo las posturas contra el cambio climático que exhibió en su primer gobierno.
En la cumbre de Río de Janeiro se busca lograr un acuerdo a partir de lo conversado en la COP29, dilucidando cómo financiar un billón de dólares anuales de ayuda climática para los países en desarrollo.
Las dos figuras clave del encuentro han terminado siendo el anfitrión e izquierdista Lula da Silva y su par argentino, Javier Milei, que se declara libertario y es el primer presidente que viajó a Estados Unidos para saludar a Donald Trump por su triunfo electoral. Sus posturas son las que más han influido en la redacción del documento final.
Lula quiere consolidar su posición como líder regional, y Milei busca abrirse paso como “el Trump” del subcontinente al presumir de tener línea directa con el republicano y, también, con el magnate Elon Musk, que viene de protagonizar una pelea judicial en Brasil.
La distancia entre ambos se notó en la inauguración del evento, cuando Lula recibió a Milei con un apretón de manos frío y una foto oficial en apenas 15 segundos. Con él no hubo sonrisas ni más palabras, como sí con Gustavo Petro de Colombia o Claudia Sheinbaum de México, ambos de su misma cuerda ideológica.
El argentino fue el último en llegar, después del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. El principal ausente es el gobernante ruso Vladimir Putin, sobre quien pesa una orden de captura internacional por crímenes de guerra.
Lula da Silva posicionó la lucha contra el hambre y la pobreza como eje central del foro. Allí presentó la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, definida como el principal legado de la presidencia brasileña del G20, y que afirmó tiene el respaldo de 81 países, 28 organizaciones internacionales, 9 instituciones financieras y 31 fundaciones filantrópicas.
El brasileño también instó a los líderes mundiales a adoptar medidas concretas frente a las crecientes desigualdades sociales y económicas. “El tiempo para alcanzar las metas del desarrollo sustentable se nos agota”, advirtió. Condenó que haya hambre en un mundo que produce exceso de alimentos y lo adjudicó a “decisiones políticas que perpetúan la exclusión social”.
El G20 reúne a los países que representan el 86% del PIB global y el 75% del comercio mundial. Y frente a ese foro Javier Milei se ha convertido en el mayor contraste.
Hasta última hora ha mantenido su negativa al proyecto de Alianza Contra el Hambre y la Pobreza, que finalmente firmará, según fuentes del gobierno brasileño. Donde no ha dado su brazo a torcer ha sido su deseo de mantener fuera de la declaración final la propuesta brasileña de cobrar impuestos del 2% a “los súper ricos”, así como un proyecto de compromiso con “el empoderamiento de todas las mujeres y niñas” que incluye el borrador brasileño.
Además, el argentino repudia la invasión a Ucrania y considera que el G20 debe hacer una condena manifiesta a la última ofensiva que ejecutó Vladimir Putin, así como un cuestionamiento al accionar de Hamas. Pero en los borradores que presentó Lula, no se menciona nada en ese tenor. Brasil pertenece a los BRICS, junto a Rusia e Irán, y ha mostrado su respaldo a la causa palestina.
Lula da Silva dijo antes de comenzar la cumbre que se propuso “no traer la guerra al G20”. A su juicio, los conflictos bélicos distraen las discusiones sobre “otras cosas importantes para los pueblos que no están en guerra, los invisibles del mundo”, dijo a Globonews.
Los países del G7 continúan presionando a Brasil para que se evalúe reabrir el debate sobre la guerra en Ucrania, visto el ataque ruso del fin de semana. Pero el gobierno de Lula se ha mostrado reacio a discutir ese asunto de cara a esa declaración final, luego de que el borrador que hasta ahora se ha cerrado costó mucho conseguirlo entre todas las partes.
Los desencuentros con Milei pudieran hacer que se repita escenarios anteriores cuando Trump se negó a firmar los documentos de Hamburgo y Osaka, aplicando la fórmula 19+1, donde Washington dejaba por escrito su inconformidad con algunos planteamientos. Pero el temor de Lula es que un debate sobre la guerra posibilite que la cumbre termine sin declaración oficial.
Entretanto, Joe Biden ha pedido al resto de los líderes del G20 apoyar la soberanía de Ucrania, un día después de autorizar a Kiev a usar misiles estadounidenses de largo alcance contra objetivos militares rusos, y en presencia del canciller ruso, Serguéi Lavrov. También aprovechó para pedir mayor presión a Hamas para que acepte un alto al fuego con Israel, al tiempo que reiteró que “seguirá insistiendo” por lograr un acuerdo antes de ceder el poder a Donald Trump.