El éxito de Bukele
Nada inventó el gobernante salvadoreño, Nayib Bukele. Restablecer la seguridad ciudadana por vías de hecho, sin limitaciones impuestas por el respeto a los derechos humanos y civiles no es una hazaña inédita. Una larga lista de autócratas puede presumir del mismo logro, y algunos con cierta ventaja.
Fidel Castro lo consiguió sin necesidad de establecer megacárceles, aunque sí presidios políticos. Como Bukele, disfrutó de apoyo masivo al comienzo de su régimen y, en aquel momento, logró mejorar las condiciones de vida de una parte de la población por medio de políticas destinadas, más adelante, a crear miseria.
A los logros de Castro podemos sumar los llevados y traídos avances del sistema de salud, aunque otros países, como Costa Rica, consiguieron mejores resultados con menos sufrimiento. Otro tanto puede decirse de la educación, pero, como sucede con la salud, el retroceso de los últimos años es evidente.
Sin embargo, nadie podría disputarle al régimen cubano, por lo menos hasta hace poco, los bajísimos índices de criminalidad. Era posible deambular sin preocupaciones aun en los momentos más difíciles del “período especial”, en los años noventa, cuando la escasez se ensañaba con los cubanos mientras los turistas disfrutaban tranquilamente las bellezas de la isla.
Si el ejemplo cubano resulta poco atractivo, hay paradigmas en el otro extremo del espectro. Francisco Franco puede ser criticado por muchas razones, pero no por falta de seguridad ciudadana. Consiguió, además, la industrialización de España y un relativo progreso económico, todavía no perceptible en El Salvador de Bukele, donde las exportaciones caen, el déficit fiscal ronda el 4,7 % del PIB, la deuda alcanza el 84,9 % del PIB y la tercera parte de la población vive en la pobreza. Según el Banco Mundial, “las percepciones en torno a la gestión de gobierno en general y la calidad de las instituciones han empeorado desde el 2016 y siguen estando en niveles inferiores al promedio regional”.
No obstante, hay seguridad ciudadana, y eso no se le puede escatimar a Bukele, como tampoco a Castro y Franco. Existen muchos autócratas igualmente exitosos en esa materia, con diversos grados de avance en otros campos. Todos, sin excepción, también con grados variables, cobran un alto precio en derechos humanos, libertades civiles y esa otra seguridad que solo se aprecia cuando se pierde: la certeza de estar a salvo de abusos del Estado, como en esta amada Costa Rica.
agonzalez@nacion.com