Gauff se convierte en maestra tras culminar una final de rebeldía y fe ante Zheng
En esta Copa de Maestras de 2024, disputado en Riad, girado el discurso sobre el país árabe ahora que también el dinero del gas y los petrodólares se entrega de lleno con el circuito femenino, se corona Coco Gauff ante la debutante Qinwen Zheng . Soberbia su puesta en escena porque lo tenía todo en contra, pero se revolvió para sumar su tercer título del año, el de más entidad y con una lección de perseverancia y confianza (3-6, 6-4 y 7-6 (2)). A la tercera bola de partido y tras un tie break, por primera vez, que hizo de esta final una de las más largas de la competición a tres sets: tres horas y cuatro minutos. Se reivindica la estadounidense, de 20 años, después de protagonizar ese cuento de hadas que todos quieren y temen: brillar antes de tiempo, antes de entenderse, de construir su mentalidad y su tenis. En un cierre de curso espectacular, campeona en Pekín hace unas semanas, se levanta sobre sus propias cenizas y sobre la moral de Zheng para ser maestra de maestras. Con nueve títulos en su palmarés, se impone como la reina de la pista dura, pues no ha perdido ninguna final en esta superficie. Títulos desde el de Linz, en 2019; Parma, en 2021, y con un 2023 de eclosión con Auckland, Washington, Cincinnati y el US Open; y en este 2024: Auckland, WTA 1.000 de Pekín y esta corona ganada por tenis, compromiso y cabeza. Al otro lado, quedó la tristeza, la esperanza desvanecida en unos puntos, en unos errores, en esa menor confianza que a veces decide lo que no decide una raqueta. Zheng iba camino de culminar un año mágico: finalista en el Abierto de Australia, títulos en Tokio y Palermo y, por supuesto, el oro olímpico en París 2024. Se impuso sobre la morada pista de Riad en unos 56 minutos de primer set espectaculares, maniatando el poderoso tenis de la estadounidense. Pero se revolvió la joven. Enfadada con cada fallo, empezó a regalar sus mejores momentos cuando ya el marcador parecía marcarle el camino del vestuario. Con 6-3 y 3-1 en contra, reacción. Punto a punto. Derecha cruzada a derecha cruzada. Saque tras saque. Hasta empujar y sacar de su zona cómoda a Zheng, empequeñecida después de pasearse, hasta conseguir levantar ese break y encadenar cuatro juegos para levantar el ánimo a sus seguidores. Aunque Zheng intentó frenar el ímpetu de la estadounidense, no pudo recuperar el segundo break, y la final se marchaba a un tercer set en el que la tónica fueron más los nervios que los aciertos, los vaivenes en el marcador, y, por encima de todo, la confianza de Gauff en el límite del abismo de la derrota. Zheng halló moral y energía en la desaprovechada oportunidad de cerrar la final en el segundo set. Un impulso de adrenalina que la llevó a liderar el tercer capítulo por 3-1, con otro arreón de la pupila de Pere Riba , que comenzó a jugar al tenis de mesa en su país natal, pero que encontró en España la catapulta necesaria para afianzarse entre las mejores. El título parecía cercano, pues la derecha de Gauff se evaporaba entre temblores y Zheng se consolidó desde el fondo. Pero la estadounidense se descubrió como un muro mental a partir de ir siempre en contra. En el terreno de la duda, ambas se movieron más por golpes directos al centro y pocos riesgos, pero también demasiados errores, que empezaron a mortificar a Zheng, que tuvo saque con 5-3 para llevarse el trofeo a casa y palideció ante la defensa física, tenística y mental de Gauff. Tiene un tenis férreo y la cabeza empieza a acompañar, a creérselo, a ver que la alargada sombra de las expectativas puede empezar a hacerse luminosa. Con esa luz se encaminó hacia el break que le daba el 4-5, y a consolidar para llevarse el 5-5, y la fe para entrar en el tie break con toda la furia y la rebeldía con la que había construido la remontada. Un punto, otro, otro y otro más. Una derecha profunda, una dejada corta, un buen saque. Y un 6-0 que ya sí que sí, atrapó a pesar de ese último impulso eléctrico de Zheng de devolverle la rebeldía. Pero Gauff no la dejó. Más firme y segura, dejó los fantasmas y el vértigo de ganar a un lado y cerró la mente en el trofeo que tenía detrás de ella; en ese aspecto en el que la estadounidense (20 años) ha crecido en estas tres horas y cuatro minutos y donde todavía tiene margen de mejora la china (22 años). Para Riba era un partido de emociones, pues no hay que olvidar que entrenó a Zheng en dos etapas, la primera de ellas antes de que la tenista cumpliera los 18 años, y en el medio, cuando pensaba en hacer un año sabático, la llamada no podía dejarla pasar: Coco Gauff era una promesa y un proyecto, y la ayudó a convencerse de que podía ser una de las grandes, campeona del US Open poco tiempo después. Gauff ya tiene la convicción impregnada en su mano, en su cabeza y en su palmarés: maestra de maestras en este 2024 con una lección de pundonor, compromiso y rebeldía.