Verne y Dalí, inmersivos en Barcelona
Su
célebre lema –«todo lo que una persona pueda imaginar, otros podrán hacerlo
realidad»–, pareció esconder su propia visión de la vida. Jules Verne (Nantes,
1828-Amiens, 1905), el niño que había soportado una infancia autoritaria, el
adolescente que veía cómo su destino ya había sido forjado por su padre (un
importante abogado), el joven tímido que se casaría sin amor con una mujer
viuda, conseguiría cumplir su sueño: imaginarse, hacerse escritor. No de
teatro, para el que creó algunas piezas que pasaron sin pena ni gloria pese al
apoyo del mayor dramaturgo francés de la época, Alejandro Dumas (hijo), sino de
narrativa, de novelas extrañas por su combinación de aventuras e inventos
imposibles, de algo que se iba a llamar ciencia-ficción.
A los veinte años todos sus esquemas
vitales van a cambiar: se traslada a París por orden de su estricto padre para
estudiar leyes. Pero el ruido, la bohemia, los ambientes intelectuales de la
capital le deslumbran, y acaba prefiriendo una existencia miserable en una
buhardilla dedicándose a escribir operetas que a la hipocresía de recibir
dinero desde casa para consagrarse a la universidad. Sus verdaderas lecciones
acontecen de forma autodidacta, sentado en la Biblioteca Nacional, leyendo
libros sobre química, botánica, geología, oceanografía, astronomía,
matemáticas... En definitiva se interesa por todas las disciplinas científicas;
las asimila como son pero, sobre todo, desde el punto de vista de hacia dónde
pueden encaminarse.
He ahí la clave: las posibilidades reales
de lo que aportará en el futuro el estudio de la mecánica o la física y que
conoce gracias a la suscripción a varias revistas. Conociendo las últimas
teorías sobre los avances técnicos, y haciendo volar una imaginación que tenía
reprimida en su hogar familiar, Verne escribe el primero de sus «Viajes
extraordinarios», «Cinco semanas en globo» (1862), las hazañas del doctor
Samuel Fergusson, inventor de un globo con el que cruzará África con dos
compañeros igualmente ávidos de curiosidad. La novela tendrá un éxito
inmediato, y con ella dará comienzo un género hasta el momento inexistente en
Francia: el relato de entretenimiento dirigido exclusivamente a la juventud.
Todo lo que acabamos de decir está
representado maravillosamente en la exposición «Jules Verne 200», una
producción de Ideal. Se trata de un sitio fantástico donde, desde el 2019,
vivir de forma inmersiva exposiciones de arte. De hecho, es el primer centro de
Artes Digitales del sur de Europa y cuenta con 2.000 metros cuadrados para la
exhibición, producción y formación en las artes digitales. La inmersividad a
partir de proyecciones audiovisuales, la realidad aumentada, la realidad
virtual y la holografía se combinan en este espacio para crear una relación
nueva entre el arte y la sociedad.
[[H3:Un lugar «ideal» para Verne]]
Monet, Klimt o Tutankamón han sido algunos
de los protagonistas que ha acogido de esta manera Ideal, que acoge una
producción espectacular en torno a las famosas novelas del autor como «Viaje al
centro de la Tierra», «20.000 leguas de viaje submarino», «La vuelta al mundo
en 80 días», «Michel Strogoff», «Cinco semanas en globo», «La casa de vapor» y «De
la Tierra a la Luna». Jules Verne 200 se ha estrenado precisamente en Barcelona
en 2024 y, tras una gira internacional, llegará a París en 2028 para celebrar
el bicentenario del nacimiento del autor.
La exposición cuenta con el apoyo y
asesoramiento de la Société Jules-Verne, que es la organización de referencia
internacional en los estudios vernianos. El recorrido ocupa cerca de 2.000 m²,
y la banda sonora de todas las instalaciones es obra de Raffel Plana y ha
sido grabada por la Orquesta Sinfónica y Coro de Bratislava (Eslovenia). El
visitante irá pasando por ocho salas, donde podrá conocer, gracias a la virtual virtual,
episodios biográficos de Verne (los primeros años en Nantes, la juventud en
París, y su madurez en Amiens); o en una sala inmersiva, los lugares
geográficos que popularizó en sus novelas combinándolos con material gráfico y
audiovisual (grabados, pósteres, películas).
Además, hay una sala con instalaciones
creadas por artistas digitales, «Voyages extraordinaries: Snapshots»,
de Joan Fontcuberta y Franc Aleu, donde se recrea a través de
herramientas de inteligencia artificial algunos de los momentos más significativos
de las novelas vernianas como si fueran documentos fotoperiodísticos
imposibles. Y «La vuelta al mundo en 80 segundos», diseñada por el artista
Jordi Massó, que invita a reflexionar sobre la evolución tecnológica y la
necesidad de desplazarnos cada vez a mayor velocidad. Asimismo, en el llamado
«Metaverso Verniano» se podrá recorrer, con realidad virtual, los espacios
de las 5 novelas más populares de Verne, haciendo de todo una visita
interesante, asombrosa, divertida, para todas las edades, y tanto para el
conocedor de la obra de Verne como del que no ha leído nunca uno de sus libros.
Lo que sabemos de Dalí
Así, lo literario se nutre de lo visual y
lo artístico, pues no en vano la literatura de Verne inspiró a algunos grabadores
e ilustradores más importantes del siglo XIX. Es más, en Jules Verne 200
aparecen obras de Édouard Riou, Julio Férat o Léon Benett, las cuales se
combinan con las creaciones de artes digitales de última generación. En todo
ello, también destacan dibujos inéditos de los «storyboards» que
Georges Méliès hizo para sus películas inspiradas en las novelas de Verne,
así como fotogramas y fragmentos de películas de Segundo de
Chomón hasta ahora inéditos para nosotros.
Pero si tenemos que abordar el arte pictórico propiamente dicho nada mejor que, en este contexto de exposiciones barcelonesas de tono inmersivo, visitar «Dalí Challenge: No sabes nada de mí», que empezó en junio y ha tenido tantísimo público, que se ha prorrogado hasta el mes de enero. Se inauguró, también exitosamente, en Madrid, y sucederá a buen seguro lo mismo si la muestra viaja a otras ciudades, dada su calidad, originalidad, buen gusto y habilidad para la preparación de diferentes instalaciones.
Estamos ante una creación de ArtDidaktik (empresa
comprometida con transformar el acceso global al patrimonio cultural a través
de producciones innovadoras), bajo la licencia y la supervisión de la Fundació
Gala Salvador Dalí, y producida por SeedsXR (que utiliza tecnologías inmersivas
como la realidad virtual, la mixta o el spatial computing, todo para mejorar el
bienestar mental, la educación y potenciar la cultura); es decir, detrás del
proyecto hay empresas e instituciones de máximo nivel para que Salvador Dalí y
su obra brillen como merecen en lo que va ser un circuito mundial que recorrerá
los cinco continentes para transportar a sus visitantes al universo de este
artista surrealista cuya fama lleva décadas traspasando fronteras.
La superficie expositiva alcanza los 500 m²,
y todo se dispone de forma fabulosa en su ubicación, el Reial Cercle Artístic,
en pleno corazón de la ciudad. Este centro se fundó en 1881 con la misión de
fomentar las Bellas Artes y ha sido clave en la historia del arte catalán, con
la participación de artistas como Picasso, Casas o Mir. En él, ahora el
visitante podrá admirar 65 réplicas digitales de las obras más relevantes de
Dalí, cuyos originales están en once museos y colecciones privadas de todo el
mundo. Todas ellas están presentadas en gran formato y con alta resolución, y van
acompañas de un audio-relato (que se puede descargar en el teléfono móvil) que
está realmente bien, pues condensa la vida y obra del pintor catalán a la
perfección para tener una visión panorámica de ambos aspectos.
Así, la vanguardia tecnológica presenta al
curioso un recorrido genial, precioso, altamente recomendable de nuevo tanto
para aquellos que no conozcan a fondo la obra daliniana como para los que ya
han visitado el Museo Dalí de Figueras; a su paso surgen lienzos en cajas de
luz, vinilos, pantallas, gafas 3D, realidad aumentada, realidad virtual o micro
mapping, hasta llegar a una experiencia fantástica final con la que uno parece
volar sobre el mar y el campo en que se inspiró Dalí en su tierra y que llevó a
sus cuadros; viviendo, soñando, por así decirlo, sus pinturas surrealistas
desde dentro.
Por cierto, en la muestra también se
asomará el hecho de que Dalí quiso ser un gran escritor, a medida que el
paseante escuche, lea, sienta lo que esta memorable exposición tiene a bien
proporcionarle. En verdad, lo fue sin la menor duda, como han puesto en valor
grandes voces autorizadas del mundo de la literatura. Es más, en la exposición
se puede ver su trabajo como ilustrador del «Quijote», pero —y esto tal vez
hubiera congratulado a Julio Verne— de obras de autores franceses como Michel
de Montaigne.