Universitarios de Toledo, soldados del ejército de la solidaridad en Valencia por la DANA
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Son jóvenes, preparados académicamente y solidarios. Han aparcado sus estudios para ir a Valencia a ayudar en la limpieza de pueblos azotados por la DANA . Son alumnos de la Universidad de Castilla-La Mancha y un militar, que forman parte del ejército de la solidaridad que se ha desplegado en la Comunidad Valenciana. «Lo que está claro es que aquí nadie está coordinando nada», criticaba Hugo, una especie de portavoz de 35 jóvenes (23 chicos y 12 chicas), que van y viene según su disponibilidad. Casi todos son estudiantes de la Actividad Física y del Deporte en el campus de Toledo, aunque hay cuatro alumnas de Fisioterapia y un militar. Se mueven en siete coches y van donde los reclaman los vecinos. El impulso surgió la pasada semana en un congreso sobre una asignatura de la carrera de Ciencias del Deporte. «¿Qué tal si vamos?» , preguntó alguien. Hugo abrió entonces una cuenta en internet para que los voluntarios se apuntaran, y el domingo se dedicó a telefonear a ayuntamientos valencianos para ver qué necesitaban. También llamó a casas rurales de municipios cercanos para encontrar alojamiento, y lo consiguió. Logró sitio para veinte en dos casas rurales y unos salones municipales para el resto en Caudete de las Fuentes. Desde aquí, y en función de lo que les decían los vecinos, han ido a Utiel, a siete kilómetros; Chiva, a 57, y Aldaya, a 80. Y cada coche, con su comida para la jornada, que preparan la noche antes en la cocina de las casas rurales. «En Aldaya hemos limpiado en un ambulatorio, donde sacamos armarios y escombros, y en otro aparcamiento subterráneo achicando agua; calles en Utiel y ayudamos también en unas casas de gente mayor en Chiva», relataba Hugo, que lleva todo apuntado en una hoja de cálculo en Excel. «Hemos encontrado desolación y en Chiva ayudamos a una señora enganchada a oxígeno artificial y no podía respirar», añadía, aunque hubo tiempo para el asueto : ayer aprovecharon un descanso en Aldaya, mientras limpiaban en un colegio, para jugar al fútbol con tres niños durante unos minutos. Para que supieran en el campus que no se han 'fumado' las clases por gusto, Hugo también mandó un correo al decanato para que lo reenviaran a sus profesores . «Casi ninguno nos contestó, pero el decanato está con nosotros; así que facilitarán las cosas. Porque las clases siguen y estamos intentando que las entregas y pruebas calificables se puedan entregar la próxima semana», explicaba Hugo a ABC a las ocho de esta mañana, antes de salir hacia Catarroja, a 90 kilómetros de su alojamiento. Al llegar a esta población, la tropa se encontró con que las autoridades no les dejaban entrar. «Decían que no hacía falta, pero los vecinos nos decían que sí». Al final accedieron a Catarroja contando una mentira piadosa. En el primer y segundo control, «donde había más policías que ayudando», los universitarios explicaron que iban a echar una mano a amigos y familiares. En el tercero y último fueron afortunadamente más «empáticos» con ellos y la brigada de universitarios castellanomanchegos logró su objetivo: ayudar a los necesitados.