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Paiporta repite su historia contra el enemigo del pueblo: primero, Napoleón; ahora, barro contra Pedro Sánchez

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Esta vez no estaba "El Palleter" para enarbolar su faja, pero sí los vecinos de Paiporta para decir, de nuevo, "basta ya". Más allá de grupúsculos que intentan reventar cualquier reivindicación para su propia causa, los paiportinos −en representación del resto de valencianos, demás víctimas de la DANA y los españoles en general− estallaron contra lo que se entendió como una visita para la galería. ¿De qué sirven cuatro tipos (tres hombres y una mujer) paseando por un pueblo destruido al tiempo que se paraliza cualquier tarea de reconstrucción?, se preguntaron antes de que el propio Rey les retase: "¿Hubieras preferido que me quedase en Madrid?".

No hay una respuesta buena. Pero lo que sí existe es un precedente que vuelve a unir a este pueblo de la comarca de la Huerta Sur con la rebelión. Para la Historia quedará la imagen de un Rey y una Reina llenos de barro esta vez, real, nada del habitual "fango" de este 2024 mientras dos presidentes se mantenían en pie como buenamente podían: uno, desencajado y a la carrera para no ser linchado, y otro, todavía en "shock". Enfrente, el pueblo rabioso ante el abandono.

El lodo que volaba ayer en Paiporta fue lo que las fajas a principios del siglo XIX. Por entonces, los pasquines se repartían por el Levante con el siguiente texto: "La valenciana arrogancia siempre ha tenido por punto no olvidarse de Sagunto y acordarse de Numancia. Franceses idos a Francia, dexadnos en nuestra ley, que en tocando a Dios y al Rey, a nuestras casas y hogares, todos somos militares y formamos una grey".

Pero fue días después, el 23 de mayo de 1808, cuando todo estalló por primera vez. La placeta de les Panses congregó a la multitud. Allí mismo, en voz alta, se repasaba la actualidad. Se hacía saber que el monarca español había cedido ante los franceses. El silencio se apoderó del lugar por unos instantes... Hasta que el "Viva Fernando VII" rompió el vacío. No tardó en sumarse una coletilla al grito: "Muera Napoleón".

Las dos consignas se unieron por las calles de Valencia. El hoy palacio de la Generalitat reunió a las autoridades para ver cómo se abordaba la situación: declarar la guerra o no a los franceses, esa es la cuestión. Las élites, dentro del edificio, el pueblo, nervioso, fuera. Y entre la masa sobresalió un hombre, Vicente Doménech, alias "El Palleter". El huertano, nacido en Paiporta en 1783, se quitó la faja para trocearla, primero, y repartirla entre sus compadres después. El trozo más grande fue para él. Lo ató a una caña y lo engalanó con dos estampas, una de la Virgen de los Desamparados y otra de Fernando VII.

Así comenzaba una marcha hasta la plaza del Mercado, donde pidió todo el papel sellado que tuvieran. Cogió un pliego y, subido a una silla, lo rompió ante el resto de la multitud. Gritó: "Un pobre palleter li declarat la guerra á Napoleón: viva Fernando VII y muiguen els traïdors". Sus compañeros, le jaleaban e imitaban: el papel sellado se convirtió de pronto en el "confeti" de la fiesta. Una vez caído al suelo, lo pisan con rabia.

"El Palleter", hoy hijo ilustre de Paiporta, ya se había convertido en el símbolo valenciano contra la orden dada por el gobierno de Madrid de reconocer por rey de España a José Bonaparte. Ese mismo día 23 se declaró la guerra a Napoleón y se ratificó a Fernando como "rey de España e Indias".

Finalmente, Valencia caería en manos del enemigo. Costó, pero a la tercera fue la vencida. Haciendo bueno eso de "no olvidarse de Sagunto y acordarse de Numancia", la ciudad resistió "con honor", firmaba Pierre Doubon, un soldado francés, en una carta a su hermano: "Hemos atacado Valencia y cuando nosotros esperábamos mollesse nos hemos encontrado una resistencia sin igual. No hay en el mundo villa fuerte, castillo sin fortaleza que haya defensa más activa ni más opiniatre (obstinada). Los valencianos se han defendido con honor y se han batido con una heroicidad sin par. Un establo es mi tumba...".

Aquello se recuerda hoy por la rebelión del barro, pero también en Valencia capital, junto a las Torres de Quart, cada día. Allí permanece un Vicente Doménech de hierro con su faja en alto para que no se olvide que dijo "no" a Napoléon.