España debe reforzar lazos con el ganador las elecciones de EEUU
Los estadounidenses están en una importante encrucijada al tener que optar entre el republicano Donald Trump, segunda parte que puede ser terrible al verle en sus mítines, y Kamala Harris, actual vicepresidenta demócrata, que sería una continuación de la era Biden con aportaciones propias que no están aún bien claras.
Trump viene en plan revanchista por haber perdido su reelección hace cuatro años y dispuesto a intentar imponer un estilo de gobierno con tendencias autócratas apoyadas en la mala educación y el despreció a los oponentes. Sin embargo, necesitará que los republicanos controlen el Senado y la Cámara de Representantes. Ofrece una postura muy dura contra la inmigración y una reducción sustancial de los impuestos, sobre todo de los «megaricos».
Ya intentó hace cuatro años quedarse tras perder la reelección, pero a pesar del asalto al Capitolio de partidarios suyos tuvo que abandonar la Casa Blanca. Estados Unidos siguen padeciendo una gran polarización que es negativa tanto a efectos internos como para su imagen y actuación en el mundo. La elección se zanjará en unos pocos Estados de electorado indeciso y no es descartable que, como algunas veces, un candidato gane la votación popular, pero pierda la del Colegio Electoral que es la que cuenta. EE UU necesitan una reforma al respecto.
Harris continuará la política interior de Biden con más énfasis que el magnate en iniciativas sociales. Sin embargo, no parece arrastrar claramente, como esperaba, al voto latino ni el masculino de los afroamericanos. ¿Rechazan por machismo a la candidata de raíces africanas e indias frente al rubio anglosajón? Obama intenta guiar ese electorado hacia Harris. En todo caso los sondeos indican en términos generales una desproporción mayor de lo habitual entre el voto de los hombres, más favorables a Trump, y el de las mujeres, que privilegian a Harris.
Por otra parte, puede que los hispanos no deseen que vengan más inmigrantes del sur del rio Bravo o Grande. Cuando uno ya se ha establecido puede volverse más egoísta. En el exterior, Harris mantendrá el respaldo americano a la relación transatlántica y a la OTAN, así como a una Unión Europea que desea que le respalde más en su pulso con China, principalmente económico, comercial y tecnológico, pero que también tiene una vertiente militar por el incremento chino de sus Fuerzas Armadas, incluidas las nucleares, junto a su mayor presencia naval en aguas cercanas y en el entorno de Taiwán, isla con un régimen democrático que pudiera un día intentar anexionar por la fuerza.
Trump presume que en dos minutos arreglará mano a mano con Putin el conflicto de Ucrania necesitado, como en el Oriente Medio, de un alto el fuego. Pero no es lo mismo logarlo en condiciones justas que cediendo ante el tradicional imperialismo ruso alimentándolo aún más.
Tanto si gana Harris como Trump los europeos deben integrarse más y realizar mayores inversiones en materia de defensa común con un esfuerzo también industrial que permita a la UE disponer de una capacidad militar que signifique una mayor aportación en el seno aliado con un incremento de su peso transatlántico y, por ende, de su autonomía estratégica.
La Unión y la mayoría de los socios europeos, no todos, suspiran por Harris, pero se preparan ante una posible victoria de Trump que provocaría descorches de champán en Moscú, Pekín y por parte de Netanyahu. Todos por considerar que tendrán las manos más libres. En nuestro país se prefiere más a Harris. Trump será más exigente en materia de defensa y más altanero en otras cuestiones sin perjuicio de que en temas comerciales todos los países del mundo van a lo suyo.
, país atlántico además de mediterráneo y cuarta economía de la UE debe reforzar más sus lazos políticos con Estados Unidos aprovechando mejor los dividendos de su relación militar para un mejor acceso a la Casa Blanca para lo que debe definirse más claramente en el seno del marco occidental, que es el nuestro, lo que no impide argumentar posturas propias que tendrán fuerza si se sitúan en el ámbito mayoritario de la UE junto a sus principales países.
Tampoco hay que olvidar que hemos de cuidar en Estados Unidos la sociedad de origen hispano crecientemente representado por senadores y congresistas, extendiendo, incluso invitaciones para conocer mejor España, además de recordar insistentemente las raíces hispánicas de EE UU y nuestra contribución a su independencia. Ello y una más amplia acción diplomática y de cooperación al desarrollo requiere, naturalmente, más presupuesto para Exteriores.