Las cámaras y los testigos tumban las coartadas de varios acusados del crimen de Samuel Luiz
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No es fácil encajar todas las piezas de lo que sucedió aquella madrugada del 3 de julio de 2021 en la que Samuel Luiz, un joven enfermero que había salido de fiesta por La Coruña sin meterse con nadie, sufrió una salvaje agresión grupal que acabó con su vida. Ni los testigos, ni tampoco los vídeos de las cámaras de seguridad, por sí solos, parecen suficientes para atar todos los cabos sueltos. Pero la combinación de testificales e imágenes, con la imprescindible interpretación de las mismas por parte de los policías, ha ido desmontado las coartadas de varios de los investigados que se sacudían la responsabilidad del crimen. Las primeras sesiones del juicio contra los cinco procesados que se enfrentan a penas de 22 y 27 años de cárcel por el asesinato de Samuel Luiz, dedicadas esencialmente a escuchar a testigos del crimen, dejó muchas certezas. Nadie cuestiona que Diego Montaña subió corriendo la bancada del paseo marítimo para agredir a Samuel Luiz tras pensar que él y su amiga Lina lo estaban grabando con el móvil cuando en realidad hacían una videollamada. Y ha quedado confirmado también, tras escuchar a varios testigos, e incluso oír a alguno de los acusados, que antes del ataque lo amenazó de muerte y le lanzó insultos homófobos. Ni siquiera la defensa de Diego Montaña cuestiona que así fue cómo arrancó la agresión que en unos segundos se convirtió en multitudinaria. Pero su abogado, Manuel Salgado, intenta salvarle con una tesis que podría resumirse en tres puntos: que Diego Montaña estaba completamente borracho, que no fueron sus golpes los que mataron a Samuel y que no le agredió a él por su condición sexual, sino que fue una víctima arbitraria de su ira. Pero esa versión exculpatoria tambalea ahora, rebasado ya el ecuador del juicio que con tribunal popular se celebra durante un mes en la Audiencia provincial de La Coruña. Sobre la discriminación hacia la orientación sexual de la víctima, que para Diego Montaña podría elevar su condena por el crimen hasta los 25 años de cárcel, unos testigos desvelaron una comprometedora conversación posterior: cuando su entonces novia, la también acusada Catherine Silva, le reprochó lo que hizo, Diego Montaña le contestó: «Pero si era un maricón de mierda». También ese supuesto grado de intoxicación etílica extrema de Diego Montaña, en el que insiste su abogado, quedó en entredicho la última sesión: se reprodujo un vídeo captado por una cámara de tráfico en la que, pese a su baja calidad, se aprecia cómo el acusado es capaz de saltar con agilidad los escalones de la bancada del paseo marítimo para atacar a Samuel. Alejandro Freire, alias 'Llumba', tardó pocos segundos en incorporarse a la agresión que inició su amigo. Varios testigos aseguraron en el juicio que fue Llumba el que tiró al suelo a Samuel, cogiéndole del cuello por detrás –cayeron los dos–. Su abogado, David Freire, insiste cada vez que tiene oportunidad en que hay que delimitar bien quién hace qué en la agresión: no es lo mismo tirar a la víctima que darle puñetazos o patadas en la cara. Los vídeos, sin embargo, recogen, según la interpretación de la Policía, que, además de tirar a Samuel Luiz al suelo, Llumba se reincorporó a la agresión para darle puñetazos. Llumba, que en el juicio apenas levanta la vista del suelo, se enfrenta a 22 años de cárcel. Las pruebas practicadas en el plenario también van acorralando a Kaio Amaral, para quien las acusaciones piden la pena más alta, 27 años de cárcel, porque al asesinato le suman el robo –con fuerza– del móvil de Samuel. En los primeros compases del juicio, los testigos apuntaban con determinación a Diego Montaña y, en menor medida, a Llumba, pero el nombre de Kaio Amaral tardaba en salir. Hasta que en una de las sesiones, un testigo lo señaló sin dudarlo: Kaio Amaral fue corriendo hacia el meollo de la agresión y pegó al menos una patada. Y en los vídeos reproducidos en la última sesión, efectivamente, se vio a este acusado a la carrera y haciendo el gesto de patear a la víctima. Que Kaio Amaral dio patadas a Samuel ya se lo decía Llumba a un amigo al día siguiente del crimen en una conversación por Instagram desvelada por ABC. Sin embargo, también es verdad que ni las imágenes de la cámara de tráfico, ni el mencionado testigo pueden acreditar al cien por cien que esas patadas acabaron golpeando en el cuerpo de Samuel Luiz. Y por eso su abogado de Kaio Amal, Ramón Sierra, se esfuerza para que el tribunal no lo den por sentado. Aunque los investigadores –y la lógica– apuntan a que así fue. En todo caso, conviene una aclaración: la mala calidad del vídeo de la cámara de la plaza de Portugal, que es la que recoge toda la secuencia, unido a que por momentos las farolas y los árboles tapan la agresión, se hace difícil identificar las siluetas de quienes participan en el linchamiento. Por eso está siendo imprescindible en el juicio la interpretación de las imágenes que está haciendo la Policía. Es decir, cómo a partir de la ropa que los acusados llevaban aquel día –que distinguen, por ejemplo, en las cámaras del pub Andén, al que casi todos fueron aquella noche–, los investigadores son capaces de identificarlos en las muy deficientes imágenes de la cámara de tráfico. «Es que fueron muchas horas visionando imágenes, la vestimenta, la complexión física de los acusados, buscando los detalles», respondió un policía cuando las defensas cuestionaron cómo podía identificarlos con imágenes tan borrosas: «Al ver tantos fotogramas, uno se va acostumbrando hasta a su forma de caminar, de actuar, cada uno tiene su peculiaridad». Con estos mimbres, atendiendo especialmente a los vídeos, los investigadores reafirmaron en las últimas sesiones del juicio que los cinco investigados que se sientan en el banquillo por el crimen de Samuel Luiz –otros dos, que entonces eran menores y ya fueron condenados por asesinato en un proceso al margen– permanecen casi en todo momento en el «núcleo» de la agresión y, de una manera u otra, participan en ella. Los policías apuntan a Diego Montaña, Llumba y Kaio Amal, es decir, a los tres jóvenes que permanecen en prisión preventiva desde pocos días después del crimen. Pero también señalan a Alejandro Míguez y a Catherine Silva, los dos acusados del asesinato que están en libertad provisional. Alejandro Míguez sostiene qué él sólo intervino en el tumulto para separar, y es cierto que nadie lo vio golpear, como insiste su abogado, Manuel Ferreiro. Pero en un momento dado Alejandro Freire hizo un comentario a un testigo que pude comprometerle: dijo que no había podido hacer nada porque «un negro» lo había frenado. Se refería a uno de los dos senegaleses que intentaron evitar el linchamiento a la víctima. A Catherine Silva nadie la vio agredir a Samuel Luiz, pero las acusaciones piden para ella la misma pena que para su ex: 25 años de cárcel. Su papel, a ojos de la fiscal, fue el de intentar que Lina, amiga de Samuel, no pudiera socorrerle mientras Diego Montaña le agredía. Le achacan el mismo agravante que a su expareja porque creen que compartía la misma animadversión hacia los gays. Un agente confirmó en las últimas sesiones que ella borró casi todo el contenido de su móvil tras el crimen. Los policías que analizaron las imágenes de las cámaras reconocieron que a Catherine Silva no se le ve en ningún momento agredir a Samuel Luiz, pero sí confirman que no dejó de «entrar y salir» del «núcleo» de la agresión. Y también aseguran los agentes que ella sujetó las chaquetas de Diego Montaña y de Llumba mientras estos pegaban. Su abogado, Luciano Prado, insiste en que su clienta intentó parar la agresión.