«Es terrible y apocalíptico por la tragedia, pero precioso por tanta ayuda»
Ha sido la localidad «olvidada» por los servicios públicos de emergencia. Los coches que colapsaban el puente de Benetússer a Alfafar sepultaron cualquier posibilidad de entrada que no fuera a pie durante los tres primeros días. Un pueblo aislado que llevó a una desesperación límite para sus vecinos, que han convivido con la devastación y la muerte en sus calles y casas. «Es terrible por la tragedia, pero precioso por tanta ayuda ofrecida», comparte Javi Francés, párroco de Nuestra Señora del Don. Desde el minuto cero se puso manos a la obra para ayudar en las labores de rescate y de limpieza. «Las palabras se me quedan cortas para describirlo todo y se multiplican los sinónimos: terrible, dantesco, apocalíptico…», expone este sacerdote que apenas ha podido pegar ojo.
Vive pegado al teléfono fijo de la parroquia y a su móvil, que se han convertido en centralita para dar cauce a tanto apoyo ofrecido. «No sé cómo agradecer cómo se han volcado mis compañeros sacerdotes, la Universidad Católica de Valencia, el colegio Pureza de María, la Casa de la Virgen… Estamos recibiendo una oleada de solidaridad». En este contexto, los sentimientos se entrecruzan: «Es terrible por la tragedia, pero precioso por tanta ayuda ofrecida».
Aunque el templo apenas ha sufrido daños porque se encuentra en la parte más alta de Alfafar, en cuanto levanta la mirada, el panorama es desolador: «Apenas se han salvado dos calles de todo el pueblo. Hay gente que lo ha perdido absolutamente todo».
La mayor preocupación de este pastor es el día después: «El shock inicial ha sido tremendo, pero el problema vendrá dentro de un mes, cuando las calles estén limpias, pero se den cuenta que no tienen nada». Sabe que en ese momento tendrá que echar el resto como cura... de almas: «Espero ser capaz de tirar del pueblo».