Juan Eslava Galán: «Existe un parecido peligroso entre el declinar de Roma y el nuestro»
[[LINK:TAG|||tag|||633619621e757a32c790c39d|||Juan Eslava Galán]] tiene una manera de contar la historia que no posee ningún otro. Lo hace con humor, quizá porque es la única manera de volver sobre algunos capítulos del pasado. Estos días ha publicado «La historia de Roma contada para escépticos» (Planeta). Una obra que nos obliga a mirar más de una vez sobre lo que nos está sucediendo hoy en día.
¿Tenemos mitificada Roma?
La tenemos idealizada, y eso tiene que ver mucho con el cine. La imagen que tenemos de Roma es cinematográfica, porque es el espectáculo de las masas. Una de las cosas más atractivas de los romanos es el espectáculo de gladiadores. La mitad de los filmes son de gladiadores. Para lo bueno o lo malo, somos un derivado de Roma. Aparte de eso, obviamente, tenemos idealizada a nivel más intelectual porque, al fin y al cabo, es la madre de nuestra cultura y el idioma en el que estamos hablando, que es una segregación del latín. Seguimos siendo Roma.
¿Es verdad toda esa leyenda de excesos: sexo, borracheras...? ¿Hasta qué punto nos equivocamos al centrarnos en eso?
Efectivamente, todo eso existió, pero ya en la decadencia. Roma abarca mil años de historia. Al principio, el romano se basa y enseña a sus hijos unas virtudes ciudadanas, que describo en el libro. Se basan en la austeridad y el trabajo. Ese es el romano de los primeros tiempos. A medida que conquistan espacio y se convierten en ricos, se corrompe la aristocracia y también el pueblo, con el pan y circo. Solo quiere diversión y espectáculo. En su historia, asistimos, al auge y la caída de una civilización. De hecho, si comparamos, encontramos un parecido peligroso entre su declinar y el nuestro. Es políticamente incorrecto decirlo, pero uno de los elementos que influyeron en ese declive de Roma fueron los pueblos de alrededor, que van penetrando, primero por las buenas y, luego, por las bravas. Esos pueblos son también parte de lo que sucedió. Nosotros, los europeos actuales hemos perdido la fuerza que una vez tuvimos y nos vemos asediados por pueblos que también quieren participar de nuestra prosperidad. Algo que es muy comprensible y que también es muy humano. Luego, y esto también es cierto, hemos entrado en el exceso en Occidente. Lo vemos en la tele, en el consumo. Y eso acompañó la decadencia de Roma.
Parte de la grandeza de Roma se basó en la desigualdad social y los esclavos.
Totalmente. La economía romana se basa en el trabajo esclavo y en la explotación de las tierras que va invadiendo y asimilando. Es cierto, que, en su favor, se puede decir que fue un imperialismo que no solo recibía, también daba. Llevaba una forma de vida que era más desarrollada que la que existía en su entorno. Eso hacía que dominara.
Están los populares y los optimates. Los que buscan la igualdad y los que defienden sus privilegios. Igual que ahora.
Toda la historia de Roma es un pulso entre los que tienen privilegios y los que aspiran a tener algunos de ellos. En la época de los Gracos era más visible. Pero eso lo vemos a lo largo de toda la historia de esta ciudad. Por eso es tan directo su mensaje y nos atrae, porque reconocemos esas mismas tensiones.
La desigualdad social, los ricos, los impuestos escasos y la imposibilidad del Estado de mantener el precio del imperio fue lo que acabó con Roma. ¿También hay que extraer similitudes?
Estamos viviendo el mismo proceso que ellos. Estoy convencido de que Europa, y con Europa me refiero a lo que ha sido a lo largo de todo el siglo XIX y hasta el XXI, será poca cosa en el futuro. La fuerza económica y geopolítica va a estar en Brasil, la India y China. Con Roma pasó igual. Constantinopla pervivió hasta que la tomaron los turcos, pero la Roma occidental, cayó y surgieron otras potencias. Las civilizaciones son como las familias. Los abuelos hacen las fortunas, los padres las mantienen y los nietos las dilapidan. Roma, ya lo he comentado, somos nosotros, con sus defectos y virtudes. Lo que vemos en su decadencia es nuestra decadencia. No se puede remediar y conviene asistir a ella de manera consciente.
A César se le llama genocida, pero usted menciona también sus reformas sociales. ¿Por qué lo mataron?
Lo matan por intereses de clase. Es muy fácil hoy acusar de genocida, pero el concepto no existía en ese momento. César era un hombre de su época y no debemos juzgar a nadie con la mentalidad de nuestra época. Cuando llega al imperio, es evidente que no se podía mantener con el sistema político que había y se reclama que haya un órgano rector, pero la palabra «rey» es tabú en Roma. No se puede ser «rex». Por eso se emplea la palabra «césar». La realidad es que el imperio demandaba otra organización política. La genialidad política de césar está cómo en dar el paso, pero como lo asesinan, esa obra la culmina augusto.