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Salma Hayek. “Para tener voz, las mujeres hemos luchado”

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Salma Hayek reinterpreta Como agua para chocolate, la novela de Laura Esquivel, llevándonos a un México revolucionario donde el rol de las mujeres se convierte en símbolo de resistencia y lucha.En esta versión, la productora explora la fuerza y las limitaciones que enfrentaban las mujeres de aquella época, a menudo vistas solo como guardianas del hogar, pero, en realidad, eran líderes de sus propias batallas.Para Salma, esta serie protagonizada por Irene Azuela, Azul Guaita, Ángeles Cruz, Andrea Chaparro y Valeria Becerril es una oportunidad de visibilizar a aquellas mujeres que ardían en silencio, defendiendo con una fuerza invisible aquello que les pertenecía: su hogar, su familia y su dignidad. La serie revela cómo, a lo largo de la historia, demostraron resistencia y se convirtieron en heroínas anónimas.“Las mujeres siempre hemos tenido que luchar para tener una voz y control de nuestro destino. Las mujeres participamos en la Revolución y a través de historias como esta se puede ver que, si no se iban como revolucionarias, tenían que defender sus casas y a sus familias. Se nos olvida la participación de la mujer en los conflictos políticos y sociales del mundo”, dijo Salma en una charla virtual.“El personaje de Ana Valeria Becerril —que interpreta aRosaura— me conmovió muchísimo, porque pudo quedarse como la villana, pero no. Puede ser envidiosa, maluca, la que le quita el novio a la hermana, pero me dio tristeza; ella nos enseña otra versión de lo que vivían las mujeres, la competencia entre hermanas, los conflictos internos, cómo se conformaban las familias, es la típica hermana de la Cenicienta”, agregó.Conectada a través de una videollamada desde Nueva York, la actriz compartió cómo fue su relación con la cocina, un espacio que generacionalmente ha sido destinado a las mujeres.“Históricamente, las mujeres quedaban esclavizadas en la cocina; sin embargo, Tita de la Garza hace de esa esclavitud algo mágico, en la cocina puede tener voz y expresar lo que siente, aunque esta historia sea realismo mágico”, dijo la productora de Ventanarosa Productions.Espacio de poder y libertadEn la serie, como en la novela, la cocina es más que un lugar doméstico; es el escenario de una alquimia donde los olores y sabores tienen el poder de transformar sentimientos en experiencias casi sensoriales. Laura Esquivel convierte cada platillo en un acto mágico, donde los ingredientes son cómplices de las emociones profundas de Tita y se mezclan con el aroma de su deseo, su dolor o alegría.La autora hace de la cocina un lenguaje poético en el que los sabores y los aromas son capaces de expresar aquello que las palabras no alcanzan a decir y es justo lo que Salma Hayek destaca de México y su esencia.“Hay un boom en el mundo de la cocina mexicana, somos artistas de la comida, desde que la sembramos, porque la tierra da un sabor distinto, somos capaces de crear platillos sofisticados”, explicó. Y es esa alquimia la que la conecta con México, su tierra: “Mi mamá cocina maravilloso y nunca me quiso enseñar, me decía que no, porque tenía talento y pensaba que no podría salirme de la cocina, porque todo mundo iba a querer que cocinara. Ella quería que hiciera algo más de mi vida, y eso es algo que entiendo ahora”, explicó la actriz y productora que logró conquistar Hollywood.“Este mensaje es poderoso, porque eso (cocinar) no es todo para lo que somos buenas las mujeres. Eventualmente vuelvo a la cocina, porque es una forma de amar a mi familia, de estar en contacto con mi tierra, incluso de conectar con el derecho que tenemos las mujeres con el placer, algo que nos han negado”, agregó Salma respecto al rol de las mujeres en tiempos actuales y los momentosrevolucionarios.DAG