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Blindaje defensivo y vuelta a la senda ganadora (85-68)

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Abc.es 
De un plumazo, con la autoridad de un equipo que quiere gobernar la categoría para abandonarla lo antes posible, el Real Betis Baloncesto sanó sus heridas de Torrelavega con una victoria tan rotunda como reconfortante en San Pablo. De esas que despejan cualquier duda y permiten concluir sin ánimo de pontificar que el desliz cántabro fue apenas eso, un accidente. Se corrigió el equipo aplicándose en defensa como en las primeras jornadas para imponerse en casa a un rival directo, el Súper Agropal Palencia, al que no dio opciones. Todo salió a pedir de boca en una velada sin suspense ni sobresaltos finales, tranquila, gracias a una actuación coral y gremial de todo el conjunto verdiblanco, sobresaliente, con Hughes, Renfroe, DeBisschop y Benite, por ese orden, brillando con luz propia. Se fueron alternando en las labores de derribo del adversario, cada cual ajustándose a su rol. Sin el concurso de Álex Suárez ni Rubén López, Gonzalo García varió el quinteto desplazando a Radoncic al cuatro e introduciendo a Hughes en el perímetro. Componendas obligadas y lógicas que no resintieron al equipo, sino todo lo contrario. El Betis carburó en ataque... tan bien como el Palencia en un primer cuarto de puertas abiertas en defensa, muy rápido, con Renfroe, Hughes y Benite haciéndose notar en las maniobras ofensivas; y con DeBisschop picando piedra, anotando y anulando el impacto de Krutwig, desapercibido al descanso. Con la defensa zonal del final del cuarto, el Palencia le generó dudas al Betis, pero ni logró rédito contable ni insistió en ello. Era un choque igualadísimo, sin tregua, de réplica y contrarréplica, con altos porcentajes de tiro y discretas defensas. Hughes, autor del empate al cierre del primer cuarto (23-23), se inventó otra canasta a aro pasado para descorchar el segundo sin el premio del adicional (25-23). Hasta ese momento, el Betis aprobaba y con nota, además, la asignatura pendiente de Torrelavega: el rebote. Y sin Álex Suárez ni Rubén López, dos de sus cuatros, ambos lesionados. Cvetkovic al fin encontraba a Kasibabu (27-23) mientras al Palencia inopinadamente lo alimentaba un actor secundario: Dimitrov. El incómodo invitado acusaba la presencia de la segunda unidad en pista y el Betis Baloncesto se crecía con el repique de Hughes, que había conectado el tubo a la canasta. Llevaba la voz cantante y era entonces la absoluta referencia ofensiva del equipo como lo reflejaba un dato incontestable: 15 de los 31 puntos del equipo llevaban su rúbrica (31-26). Ardían sus muñecas y desde el triple, imperial, seguía sumando (34-26) en el primer amague de rotura verdiblanca. Debió hacerlo desde el 4,60, pero entre DeBisschop (tres) y Hughes (uno) erraron hasta cuatro tiros libres consecutivos. Rompió el Betis por la vía más difícil, que para este equipo igual es la más sencilla: la del triple. Desde la frontera del 6,75 tiene dinamita. Dos dianas de Benite y Renfroe (42-31) abrían brecha, y luego una excelente jugada con pase picado y enceste de Renfroe (44-31) disparaba a un Betis muy superior que apabullaba a su rival en el rebote. Lo doblaba (18/9). El hipertenso Betis Baloncesto, guiado por la brújula de Renfroe (once puntos al receso), le ganaba el pulso a un Palencia con las defensas bajas, muy desdibujado, quebradizo por una retaguardia desmadejada, sin cuajo. La rotación le sentó fatal y ahí, cuando se activaron los banquillos, se notó la diferencia de recursos entre una plantilla y otra. Benite, con una ortodoxa penetración por su lado derecho, zanjó un primer tiempo de excelente factura del Betis (48-35). Acaudillaba el rebote (21/10), promediaba un 50% en el triple (7/14) y la valoración colectiva de uno (62) y otro (24) resumía el estado de las cosas. A la vuelta, Krutwig acaparó juego, también puntos, y el Palencia, a su grupa, le recetaba al Betis un 2-9 de parcial (51-44) en poco más de dos minutos que avanzaba las aviesas intenciones de los castellanos. A capítulo llamó a sus hombres Gonzalo García para corregirlos y despertarlos. El partido no admitía relajación. DeBisschop la hundía en el pick&roll con Renfroe. Esa sociedad le generaba dividendos al Betis, que otra vez se activaba en defensa y no concedía segundas opciones en el rebote. Cvetkovic le dio el relevo a Renfroe en el minuto 35 (55-47) y entró enchufado: triple y asistencia para Hughes (61-47), que insistía en la misma suerte. Por la misma vía, Kamba sujetaba en el partido al Palencia, pero sin mucha convicción. Le golpeaba la mandíbula el Betis a cada intento de reacción como si de un peso pesado se tratase. Otra ráfaga verdiblanca, con canastón de Cvetkovic y contra finalizada por DeBisschop tras una gran defensa sobre Krutwig… establecía la máxima (65-50). A Guil se le acababan las soluciones y los antídotos, también los ases bajo la manga ante un Betis hermético que defendía a gran nivel y se movía al son de sus dos bases (67-55). Quince puntos llevaba Renfroe y Cvetkovic, siete asistencias. El partido pedía defensa, control, ataques largos, esa velocidad del juego que también maneja el Betis. En una palabra: cloroformo. Benite ampliaba a 19 (74-55) cuando ya el Palencia boqueaba, frustrado porque no hallaba soluciones y se estrellaba una y otra vez contra un auténtico muro, la defensa verdiblanca, que lo repelía todo. Dejó al invitado en un 37% en el tiro de campo. Era la noche de Renfroe, que anotaba y asistía a un DeBisschop con el que hicieron migas tanto el americano como Cvetkovic. El triunfo estaba más que atado merced a un ejercicio solidario y solvente, macizo, prácticamente sin mácula, con el que minimizó a un rival directo por el ascenso. Con las costuras de los visitantes completamente abiertas, los verdiblancos ya jugaron a placer, buscando el pase extra y apuntillando desde el triple (83-62, Doménech) para redondear una noche plácida en la que el Betis Baloncesto tuvo la virtud de otros días: que pareciera fácil lo difícil.