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La gente que no recibió aplausos en su infancia, suele comportarse así de adulto según la psicología

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Desde pequeños, buscamos de manera instintiva la aprobación de los adultos, ya sea por una mirada orgullosa o unas palabras de aliento. Según los expertos en psicología infantil, el 80% de los aprendizajes emocionales que repetimos de adultos se adquieren en los primeros seis años de vida. Es en esta etapa cuando los niños comienzan a identificar, expresar y regular sus emociones.

Pero, ¿qué sucede cuando estos estímulos no llegan? La falta de elogios y reconocimientos durante la infancia puede dejar profundas cicatrices emocionales que afectan la vida adulta. Personas que no recibieron la atención necesaria tienden a desarrollar inseguridades, baja autoestima y una constante búsqueda de validación externa. Así, un pequeño gesto que faltó en la niñez puede repercutir en cómo nos relacionamos, enfrentamos retos y nos percibimos a lo largo de nuestra vida.

Falta de atención y elogios: El abandono emocional en la infancia

La psicoterapeuta cognitivo-conductual, Dra. Yasmine Liénard, señala que los elogios que recibimos en la infancia son fundamentales para poder desarrollar una autoestima sana y una confianza sólida. Los estímulos en forma de elogios por parte de los padres fomentan el progreso del niño, estimulándolo a mejorar. Sin embargo, cuando los niños no reciben esta atención o aliento, pueden crecer con carencias afectivas que se traducen en una baja autoestima y una sensación de abandono.

Cómo influye la infancia en la vida adulta

De adultos, las personas que no recibieron elogios en su niñez tienden a replicar ese patrón emocional. Según la psicóloga Ana María Ángel Esteban, estas carencias afectivas pueden manifestarse como inseguridad, baja autoestima, y dificultades para adaptarse a su entorno. Las personas afectadas suelen mostrar dependencia emocional en sus relaciones, miedo a la soledad y desconfianza hacia los demás. Todo esto es resultado de no haber tenido un estímulo emocional adecuado en la infancia.

El equilibrio en los elogios: Ni demasiado, ni muy poco

No se trata de elogiar continuamente a los niños. Los expertos, como la Dra. Liénard, explican que el exceso de halagos también puede ser perjudicial, ya que puede generar una sobrevaloración del niño, llevándolo a una dependencia de la aprobación externa. Por eso, es fundamental encontrar un equilibrio. No se trata de decir constantemente “muy bien”, sino de utilizar elogios descriptivos que ayuden al niño a desarrollar su capacidad de autocrítica.

El elogio descriptivo: La clave para una autoestima sólida

El método Montessori, por ejemplo, promueve el uso del elogio descriptivo frente al evaluativo. Esto significa describir lo que el niño ha hecho, en lugar de simplemente evaluarlo con frases como “buen trabajo” o “muy bien hecho”. Al describir la conducta, fomentamos la reflexión y el pensamiento independiente en el niño, además de fortalecer su seguridad en sí mismo.

Por ejemplo, en lugar de decir “qué bonito dibujo”, podríamos decir: “Veo que has pintado una casa azul con 2 ventanas y un jardín muy verde”. Este tipo de comentarios muestran atención, pero también invitan al niño a reflexionar sobre su propio trabajo, en lugar de depender de la validación externa.

Consecuencias de no recibir aplausos en la infancia

La ausencia de elogios durante la niñez puede llevar a una búsqueda desesperada de validación en la adultez, lo que no solo genera dependencia emocional y baja autoestima, sino que también puede propiciar conductas autodestructivas y dificultades en las relaciones interpersonales.

Los expertos afirman que el camino para romper este ciclo perjudicial radica en ofrecer un equilibrio saludable de atención y apoyo emocional durante la infancia. Al final del día, un simple aplauso puede ser el primer paso hacia un adulto más seguro, autónomo y emocionalmente equilibrado.