Los bomberos defienden su actuación en el incendio de Campanar pese a la avería en la primera escalera que llegó
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La investigación judicial sobre el incendio que destruyó el pasado 22 de febrero un complejo de 138 viviendas del barrio de Campanar de Valencia, en el que murieron diez personas, sigue su curso. En su comparecencia como testigo este martes en el Juzgado de Instrucción número 9, el jefe de Bomberos del Ayuntamiento, Enrique Chisbert, ha reconocido que en un primer momento afrontaron la emergencia como un incendio en un domicilio convencional y tuvieron que modificar el protocolo rápidamente al tratarse de dos torres residenciales de gran altura conectadas entre ellas. Así lo afirman a ABC fuentes jurídicas conocedoras de la declaración. Los efectivos se toparon, además, con otro inconveniente. La primera autoescalera que llegó al lugar del siniestro no se pudo desplegar para atacar las llamas de la fachada porque falló por una avería. Minutos más tarde, llegó otra que sí que funcionaba. Los abogados de las víctimas han pedido que se dirima si hubo alguna responsabilidad en el mantenimiento de ese vehículo averiado y qué consecuencias pudo tener ese retraso en la actuación de los bomberos. Sin embargo, Chisbert ha incidido en que ese contratiempo no influyó en la respuesta contra el fuego ni en la evolución del mismo . Pero pese a admitir algunos fallos propios, el responsable del cuerpo municipal ha desgranado ante el juez, el fiscal y los letrados de las víctimas personadas en la causa las graves deficiencias que fueron hallando en el residencial de la calle Rafael Alberti, construido - como viene informando ABC - con una normativa de 1996 más laxa con los materiales inflamables. Según el informe de la Policía Científica, los dos edificios empezaron arder por el incendio accidental en el frigorífico de la vivienda 86 de la octava planta de la torre alta. Más allá de que las alarmas antiincendios no funcionaron o que las placas de la fachadas contenían un núcleo de polietileno que aceleraron la tragedia, Chisbert ha lamentado que las escaleras protegidas que deberían haber aguantado unas dos horas para evacuar a todos los vecinos, colapsaron en muy pocos minutos, convirtiéndose en una especie de chimenea con mucho humo y gases tóxicos. De esta instrucción judicial, reabierta en junio por orden de la Audiencia de Valencia tras cerrarse a los pocos días del siniestro, los familiares de las diez víctimas mortales esperan obtener las respuestas que todavía nadie les ha dado. Se sabe, por las llamas y mensajes de despedida que recibieron, que algunos de sus seres queridos murieron hasta tres horas después de iniciarse las llamas y en la torre más alejada. Una línea de investigación por la que batallarán sus letrados ante el tribunal.